Como era costumbre cuando tenía algo más de tiempo antes de irse al trabajo, Rosé madrugó para trotar un par de kilómetros como parte de su rutina de ejercicios. Dió algunas vueltas al rededor del parque que estaba cerca a su departamento hasta que su reloj marco las 6 a.m., en ese momento regresó para darse una ducha.
Por su parte Jennie continuaba plácidamente dormida, pero el molesto ruido del despertador la sacó de su sueño a regañadientes. A pesar de estar en una casa hasta hace poco desconocida para ella, había dormido de maravilla.
Perezosamente se estiró por toda la cama, dando un amplio bostezo antes de levantarse finalmente con los ojos entrecerrados. Tomó su cepillo de dientes junto con su toalla y caminó arrastrando los pies hasta el baño casi si abrir los ojos.
—Buenos días bajita—dijo Rosé mientras terminaba de cepillar sus dientes al escucharla acercarse.
—¿Doctora?—siguió bostezando—Si que eres madrugadora...—se frotó los ojos en la entrada del baño y los abrió pesadamente para enfocar—¡¿Hm?!—.
La mandíbula de la castaña se desencajó por completo y sus ojos se abrieron de par en par al darse cuenta que la pelirubia se encontraba solo en ropa interior, con su cabello húmedo aún goteando por la reciente ducha
—¡AAAH, EEEH! ¡l-l-l-lo siento, lo
siento!—se giró tapándose la cara completamente roja—¡¿Por qué no cierras la puerta?! ¡casi haces que me de un infarto!—.—Pensé que lo había dejado claro—la cirujana salió del baño pasando junto a la chica deteniéndose delante de
ella—De ninguna manera pienso cambiar mi estilo de vida para acomodar la tuya, estoy haciendo las cosas como siempre, ni más ni
menos...—.—Ugh...—Jennie se giró nuevamente para no verla o para ocultar su sonrojo, no estaba segura—Quiero d-decir, eso ya lo sé... pero así hacías las cosas cuando vivías SOLA, no quiero que me llames grosera por interrumpir y verte
a-así...—.—Está bien, a mi no me importa—djo desde su cuarto la cardióloga colocándose la camisa y posteriormente el pantalón—Tú eres la que se está sonrojando, no yo—se acercó por la espalda a la castaña sin que esta lo notara—Así que...—susurró en su
oído—Si no eres capaz de soportar la tensión, ríndete, empaca y vete a casa, amor...—soltó un risita perversa.—¿Quién dijo algo sobre rendirse?—se giró la chica con una sonrisa tensa y el ceño ligeramente fruncido—¡Nadie se va a rendir aquí!, esto es pan comido—.
—Hmph—bufó con una sonrisa la doctora—¿Ah si?—.
Se cruzó de brazos ante la menor con la camisa sin abrochar mostrando al descubierto su torso y dejando apreciar el sexy sujetador negro que tenía puesto. Los ojos de Jennie no pudieron evitar recorrer de arriba a abajo aquella esculpida figura que se encontraba ante ella, su abdomen tallado y perfecto la hizo tragar saliva.
—S-si... estoy s-segura—desvió la mirada al darse cuenta que Rosé la miraba fijamente con expresión pícara.
—Vale...—se dió vuelta la pelirubia y volvió a entrar a su cuarto para terminar de alistarse—Te está sangrando la nariz por cierto—dijo desde su habitación.
—¡¿Qué?!—la castaña instintivamente se llevó la mano a sus fosas nasales y corrió a mirarse en el espejo para darse cuenta que era una
broma—¡Cállate!—gruñó azotando la puerta del baño.Para cuando la jóven había terminado de lavar sus dientes y su cara, la galeno ya estaba preparada para salir, se encontraron nuevamente en el pasillo y Jennie la miró entrecerrando los ojos de manera suspicaz aún molesta por la pequeña broma de hace un rato.
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Pulse | Chaennie
FanfictionLa Dra. Roseanne Park es una renombrada cardióloga, aunque es joven se ha ganado la reputación de ser una de las mejores en su campo, sin embargo esa no es la única reputación que la precede, tiene la fama de ser fría y no atarse a ninguna relación...