44. Desiciones desesperantes

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Hermes Connor y Lynn Devinson habían compartido muchas aventuras con Kendall Clapton desde el momento que los tres habían sido asignados como un equipo en la academia de aurores. A pesar de que para los dos hombres solamente existía Melissa como una mejor amiga, Lynn se había ganado un puesto para ellos muy especial. 

Los tres podían pasar horas peleando y luego moviéndose sincronizados como si hubiesen sido cortados con la misma tijera en el campo. Ellos habían soñado con compartir puestos también como profesores en la academia o incluso en Hogwarts, siguiendo siempre una misma línea.

Sin embargo todos sus sueños se habían terminado cuando Kendall había sido asesinado.

Para los otros dos jamás existiría un día peor que cuando llegó a ellos la noticia de que su compañero de vida había sido asesinado. Ni cuando Hermes estuvo delirando de fiebre un mes entero por el veneno de una acromantula evolucionada o incluso cuando Lynn se había enfrentado a un vampiro y este le había casi desangrado solo por placer.

Aquellos eran dolores físicos incomparables con el dolor emocional que habían tenido que vivir.

Y todo el dolor se esfumaba, quedando en la nada, cuando Valerie aparecía allí, ordenando, imponiendo respeto ante los aurores de alto rango, ondeando su cabellera rubia y jamás utilizando su apellido como forma de arma. 

Valerie podía no ser una auror todavía e incluso le faltaba cumplir los tres años reglamentarios para graduarse, pero era obvio que el espíritu de Kendall estaba en ella.

-¿¡Quieres decirme que no pueden encontrar a una chica siendo ustedes los mejores aurores de toda Europa!?- gritaba la rubia, mirando seriamente al grupo de hombres que estaba del otro lado de la mesa donde ella había golpeando los puños hace solo unos segundos- ¡Pues a la mierda su título entonces!

Sí, sin duda también tenía el carácter de su madre.

-¿Acaso no crees que eres un poco insolente con nosotros?

-Tengo diecinueve años, no cuatro, así que no me vengas con una clase de modales elaborada, señor, eso no quita que seáis unos incompetentes en su materia.

-Valerie, cariño, ven conmigo un segundo- Hermes sujetó con fuerza la cintura de la rubia y la jaló hacía el pasillo, lejos de la oficina donde todo estaban refunfuñando en dirección a la chica. El hombre conocía perfectamente cómo manejar el carácter Clapton, después de todo había vivido gran parte de su vida con el primer señor Clapton, luego con Kendall y más tarde había malcriado a la última Clapton en llevar aquel nombre- Siéntate, cariño, debes calmarte un poco.

Valerie dejó escapar un gruñido y pegó la cabeza a sus rodillas, doblándose como si fuera una muñeca de trapo.

-Estoy agotada.

-Claro que lo estás, cielo- murmuró rascándole la coronilla como cuando era niña y estaba frustrada porque no podía hacer pases tan largos con la quaffle como Hestia- Te estás consumiendo, pequeña. Has dormido poco tiempo...

-¡Valerie!- la figura rubia de Johanna apareció recorriendo el pasillo de aquel sector del ministerio con una total familiaridad. Aquello era restringido. Pero estábamos hablando de Johanna y en sus genes estaba no conocer la palabra prohibido- No sabes lo que me acabo de enterar.

-Ella no está para tus chismes ahora, Joha.

La irlandesa miró al hombre que le había dado la vida con molestia y paso de él antes de arrodillarse ante Valerie y alzarle la cabeza para que sus ojos azules entraran en un profundo canal de contacto.

El sentimiento que llenó el cuerpo de la joven Clapton tras aquella mirada fue uno muy fuerte y casi doloroso.

-Se han llevado a Skylar- murmuró Johanna con pesar. Y en verdad no le importaba, pero de cierto modo tenía un profundo respeto hacía Valerie por la enorme paciencia que siempre invertía en ella- Vi el informe esta mañana. Fue en la madrugada. Todo su vecindario fue prendido fuego e hicieron explotar su casa.... Mataron a todos los muggles que estaba allí.

La chica de un MerodeadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora