Capítulo 3

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Su expresión denotaba una satisfacción completa, Louis estaba complacido porque tenía a Harry justo donde lo quería, en sus manos. Por primera vez era testigo de una derrota tan sencilla como esa, ni en un solo videojuego de los que había disfrutado en su momento pudo apreciar tal maravilla.

—No te atreverías. No cuando sabes que cometerías una injusticia.

—¿Y por qué no hacerlo? —Louis sonrió jugando con la botella que tenía en una mano—¿Por qué desaprovecharía la oportunidad de librarme de ti, si acabas de perder solo porque no puedes poner límites?

—Esto no cuenta —refutó Harry—. No se puede tomarlo en cuenta porque...

—Pues debería ser el caso —le interrumpió, endureciendo sus facciones—, para que aprendas a ser considerado con los demás, con tus vecinos de preferencia. Pero realmente nunca te ha importado que los que vivimos aquí no descansemos cuando organizas fiestas como estas, con un bullicio que dura hasta el día siguiente. Sin contar a todas las personas ajenas al edificio que entran y salen de tu departamento.

—Sabes... —Harry se pellizcó el puente de la nariz soltando un fuerte suspiro— Eres el único en este edificio que se ha quejado de lo que hago en mí departamento.

—¿Será porque vivo justo enfrente?

—No, porque si las fiestas que organizo fueran tan molestas, Eryn sería la primera en presentar una queja.

Louis resopló con fastidio. Iba a nombrar a la vecina del piso inferior, ¿en serio?

—Para tu información, Eryn siempre está de viaje porque es azafata y las pocas veces que llega ni siquiera te la puedes encontrar. Además, ella está pensando en regresar a casa de sus padres porque ve insulso pagar renta por un departamento que solo usa para guardar sus cosas, porque como dije, siempre está de viaje.

—¿Y tú cómo sabes eso?

—Porque a diferencia de ti, converso con los vecinos en lugar de curarme la resaca día tras día.

—Trabajo en un bar, Louis —Quiso justificarse.

—Pues tus funciones son servir tragos, no bebértelos.

—Lo hago por las propinas...

—Y para coquetear con los clientes —Complementó Louis.

—Y si así fuera, ¿por qué te molesta? —Alzó una ceja.

—No me molesta, son tus asuntos —Louis apretó la mandíbula—. Solo estoy señalando lo obvio, porque a ti te gusta justificar tus malas acciones, tu egoísmo para ser más específico.

Harry echó la cabeza hacia atrás acompañado de un suspiro cansado. Esa molestia en la sien le anticipaba un dolor de cabeza, y por primera vez sintió un fastidio increíble por la música, por las personas y por el mismo olor que empezaba a espesar su sala de estar: humo de cigarrillo, el amargo de los licores y los aromas entreverados de alfas y omegas.

—Bien... —dijo al fin Harry, accediendo a las palabras de Louis— tú ganas. Soy un cretino, un desconsiderado contigo y con los que viven en este edificio. Aunque sigo razonando del por qué no han presentado una queja a la administración.

—Somos las únicas personas en sus veintes, incluyendo a Eryn; ¿debería recordarte que todos los demás son adultos mayores con problemas de audición?

Louis rodó los ojos y dio un trago largo. Era cansino tener que explicarle a Harry dónde se encontraba parado y de la suerte que tenía de que los vecinos sean ancianos retirados, la mayoría con problemas auditivos o simplemente aquellos que dormían como piedras debido a la vejez. Aquel edificio, años atrás había sido propiedad de una pareja longeva que no tuvo hijos, los cuales acogían a personas en su misma situación -algo parecido a una casa de cuidados-. Con el tiempo y a falta de recursos, los departamentos desocupados se ponían en renta y ahí es donde, tanto Louis y Harry, incluida la vecina Eryn, tuvieron la fortuna de encontrar un lugar bastante cómodo y nada alejado del centro de la ciudad.

El día opuesto L.S. (Omegaverse)Where stories live. Discover now