💫 CAPITULO 3 💫

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La víspera de Navidad se acercaba; Mew lo podía sentir en cada anochecer y amanecer. La mujer vestida de negro estaría ahí pronto.

Pensó en Gulf Benson. Después de quince años, era extraño que Mew pudiera recordar su nombre. Tantas cosas eran borrosas, y sin embargo, recordaba "Gulf Benson" y pecas en la nariz y la manera en que, como un adulto, los jeans de Gulf eran demasiado largos, arremolinándose en sus botas cuando se sentaba.

Decoraciones festivas empezaron a aparecer en la ciudad de Nueva York a la vez que el clima se ponía frío. Fuertes vientos de invierno reducían la eficacia de gruesos abrigos a pañuelos de papel. Gélidas y pesadas nubes esparcían pelusa blanca que eventualmente se convertían en cosas derretidas y negras dentro del periodo de un día. La ciudad estaba más saturada ya que los turistas venían a apreciar las brillantes luces y gastar dinero en regalos que no necesitaban.

Pensó en el Gulf de diez años.

"-¿Por qué rompería esto? Es lo único que tengo."

Ahora Gulf ya tenía otras cosas, pero Mew quería darle más para reponer lo que le había faltado durante su niñez. Sin embargo, Mew no estaba en el negocio de darle regalos a adultos. Darle a Gulf otro amuleto de protección estaba fuera de lo común. Mew trató de sacar al joven de su mente, pero luego, veía un brillante árbol verde, decorado con luces y adornos, y los brillantes ojos de Gulf entraba en su mente.

Tal y como resultó ser, Mew vio esos ojos verdes antes de lo que esperaba, pero no era una sorpresa. Mew sabía que el peligro para Gulf no había pasado. Ciertamente, el traficante de drogas-Torres-querría venganza, razón por la cual le había dado el brazalete a Gulf.

Una noche oscura, la nuca de Mew cosquilleó. Un viento fuera de este mundo sopló y lo jaló de sus brazos y piernas. Voló a través de un túnel atemporal y aterrizó en otro lugar oscuro, lejos de ventanas resplandecientes y turistas de compras. Había aterrizado en un callejón.

Mew tuvo solo segundos para reconocer a Gulf justo en frente de él de espaldas contra una pared de ladrillos. Sus ojos, grandes en un día normal, estaban del tamaño de platillos, y tenía las manos arriba en una señal universal de tregua.

Mew se dio cuenta por qué cuando un arma se disparó detrás de él, y esta no tenía silenciador. El sonido retumbó en lo que sería lo contrario una noche silenciosa. Mew sintió el impacto de la bala a media espalda pero no el dolor. Sobre el sonido de la respiración (prácticamente un jadeo) del ahora en pánico de Gulf, Mew se giró y enfrentó a un hombre no parecido al villano del apartamento de Gulf. El que existía en algún lado con muñecas rotas. Este hombre, sin embargo, tenía muñecas funcionales.

Sostenía un arma y miraba embobado a Mew en desconcierto antes de maldecir y disparar otra vez, pero Mew no sintió nada, excepto las manos de Gulf aferrándose a la parte de atrás de su abrigo. Eso sí lo pudo sentir.

Los ojos del hombre lo evadieron como un animal tratando de evadir ser la presa, pero antes de que pudiera correr, Mew le rompió el cuello. Mientras el cuerpo del hombre caía inerte, Mew envolvió el callejón en "El Otro Lugar", donde dejaría el cuerpo. Nunca nadie lo encontraría, y nunca se pudriría. Las cosas no cambiaban en "El Otro Lugar".

Mew se giró lentamente y notó el brillo del oro a sus pies: el brazalete de Gulf, roto y justo a tiempo.

Mew trastabilló hacia atrás ante la fuerza del abrazo de Gulf. Gulf no era un hombre grande. Era alto pero esbelto. En medio de un ataque, Gulf habría sido como un gatito ante el puño de Mew. En medio del afecto-una sensación tan desconocida-Gulf casi lo tumbó.

Con su cara presionada a un lado del cuello de Mew, la respiración de Gulf tembló. - Santo cielo-. Su respiración tembló más como si lo que los rodeaba fuera agua, no aire. -Mierda, oh, dios mío-. Tomó otra respiración profunda antes de apartarse, una maniobra fácil ya que Mew nunca había correspondido el abrazo. Gulf pasó ambas manos a través de su pelo, manos que temblaban, aunque no lloró. Mew se preguntó si alguna vez lo hacía. -Jesús, gracias. Santo dios-. Dio otro paso tambaleante lejos del callejón, su espalda a medio camino de Mew, y se inclinó hacia delante con sus manos en las rodillas.

Mew puso su gran mano en el centro de la espalda de Gulf. -¿Te vas a poner enfermo?

Gulf se paró derecho y descansó su hombro contra la pared. Se frotó los ojos. -No. Estoy bien.

Mew le dio una mirada al cuerpo en el suelo. Con la cabeza volteada contra la dirección de la columna, el cuerpo con los ojos abiertos lo miró devuelta. -¿Es este Torres?

Gulf dobló sus brazos y los enterró dentro de sus axilas dentro de su abrigo: un abrigo grueso, negro, las solapas decoradas con parches coloridos de personajes de caricaturas. En la parte de atrás pudo descifrar las palabras "Yellow Submarine".

Los Beatles.

Mew le había traído a Gulf un álbum de los Beatles una Navidad, muchos años atrás.

-No, ese no es Torres-, dijo él. -Torres no se ensucia las manos, Santa-. Sonrió él; todos las señales de antes de pánico y miedo habían desaparecido.

-¿Dónde está, entonces?- preguntó Mew.

El hombre que Mew había asumido era Bart Torres apuntó su arma hacia Gulf, pero Mew no permitiría que Gulf saliera herido. Se apresuró hacia adelante, tomó agarre del cráneo de Torres y presionó sus pulgares dentro de las cuencas de sus ojos. Sus ojos explotaron en un baño de lluvia roja y estaba muerto antes de que golpeara contra el suelo. El único sonido que quedó fue del continuo "waow-waow-waow" en el ritmo de la música de fondo.

Gulf se deslizó hacia arriba contra la pared, las manos aferradas al yeso detrás de él, mientras miraba la masacre. Estudió cuerpo tras cuerpo, terminando en Torres. Tomo pasos deliberados hacia delante y puso sus manos en el pecho de Mew mientras pasaba antes de merodear por encima de Torres y escupir sobre el desfigurado cuerpo. Se dio la vuelta y miró fijamente a Mew. No sonrió exactamente pero Mew creyó que una luz quemaba en sus ojos. Algo como admiración.

No estaban lejos del apartamento de Gulf. Y aunque Mew podría haberlos llevado ahí mucho más rápido, Gulf había dicho que quería caminar. Afuera, una ligera nevada caía, así que Gulf se abotonó el abrigo y se encorvó para cubrir sus orejas con los hombros. No hablaron. Mew caminó en silencio al lado de Gulf, estudiando a Gulf un momento y al otro las decoraciones en las casas mientras pasaban. No era un barrio bueno, pero incluso los desfavorecidos tenían derecho a festejar. Por lo menos tenían salud, o sus familias o incluso amor. Para algunos, eso era suficiente.

Afuera del edificio del apartamento de Gulf, dejó de caminar y se giró mientras estaba de pie frente a frente. Bueno, la parte superior de la cabeza de Gulf llegaba más o menos a la barbilla de Mew, pero estaba de pie frente al otro.

Gulf, con las manos metidas en sus bolsillos, miró de izquierda a derecha. No bajó la voz cuando preguntó, -Mataste a Frank, ¿cierto?

Frank: El abusivo "idiota que me acoge" de Gulf.

-Si-, dijo Mew.

Gulf asintió como si lo hubiera sabido, quizás todo este tiempo. Quizás desde que tenía diez. Miró sobre su hombro. -Eh, ¿quieres subir?- se mordió el labio inferior y pateó a lo que pronto sería pavimento cubierto en nieve.

-No debería.

-Sí. Claro-. Asintió animadamente. -Por supuesto.

Mew metió su mano dentro del abrigo y sintió una magia familiar. Sacó la delicada cadena de plata con una esmeralda al final. La gema combinaba con los ojos de Gulf.

Gulf tomó el regalo sin necesidad de una explicación. Se echó hacia atrás sobre sus talones y adelante, atrás y... le dejó a un lado de la boca de Mew un rápido beso antes de retirarse a través de la puerta del edificio.

Mew miró a través del cristal hasta que el cabello negro de Gulf desapareció. A pesar del frío viento, la pequeña sección húmeda en la mejilla de Mew ardía.


MIENTRAS DUERMES - MEWGULFWhere stories live. Discover now