CAPÍTULO 3

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Tras darle una buena paliza a Giselle, se sentaron para pensar mejor en lo que estaban haciendo. Estaba claro que las gemelas tenían un serio problema con la depresión, no iba a ser fácil acostarse con ellas si solo pensaban en morir, principalmente Winter.

—Dudo que quieran tener un trío. —Dijo Karina decepcionada. —Las otras gemelas saltaron a mi como moscas, estas son muy difíciles. Y no me gusta cómo me hacen sentir. Imagínense en la cama sintiendo toda esa mala vibra cada que meto mis dedos en su-

—Aigoo, casi lo logro. Me hubieran dejado unos minutos más.

Ning se le acercó con intenciones de seguir golpeándola, a lo que Giselle se retractó inmediatamente.

—Somos asesinas, pero jamás rompemos las reglas de un juego, pedazo de perro.

—Aish, no me llames perro. Le diré a mamá que me estás ofendiendo. Por cierto, yo me comí a dos tipos, pero la sangre no me gustó.

—Bebimos del congelador. Me supo horrenda. —Confesó Ning.

—Todavía me duele el estómago. —Se quejó Karina.—Vamos a vigilarlas toda la noche.

—¿No que ya no ibas a jugar? —Preguntó Ning. Karina parecía que iba en serio con no seguir.

—Quiero saber por qué se quiere morir.

—Yo todavía tengo el olor de las dos pegado a la nariz. —Giselle olfateó con una sonrisa. —Huelen muy bien. Si fueran omegas, usaría las feromonas para chu-

—Aigoo, ya no antojen. —pidió Ning harta.

Para las gemelas el fin de semana la pasaron en casa sin saber que estaban siendo vigiladas todo el tiempo. La señora Kim no habló sobre la carta, fingió que nada había pasado, aunque Winter lo sabía, no se retractaba al respecto.

El lunes regresaron a clases, otro día en el que Winter debía cubrir bien sus cortes. Se sentía imbécil porque las veces que se llegó a cortar no lo hacía con intenciones de morir, declinaba de último momento.

—El restaurante estuvo de locos, pasaron muchos carros. —Contó Sakura llegando al lado de Sumer en el salón.

—Mierda, ¿qué te pasó en la cara?—Preguntó Felix asustado por el aspecto de su amiga.

—¿Qué le pasa a mi cara?

—Te ves muy pálida. Te pareces a- —Iba a mencionar a las hermanas pálidas, pero estas los estaban observando desde la puerta, una mirada poco agradable. —Estás espantosa.

Ciertamente Sumer estaba sobria y con mucha ansiedad, necesitaba su dosis para alejar todos esos recuerdos oscuros. No dejaba de mover su pierna y de alborotarse el cabello, se veía desesperada. Giselle le pidió que dejara de moverse porque el pupitre se movía. Tomó su mano ya en un intento de estrés, y fue ahí cuando se calmó.

Sumer la miró, sus ojos estaban apagados, parecía un zombi triste. Por lo menos las tres hermanas se veían sexys a pesar de ser pálidas.

—Te voy a golpear si no te calmas. —Dijo enojada quitando la mano.

La desesperación regresó a Sumer en el instante que dejó de sentir el tacto. Bajó la mirada para tratar de entender qué había pasado. Hizo un gran esfuerzo por mantener la calma durante otro par de horas, Giselle no bromeaba.

Apenas sonó el timbre del almuerzo, Sumer se esfumó del salón para intentar buscar algún proveedor. Logró sacar algo de dinero de la billetera de Giselle.

Winter salió después de que todos salieron, llevaba mucha calma al momento de salir. Al acabar el pasillo para bajar las escaleras, se detuvo de pronto con una expresión de terror. Su respiración se detuvo por un instante y sus pies se paralizaron.

¿Cuál Alfa Eliges?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora