CAPÍTULO 5

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Esa pequeña esperanza se había atravesado en su corazón. El miedo ya no invadía sus noches y las pesadillas se habían esfumado. Aún había mucho por superar, pero por primera vez alguien les daba una oportunidad para iniciar el cambio.

Sumer seguía luchando contra la abstinencia, su madre le advirtió que de no mejorar la enviaría a una clínica donde estaría internada hasta mejorar. Estaba muy joven como para sufrir adicción, y es que igual que Winter sufría de depresión, por ello es que su situación era más complicada, sufría de mucha ansiedad aunque parecía una adolescente normal. No quería verse tan vulnerable como su gemela, quería aferrase a la vida, pero vivirla de una buena forma, el problema era que no sabía cómo.

Antes de entrar a su salón de clases, Winter visualizó a Shuhua, a la cual ignoró. La había engañado con el beso y con lo de ser una mujer lobo, ¿qué clase de amistad tenían? Toda una mentirosa. Al cruzar la puerta vio a las hermanas Im y por primera vez tenía ganas de estar en ese salón. No dijo nada, solo entró para seguir con su rutina.

Sumer por su parte intentaba sacarle conversión a Giselle que parecía que la ignoraba fingiendo leer un libro, por ello le picó el hombro con el dedo, cosa que hizo saltar a Giselle.

—¿Lo siento?

La vampira tragó pesado, su pulso se aceleró e intentó aferrarse a la silla tratando de tranquilizarse, se tensaba con cada segundo que pasaba, anteriormente había intentado mantener la calma justamente para no sufrir ahí abajo.

—Tengo que ir al baño.—Se levantó de la silla para huir de su tortura.

Minutos antes del problema;

Nana estaba sentada en la sala bebiendo una taza de sangre mientras leía el periódico. En el salón de arriba se escuchó un grito que la hizo reír con maldad.

Sabía que llegaría el momento y vaya que lo estaba disfrutando. Su hermana se sentó en el otro sillón negando con la cabeza por lo cruel que era con las menores.

—¿No las vas a encerrar?

—Hoy no, que sufran.

Las tres aparecieron con velocidad vampírica. Sus cabellos hechos un desastre y con sus pijamas puestas. Justamente la noche que habían decidido dormir, no dejaron de tener sueños húmedos.

—¿Por qué tengo pene?

—No dijiste nada de un pene, madre.

—Esta mierda es horrible.

Se podía notar en sus pantalones.

—Esperen, ¿me están diciendo que no sabían que iban a tener pene? Hermana, ¿por qué no les dijiste?

—No quisieron escucharme.—Lo tenían muy bien merecido, ella lo intentó.

—Pero de todas formas era algo obvio, ¿cómo creen que Nana embarazó a sus madres? Los dedos no son mágicos.—Sus sobrinas eran unas idiotas.—Yo les voy a explicar-

—No.

Ninguna quería tener esa charla. Ahora Wendy entendía a su hermana.

De regreso a clases;

Tuvieron que buscar información en el bestiario de la biblioteca de la casa. Según lo que leyeron, las erecciones al inicio del celo serían mínimas si no tenían contacto ni pensamientos sobre ninguna omega, tenían que mantenerse serenas si querían que esa cosa no cobre vida. Ya en el segundo día tendrían que quedarse en casa encerradas si no querían meter la pata, ya que el celo era para embarazar al omega, perderían la cordura completamente hasta completar su objetivo. Serían solo tres o cuatro días de tortura encerradas, pero era lo mejor.

¿Cuál Alfa Eliges?Where stories live. Discover now