5.

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Era un silencio incomodo, o yo más bien era la que estaba incómoda, él murmuraba cosas que jamás había oído, maldecía palabras que yo no había conocido, yo solo mantenía mis manos en mis bolsillos,  a veces nos mirábamos, como siempre Jeff tenía el ceño fruncido y yo, una cara de cachorro asustado. En mi mente rezaba que no me hiciera nada, que al menos me perdonará la vida, estaba en duda. Jeff y su cuchillo me intimidaban mucho, era algo extraño, ya que miraba hacia todas partes como si alguien lo fuera atacar.

— Oye.-hable en un susurro, ojalá no haber abierto la boca. Pero ya era tarde para arrepentirse.

— ¿Qué mierda quieres a hora?.-dijo brusco y tirándome fuerte.

— ¿Puedo...puedo hacerte una pregunta?.-él se detuvo y mire a otra parte, su mirada también me incomodaba, sus párpados quemados, su sonrisa falsa, todo. ¿Qué era?.

— Ven.-me jaló y caminamos a un árbol donde me acorraló y seguía con los nervios de punta, más con su mirada.- ¿Qué pregunta?.

— Tu...mmm, ¿Cuántos años tienes?.-dije de la nada, aunque esa no era la pregunta, estaba tan nerviosa que tenía muchas cosas en la cabeza. Él sonrió falsamente negando la cabeza despacio.

— Treinta y un años.-dijo serio.-y tú debes tener diecisiete.- adivino, cosa que quizás no me sorprenda, Jeff estaba tan tenso, molesto, pero era la misma sensación de ayer, tenía algo de preocupación en sus ojos.

— Si.-asentí tímida, no nos dejamos de mirar, baje la mirada.- ¿Por qué no me matas de una vez?.-pregunte con valor por primera vez. Estaba esperando su respuesta con ansias.

Narra Jeff

¿Por qué no me matas se una vez?

La misma pregunta que su tía me había hecho hace años, ¿Por qué tenían que ser tan iguales por fuera y diferentes por dentro?, está chica, y sus preguntas ¿Por qué era tan curiosa? Ella es muy molesta, y no estoy de humor para aguantar sus preguntas, jamás estoy de humor ¿Por qué tendría que estarlo?, soy sarcástico que es diferente.

La observé detenidamente a los ojos y le hable sin pensar.- Porque simplemente no puedo y eso me enfada.

Casi el mismo diálogo de hace unos diecisiete años atrás, al igual que Sally me estaba...mierda yo ya no estaba enamorado de Sally, la había superado, y lo agradezco ella solo fue un ángel en mi vida que yo destruí de a poco. Pero esta niña jamás será una persona que yo llegué a querer, es imposible que yo pueda volver amar cuando yo solo fui de una persona alguna vez, y creo que eso es suficiente, no soportaría llorar por alguien que estoy empezando a odiar.

Ella bajo su mirada otra vez, aun así era tierna, físicamente se parecía a Sally pero mentalmente no. Esta chica era adorable, sus ojos brillaban, al levantar su cabeza nos mirábamos, yo como si yo fuera a matarla en cualquier momento, en cambio ella tenía miedo, su pequeño cuerpo temblaba, si ella fuera Sally, me estaría faltando al respeto, me diría cosas que jamás me habían dicho. Y yo... La hubiera golpeado.

— Esta bien, si no nos movemos tendré que calentarte de una forma.-le guiñe un ojo y tome su brazo pero esta vez no con tanta fuerza. Ella se sonrojo, aunque no entendió la indirecta, eso casi me hizo reír, y seguimos caminando.

Ella a veces miraba el cielo, otras veces me miraba a mí, y eso me enojaba... Yo soy un fenómeno, un asesino mi maldición no soy un jodido niño rubio con ojos azules que puede darle una vida de princesa. Y yo a veces la observaba, su reparación estaba muy entre cortada, seguía nerviosa ya que yo tenía mi cuchillo en mi mano, no la pensaba dejar a su casa. Quiero matarla, quiero hacerla sufrir, necesito ver su hígados en mis manos, formar una sonrisa como la mía.

No te alejes, jeff.2Where stories live. Discover now