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Natalia.

He vuelto a ceder.

He vuelto a mentir.

No sé qué piensa Dylan que estoy haciendo una vez me ha visto salir de casa dando un portazo sin decir adiós, pero voy de camino a reunirme con Serena. He caído en sus redes, en sus mentiras, en sus amenazas. Necesito que esto pare. Darle cuanto necesite. Hacerle sentir que ha ganado, que conmigo ya ha acabado su papel de tipa mala. Quiero vivir. Y si no le doy cuanto me pide, nunca lo haré.

Hoy cuando me he despertado y me he mirado en el espejo, me ha costado no derramar ni una sola lágrima. Me ha dado auténtico pánico mirarme en el reflejo y comprobar si los golpes, marcas y cicatrices eran tan solo fruto de las pesadillas. Casi grito de emoción al comprobar que tan solo eran imaginaciones.

Me he resbalado por la puerta del baño hasta el suelo y he permanecido abrazada a mis rodillas treinta y tres minutos y veinte segundos. La música se reproducía en bucle. Siempre Fine Line, continuamente. Hacía mucho tiempo que no me sentía ese equilibrista que no tiene sentido del equilibrio, pero hoy vuelvo a enfrentarme a la cuerda floja. Y esta vez no hay agua, como decía Dylan. Hoy hay piedra y si caigo estaré jodida. No habrá nadie que pueda socorrerme.

Dylan no podría abrazarme.

Mamá no podrá curar mis heridas.

El abuelo ya no está aquí para plantar cara a mis miedos.

Estamos solos el miedo y yo. Y hacía mucho tiempo que no me veía las caras con él. Este último tiempo no he tenido instantes de soledad o, si los he tenido, han sido más bien pocos. Si no estaba Zack desayunando en mi casa, estaba Dylan cenando y si no estábamos grabando... Yo hacía videollamadas con Lara, escribía y me sentaba a charlas con mis personajes, Aron me escribía constantemente para actualizar su romance o Cat estaba ahí para sacarme sonrisas con sus diferentes chismes.

El momento tenía que llegar. Más pronto que tarde, pero era necesario.

Y esta vez puedo decir que le he ganado la batalla, porque he conseguido mirarme en el espejo sin ropa y no derramar ninguna lágrima. Y aunque ha sido difícil no imaginar las marcas, las manos de Tyler manchando mi piel o las cicatrices que dejaba el monstruo de las pesadillas a su paso por mi vida, he resistido. Quizás no sea un logro que celebrar, pero después de mucho tiempo puedo decir que estoy orgullosa de mí, aunque vencer al miedo hoy solo signifique autoconvencerse de que enfrentarme a Serena y ceder ante sus exigencias no es un paso atrás en mi camino hasta la felicidad, si no una alternativa hasta llegar a la meta, de una forma u otra, pero sobreviviendo.

Es la cuarta llamada que tengo de Dylan. ¿Qué quiere? Su madre podría aparecer en cualquier momento, no quiero que piense que él lo sabe. ¿Tendrá sospechas? 

Me muerdo el labio con indecisión, hasta que consigo hacerme sangre y tengo que contener un aullido de dolor en plena vía pública. A la mierda.

—Hola mi amor —digo nada más descolgar.

—Ven al aeropuerto.

—¿Qué? ¿Por qué?

—Lara se marcha.

—Eso no es posible.

Dylan no responde, coge aire y lo suelta. No sé si está fumando o le cuesta respirar.

—Natalia, ven —masculla. Y cuelga.

El mundo entero se derrumba bajo mis pies.

Los seres vivos no estamos hechos para el cambio. Algunos dicen que es algo que se entrena con el paso de los años, yo soy fiel creyente que nunca nadie está preparado para decir adiós por última vez. 

Nosotros Nunca [YA EN PREVENTA]Where stories live. Discover now