33

313 16 0
                                    

Natalia.

Llaman al timbre. Zack y yo nos miramos extrañados. Es él quien se acerca a comprobar de quién se trata. No esperamos a nadie. Cierro los ojos y deseo con todas mis fuerzas que sea Dylan.

—Eh... Tú debes ser Zack ¿No? —La voz de una chica se cuela en mis oídos.

—El mismo —contesta—. ¿Y tú?

—Soy Sol —dice, con simpatía. Voy hasta la puerta, no quiero quedarme sola en una casa que no es la mía. Me mira—. Tú debes ser la famosa Natalia. Estáis buscando a Dylan ¿verdad?

Los tres asentimos con la cabeza.

—Venid conmigo, sé dónde están.

—¿Quiénes? —se interesa Zack de camino al coche.

—Dylan, Ulises, Eneko, Pelirrojo... —enumera, como si supiéramos de quién habla. Creo recordar que eran los nombres de los amigos de Dylan. Se para frente al coche, le tira las llaves a Zack—. Supongo que conduces.

El rubio asiente.

—He venido hasta aquí sin permiso de conducir deseando no encontrarme con la policía —dice, mientras se monta en los asientos traseros. Yo me sitúo a su lado. Nos abrochamos los cinturones en silencio y Zack arranca. Sol le acerca su móvil con el GPS activado. Estamos a veinte minutos de distancia del lugar y voltea para verme—. Antes eran el grupo intocable de la ciudad. Nadie se metía con ellos y todas querían meterse en sus camas, me incluyo —pone los ojos en blanco y le imito el gesto cuando asimilo el significado—. Dylan, el skater. Eneko, el músico. Ulises, el pintor. Nick, el millonario. Y Pelirrojo el rey de las copias en los exámenes. Este último está matriculado en una de las universidades más importantes de por aquí. Aprueba cada asignatura con matrícula y todavía no conozco a nadie que le haya visto tocar un libro o, simplemente, aparecer por clase, pero su fama de excelente estudiante le hace ser el rey del campus, aunque no ponga un pie en él.

—A todo esto ¿Tú quién eres?

—Desde las ocho de esta tarde, soy la actual ex-novia de Eneko y, para colmo, hermanastra a su vez de él y su hermano Ulises —suspira, con desesperación—. Lo último que tenía que haber hecho Dylan era juntarse con todos ellos. Las segundas oportunidades, en su amistad con el resto, nunca salen bien. Algo ha tenido que ocurrir en su vida para regresar al lugar dónde no fue feliz.

—Me voy de Vancouver. Es mi última noche en el continente, en dos horas y media estaré en un avión cruzando el océano, de vuelta a casa. Tengo un proyecto allí y cuentas pendientes por saldar, necesito cerrar el pasado para avanzar en el presente. Dylan lo sabe desde hace días, es más, saqué un billete de avión para él también, pues así me lo pidió. Hoy... todo ha saltado por los aires. Reproches, peticiones absurdas, incoherencias varias... entiendo que, cuando me conoció y abrí mi corazón lo último que esperaba que pasara fuera esto, pero... ¿Quién soy yo para desafiar al destino?

Sol y Zack permanecen en silencio. Este último carraspea.

—Lo... lo siento por contaros todo esto. No sé ni por qué lo he hecho.

—¿Me dejas darte un consejo? —pregunta Sol. Asiento—. Cuando una persona es para ti, lo sabes, no ahora, ni mañana, a lo mejor tampoco en un año, pero ¿Quién sabe si en dos? ¿Cuatro? o ¿Veinte? Nos empeñamos en trazar nuevos comienzos de la mano de una persona a la que queremos, dando por hecho que es lo que quiere, pero la idea de que dos personas conecten en alma, dolor, forma de pensar, proyectos de vida y futuro es tan remota que no deberíamos dar por hecho nunca nada. Lo que tú necesitas hoy, a lo mejor él lo necesita mañana. Y para que lleguéis al punto de equilibrio entre lo que queréis, cuándo lo queréis y cómo lo queréis con la otra persona, primero tienes que construir tu mundo para saber cómo construir un mundo sano con alguien.

Nosotros Nunca [YA EN PREVENTA]Where stories live. Discover now