10. UN ESCUDO INFRANQUEABLE

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Varios días habían pasado desde el encuentro con Tiaris en la catarata. Eranthos tenía a sus hombres más confiables y discretos a la caza de cualquier tipo de información que se relacionara con ella, y conforme iba sumando datos, se hacía más comprensible la actitud de la princesa de querer esconderse.

Al parecer, se le habían dado órdenes estrictas, a ella y a su servicio, pues carecía de amistades, de no entablar ningún tipo de conversación con nadie de la comitiva de los embajadores de Erisalo, ni de mostrarse delante de ellos, bajo pena de ser encerrada, de nuevo, en la Torre Azul.

Esta noticia había dejado a Eranthos estupefacto y enfurecido, ¿es que tenían por costumbre encerrarla? En el Tesoro de las Once Fuentes se había construido una torre, varias generaciones atrás, para encerrar a la reina loca, una antepasada del rey Freintp. Después de eso se había empleado para alojar a rehenes de alcurnia, en tiempos de conflicto, y, recientemente, como el lugar donde habían encerrado a Tiaris cada vez que se había alzado contra su padre o las normas que se le imponían, y era un castigo que se llevaba a cabo desde la edad de tres años de Tiaris. Solo de imaginarlo, Eranthos se horrorizaba. ¿Hasta dónde podía llegar la crueldad hacia ella? ¿Solo por ser una hija ilegítima?

Estaba claro que no era solo por eso. Tiaris desbordaba poder con su presencia. Desde bien pequeña se había convertido en un ser insumiso frente al maltrato, capaz de sacar uñas y dientes para defenderse, sin miedo, y con un coraje admirable. Él lo adivinó cuando cruzaron sus miradas en aquel mágico lugar que ella había convertido en uno de sus escondites. Eranthos haría pagar a toda Caldastea por lo que Tiaris había sufrido.

Con razón, los libros, la equitación, los viajes, y el arco se habían convertido en sus aficiones. Los libros la acompañaron mientras estuvo encerrada. Una de las veces, la dejaron allí durante un año entero, sin permiso de contacto alguno. Contaban que Áron no se separó de la puerta de ese encierro en todo ese tiempo. Esto ocurrió a sus dieciocho, y, decían, la había doblegado, esa vez, de verdad y definitivamente. Era inimaginable lo que hubiera podido pasar en ese tiempo, en su espíritu, para que ella cambiara radicalmente su actitud, de niña insumisa, a dócil mujer.

Por otro lado, la equitación le permitía sentir la libertad que tantas veces le habían arrebatado, y que no sentía en ese castillo. Eranthos conocía muy bien esa sensación. Los viajes también habrían supuesto para ella la oportunidad de alejarse del infierno que era ese lugar para ella. Cuando los hacía, la acompañaba una escolta lo suficientemente numerosa como para impedirle cometer ninguna imprudencia. Se le permitían los viajes por petición de las hermanas, que deseaban perderla de vista lo máximo posible, cuando no había razones para encerrarla en la torre.

Ese nivel de ensañamiento permitía hacerse una idea de la amenaza que las hermanas intuían en Tiaris, y eso era todo lo que Eranthos necesitaba saber de ella para estar determinado a convertirla en su reina. Tiaris era una mujer de carácter, fortaleza y valor incuestionables, pero que habían sido completamente anulados a través del terror continuado durante toda su vida.

Ya tenía la razón del porqué se escondía de él y de su comitiva, y lo hacía tan sorprendentemente bien, que demostraba un perfecto conocimiento del terreno, y un nivel de observación tal, que era capaz de saber en todo momento dónde estaba cada hombre de la comitiva de Eranthos. En todo esto, posiblemente Áron tenía mucha importancia. Tiaris solo tenía un escolta, pero sin duda tenía al mejor que le pudieran haber asignado, pues el joven dedicaba casi cada instante de su existencia a la protección de la princesa.

Todas estas circunstancias obligaron a Eranthos a urdir un plan para poder verla. Dedicó esos últimos días a montar a caballo por los alrededores del palacio, y especialmente por las rutas que ella elegía cuando salía a montar, en la mañana, precisamente a la misma hora a la que él salía a pasear por los jardines.

Una princesa para un rey --Completa--Where stories live. Discover now