"Dos jóvenes viviendo en mundos diferentes entre sí.
sin embargo ambos están hundidos en su propia miseria, luchando para poder sentir, vivir y ser libres de sus ataduras."
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SÁBADO 30 de SEPTIEMBRE
—Muy bien equipo, el día de hoy será de bendicion y edificación, no se desanimen si algunas personas son groseras o si simplemente se van, con un alma que ganemos es más que suficiente.— hablo Javier el líder de jovenes quién intentaba alentar a los jóvenes.
Los chicos se encontraban emocionados y otros tantos nerviosos entre ellos estaba siloé quién se mordía las uñas de ansiedad.
Era la primera vez que evangelizaba de esta manera y pensar en el rechazo le aterra a un poco.
"Qué tal si me preguntan algo y yo no lo sé"
"o" ¿si se burlan de mi? ¿Qué debo hacer?"
"Quiero vomitar"
Todo eso cruzaba por la mente de siloé y por la de algunos otros chicos también.
—Si les piden que oren por ellos y se sienten un poco inseguros o quieren apoyo pueden hablarle a algún líder, incluyendome
—Ya saben, no entren en discusión con nadie, si no quiere escucharlos no los molesten, despidanse y bendigan su vida, si los insultan, no insulten de regreso y sean amables y amorosos con todos.— esta vez hablaba Jessica la segunda al mando del ministerio de jovenes.
—Somos el reflejo de Dios, somos la luz y la sal de este mundo así que demos un buen testimonio.— hablaba por último Martha la pastora y mamá de Siloé.
—Ya saben como estamos divididos, nos vemos aquí a las 5, Dios los bendiga.
El bullicio de los chicos organizándose se hacia presente, siloe caminaba hacia su equipo.
—Reúnanse — exclamó la pastora Martha.
Todos los de el equipo uno lo hicieron, en aquel equipo se encontraba: Mateo, Mónica, Joshua y Siloé.
—Tomaremos del kiosco hasta la fuente, no tengan miedo, no estén nerviosos, Todo nos obra para bien chicos. — Su voz era segura y alentadora cosa que animaba a chicos.
Algunos se paraban con carteles y otros se acercaban a las personas y les regalaban un chocolate, les hablaban un poco de quién era Jesús y como amaba a cada uno de ellos al último ofrecían orar por ellos.
Claro que eso no funcionaba con todos, la mayoría simplemente los ignoraba o rechazaba.
