"Dos jóvenes viviendo en mundos diferentes entre sí.
sin embargo ambos están hundidos en su propia miseria, luchando para poder sentir, vivir y ser libres de sus ataduras."
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—Mi Siloé es una niña buena, mirala toda tranquila, no es cómo las demás de su edad. —Le dijo Martha a la señora Carmen— es una bendición que sea así, ella no me da problemas.
—ay, que bueno pastora, pero era obvio se ve que ustedes la educan muy bien.— contestó doña carmen.
—si, sé que puedo confiar en ella, es muy madura. —acariciaba el cabello de Siloé, quién estaba sentada al lado de su madre algo incomoda.
—Bueno, tengo mis defectos. — decía ella para parar esta conversación.
—Ay mi vida, como todos pero tu mamá tiene razón, se ve que eres bien tranquila y linda—La señora carmen le sonreía.— casi como mi mateo, por eso se llevan bien.
—Oh si mateo es un chico muy educado. —la madre de Siloé también adulaba a mateo.
—Lo importante que es que un joven tenga a Dios en su vida.—Siloé y su madre estaban en la casa de la Carmen tomandose un café.
Siloé tomo su celular
|Tú | Salvame. :0
|mateo| Voy
Se escucharon unas pisadas y poco después entro mateo a la cocina.
—Hola pastora —mateo se acercó a darle un beso en la mejilla en forma de saludo.
—hola, mateo. —le sonrió
—¿Qué paso hijo? ¿necesitas algo? —le preguntó su madre.
—No, no, solo escuche la voz de Siloé y vine a saludarla —sonrio mientras ponía su vista en ella —¿me la puedo llevar un rato? —preguntó
—si, claro— Siloé se levantó de la silla y se fue con mateo —¡Te hablo cuando nos vayamos! —le gritó desde la cocina.
—¡¡si!! —respondió Siloé
Mateo y Siloé caminaron hasta el patio.
Se sentaron debajo del viejo roble, mientras veían el ocaso.
—¿Cómo estás? —preguntó mateo.
—Bien supongo que bien.—respondió ella y dio una sonrisa— ¿y tú?
—¿supones? —le dio una sonrisa ladeada.
—no, digo estoy bien jaja.
—sabes que puedes hablar conmigo ¿verdad? —Mateo la miró fijamente a los ojos.
