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Jaehyun ordenó traer la carpeta de empleados de limpieza. En orden alfabético, A...B...C...

—Ele.— Murmuró cuando llegó. Lim, Liu... —Lee.

Sacó la página, y ahí estaba su hoja.

Lee Taeyong, nacido el diecisiete de julio de mil novecientos noventa y ocho, con un estado civil soltero, y esperaba un cachorro desde hace cuatro meses. Miró hacia la imagen de perfil, y el Omega portaba una leve sonrisa, con una camisa blanca.

Jaehyun suspiró. De seguro estaba en planes de matrimonio con aquel Alfa que lo dejó en cinta. Entonces, ¿Por qué estaba trabajando mientras esperaba un bebé? Era la pregunta que no lo dejaba trabajar tranquilo.

Ahora, en la sala de reuniones, escuchaba las palabras de la ejecutiva mayor, con la mente en otra parte, en aquel Omega que ahora regaba las plantas.

Entrada la noche, salió de la empresa y se dirigió a su vehículo, esa noche conduciría él, en un Aston Martin Victor negro, el auto favorito de Jaehyun. Disfrutaba de conducir él mismo de vuelta a casa, acomodó el cuello de su camisa una vez más, y relamió sus labios antes de unirse a los demás autos en el tráfico. 

Frunció el ceño cuando su vista se perdió en la delgada espalda en el paradero de buses, había empezado a llover hace un buen rato, ¿Era masoquista, o qué? Y suspiró cuando en el momento que volteó, el rostro de Taeyong se reveló, con su nariz rosácea ante la baja temperatura presente, y dio un apretón a la bocina, para llamar su atención, Taeyong lo miró, y Jaehyun sonrió mentalmente cuando las mejillas de tornaron de un carmín color tomate.

Pero Lee se retractó, y Jaehyun bajó la ventana. —Sube.— Miró a otro lado. Taeyong no se forzó más, si enfermaba podría poner en riesgo la salud del pequeño que crecía en su interior. 

Jaehyun abrió la puerta del copiloto, cuando Taeyong estaba subiendo atrás. —No soy un taxi, sube adelante.— Ordenó.

Lee se encogió y subió con incomodidad, tenía temor de ensuciar tal belleza de auto, quizá un centímetro podría darle de comer por meses.

Jaehyun se mantuvo en silencio mientras avanzaba. —Dirección.— Pidió. Taeyong la dictó. Llegaron allí en unos veinte minutos, Jaehyun nunca escuchaba música en el auto, ni charlaba, provocando un silencio incómodo.

Dejó al Omega en su casa, quien le agradeció mil veces, y se fue corriendo con la vergüenza invadiéndolo. Jaehyun bajó la mirada con una boba sonrisa, de vez en cuando se habría estado fijando de la pequeña pancita que sobresalía del vientre del chico, era adorable. Y aún más, el aroma a fresas que se mezclaba con el dulce aroma a vainilla.

Llegó a casa y entregó las llaves, sin cenar, se lanzó en su cama tomando un libro, y comenzando a leer una novela. Cuando sus párpados pesaron, se arropó para dormir.

Tres días después, misma rutina, llegó a la empresa sin apuro. Desde aquel encuentro en la calle, no se había vuelto a topar de imprevisto con Taeyong, y aunque él se niegue, su lobo estaba impaciente. Jaehyun era un Alfa con un aroma hogareño, madera seca, un aroma en el que cualquier Omega o cachorro se sentiría seguro, un aroma que encajaba a la perfección con Jaehyun, protector, cálido y con una tranquilidad que entregar. Y sí, siempre sintió la falta de una pareja en su vida, pero siempre estuvo el trabajo primero. No veía la necesidad de formar una familia o una relación, si bien sus padres le rogaban por traer descendencia al grupo Jeong, nunca hizo caso.

Había tenido una sola pareja en toda su vida, una Beta en el primer grado con la que duró quince minutos antes de que su padre la haya ido a buscar a la escuela. En la universidad fue una total sensación, tuvo la suerte de no tener una pubertad agresiva, no necesitaba maquillaje para verse bien. Y ahora, escribía de trabajo en su escritorio, en su teclado. Eunbi tuvo que tomar una licencia después de que su madre haya necesitado ayuda en otra ciudad por su enfermedad.

Jaehyun se preocupó al darse cuenta que no tenía un reemplazo ahora, y ordenó traer a cualquier trabajador.

Y así, la puerta fue tocada con delicadeza, y al dar el 'Pase', se abrió.

No sintió ruido, así que miró, y un ojito se asomó tras ella, que ante su vista desapareció. —Pasa.— Pidió nuevamente. Y el individuo le obedeció. Y Taeyong apareció con la mirada gacha.

—M-Me dijeron que debía venir, aquí estoy, señor.

Jaehyun señaló unos papeles a su lado. —Ordénalos en orden alfabético, después anota cada pieza en una ficha, y agenda tres reuniones el día viernes a medio día.— Siguió en lo suyo.

Lee murmuró entre dientes un insulto, y Jaehyun lo miró. —Disculpa, ¿Qué dijiste?

El pánico y el carmín llegó al rostro de Taeyong. —Nada, señor.

—Empieza.— Ordenó.

Taeyong vio una tableta portátil en el escritorio, se acercó y tomó asiento en la silla frente a él, la tomó y comenzó a anotar. Jaehyun siempre detestó más aromas que el suyo en su oficina, por lo que en algunos contratos los inhibidores eran necesarios, pero el aroma dulce de Taeyong, no le molestaba en lo absoluto.

En un silencio completo, el aroma hogareño de Jaehyun se hizo presente, y el instinto de Taeyong no tardó en reaccionar; un ronroneo se escuchó, despegando a Jaehyun de sus papeles, lo miró.

El Omega se sonrojó. —Lo siento...— Mordió su labio inferior con la mirada gacha y dirigió su vista hacia su mano, y sintió su lobo dar vueltas cuando este acariciaba su vientre.

Jaehyun devolvió su mirada a los papeles en su escritorio, y Taeyong se puso de pie.

—Ya terminé.

Por alguna razón, para Jaehyun el aroma del chico era agradable, no quería que se fuera.

—Ahora...— Pensó en alguna excusa. —Ordena que traigan mi almuerzo, luego puedes irte. Taeyong asintió antes de hacer una reverencia y salir de la oficina. Jaehyun se maldijo mentalmente, se había ido de igual forma.

Por la noche volvió a casa con un largo suspiro, subió a su habitación, y se dio un baño rápido, secó sus cabellos con una toalla y con únicamente un pantalón de pijama se lanzó a su enorme cama con cansancio, se quedó dormido con rapidez, y en sus sueños aquel Omega apareció.

Un largo sueño, donde despertaba en su habitación, con la agradable vista de Taeyong meciendo a un bebé a la luz del sol. Y de pronto los labios del Omega se aproximaban hacia los suyos, tiernos, rosados y se veían jodidamente suaves.

Sólo centímetros, o milímetros quizá, pero la alarma lo interrumpió. Despertó de golpe, era un nuevo día, y con el ceño fruncido, tiró la almohada lejos.

Definitivamente estaba mal.







Hola!, acabo de terminar de escribirla y corregirla me asegure de que no tuviera ningún nombre de la historia original, si ven algún error no duden en decirme, pero con un poco de tacto por favor yo no soy la mejor en esto y aveces se me puede escapar un nombre.

Sin más gracias por leer y votar, disfruten!

Bebé [Jaeyong]Where stories live. Discover now