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Nuevo día y la misma rutina. Levantarse, ducharse, limpiar sus dientes, e ir a la oficina.

Secó su tonificado cuerpo a la cálida y tenue luz del mostrador de su sanitario personal. Gotas de agua caían de sus cabellos azabaches, y con una sonrisa vio su torso al espejo. Esos años de ejercicio habían valido la pena.

Con veintidós años, era la sensación en toda Asia debido a su atractiva apariencia, y por sobre todo, por a tan temprana edad ser el heredero del grupo Jeong, y elevar la economía en varios por cientos.

Abrochó el último botón de su camisa y se puso su chaqueta, y ya completamente vestido, bajó las escaleras.

Las empleadas tenían todo listo, con la esperanza de que diera un bocado al desayuno. Pero bajaron la mirada como todos los días cuando Jaehyun se marchó.

Jeong tenía un complejo de melindroso, rechazaba el desayuno, y dejaba su alimentación para el final, no daba ni un bocado cuando podría dormir o trabajar en ese tiempo.

Tarareó en voz baja la canción que sonaba en la radio mientras el chofer adelante conducía, y al llegar, cambió su rostro tranquilo a uno amenazante en el momento que el vehículo se detuvo frente al enorme edificio.

Bajó y su secretaria, Beta, lo recibió con una sonrisa, enseñándole un papel que el Alfa firmó con rapidez, firma sencilla, jugando con las siglas 'J' 'H' entre ellas.

Subió al ascensor y respondió la pregunta del Jefe del área de humanidades, y al llegar al último piso, las puertas se abrieron en su oficina.

Tomó asiento y sacó la primera carpeta de papeles. Habían contratos, renuncias, reposición de papeles, solicitud de compras, currículum, etc. Revisó con calma cada papel y firmó o rechazó los respectivos, después de pedir un café.

Frunció el ceño ante el gusto dulce de este, él nunca lo pedía así. Soltó un gruñido y le llamó a su secretaria.

—Eunbi, ¿Qué es esto?— Bufó, bastante molesto.

—¿Está malo, señor?— Se extrañó, y se acercó recibiendo el vaso de cartón.

—Pruébalo.— Apoyó su espalda contra el respaldo de la silla.

Kwon Eunbi y él se conocían hace años, generando tanta confianza, que Kwon no tuvo problema en beber del mismo vaso.

—Para mí está bien.— Abultó los labios, y Jaehyun bufó.

—No me agrada el café ni muy dulce, ni muy amargo.

—Puede ser porque uno de los encargados de limpieza lo tuvo que hacer, la señorita Kim tuvo una hora médica.

—Ve y enséñale a hacer bien un café.— Ordenó. —No se irá hasta que aprenda a hacer un buen café.

Bien, el CEO Jeong siempre fue exigente, con sus ojos grandes amenazaba a cualquiera que se le cruce, y daba terror absoluto cuando alguien cometía un error.

Eunbi ya estaba acostumbrada a ese tipo de situaciones, y no muy de acuerdo, hizo una inclinación antes de salir camino a donde el encargado de limpieza estaba.

Habían un total de cincuenta y tres encargados de limpieza en todo el edificio de treinta y cuatro pisos, y justo a él le había tocado hacer el café del CEO Jeong.

Jaehyun suspiró y se puso se pie, nadie en años había preparado mal su bebida, y lo enfurecía.

Pronto, Eunbi trajo una bandeja con un nuevo café. Lo probó, e hizo una mueca de desagrado.

—Esto está frío.

Eunbi recogió el vaso, y minutos después regresó con otro. —Tiene mucha azúcar.— Rechazó.

Iban por el vaso número ocho, cuando Jaehyun asintió. —Está bien, dile que no vuelva a repetir un error como ese, si no quiere su trasero fuera de esta empresa.— Amenazó. Eunbi no pudo evitar al salir de la oficina, sonreír, por fin el pobre empleado lo había logrado.

Bufó, sus pies dolían gracias al tacón alto y al correr por vasos de café hechos por un empleado por horas, suspiró con un puchero.

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Al día siguiente, Jeong solicitó la presencia de sus ejecutivos y de personal en la sala de reuniones. Escuchó, rechazó y aprobó algunas propuestas de proyectos, y pidió un vaso de agua, el cuál Eunbi trajo, estaba tibia, gasificada, simplemente desagradable.

Con molestia, sintió su enojo incrementar en el momento que su secretaria le informó que la persona que preparó aquella agua, era el mismo trabajador del café del día anterior.

—Despídelo.— Ordenó.

—No podemos hacer eso, él-— Jaehyun la interrumpió con una mirada amenazante. —A su orden.— Hizo una inclinación y caminó a la puerta.

—Detente, iré yo mismo.— La detuvo y se puso de pie. Trabajadores que pasaban por el camino, se mortificaban y rezaban de que aquel regaño no se dirija hacia ellos.

Bajó al piso catorce y caminó con rapidez hacia donde aquel hombre estaría.

—Se encuentra limpiando las ventanas, en aquella habitación.

Y Jaehyun entró, sin nadie que lo siga.

Comenzó a escuchar una delicada y suave voz, cantar una canción de cuna.

Y su vista fue invadida por un chico, joven, que al mirarlo y enseñar su rostro, se dio cuenta de sus facciones adorables, pómulos definidos, piel lechosa y unos redondos ojos brillantes.

Al inhalar, en su aroma se notaba que era un Omega, con aroma a vainilla. Y un aroma más dulce, en su vientre, fresas.

El trabajador hizo una inclinación. —Buen día señor Jeong.— Bajó la mirada reponiéndose en su lugar.

Los ojos de Jaehyun brillaron ante la belleza de aquel Omega, poco más bajo que él, vestido con el uniforme, una camisa blanca, su credencial y pantalones negros.

—Lee Taeyong.— Miró su credencial.

El chico se sonrojó con escuchar su nombre en los labios del Alfa, y sintió su lobo interior dar vueltas, ladrar y mover la colita.

—Deberías saber hacer un café, ¿No?— Cambió su semblante tranquilo a uno serio. —O al menos saber servir un simple vaso de agua.

Taeyong se encogió. Adorable.

Jaehyun amenazó a sus instintos, y se inclinó un poco hacia adelante.

—Bueno...yo...acostumbro a hacer el café sin azúcar...— Bajó la voz con la mirada en sus zapatos.

—Al menos podías probarlo, no me gusta el café con azúcar, no me gusta el agua gasificada, no me gusta el agua tibia.

—Lo siento, no tomé en cuenta lo que debía servir, estaba realmente ocupado moviendo los libros de la biblioteca, y no puedo consumir café, yo-— Su sonrojo aumentó.

—¿Por qué no podrías?— Interrogó, nada lo convencía de no despedirlo.

—B-Bueno....— Miró su vientre. Y Jaehyun entendió.

—¿Estás embarazado?— Se cruzó de brazos.

Taeyong asintió.

—Continúa con tu trabajo.— Ordenó. Jaehyun se fijó en sus manos, eran lechosas y delgadas. Se retiró en un semblante serio y volvió a la oficina a trabajar con una sensación extraña en el pecho, sintiendo la vista pesada en los papeles ante el encuentro.

Bebé [Jaeyong]Where stories live. Discover now