cinco

3.6K 199 33
                                    

El frío le golpeó en la cara nada más salir y se maldijo por no haber cogido un abrigo. Por lo visto nada le iba a salir bien esa mañana.
Álvaro tampoco le cogía el teléfono, y fue Bea quien, tras la tercera llamada, se dignó a contestarle, molesta porque la había despertado.

–Bea, escúchame. Voy a tu casa.

–Juanjo, ¿qué cojones? Estoy en casa de Claudia.

–Pues vamos a tomarnos algo, por favor.

–¿Y Álvaro?

–No me lo ha cogido. Bea, por favor, estoy dando vueltas como un loco.

–¿Pero qué te ha pasado?

–He pasado la mayor vergüenza de mi vida, te lo juro.

–Tienes que dejar de ser tan exagerado.– Escuchó otra voz en la llamada que, aunque no entendía, supuso que sería Claudia, la novia de su amiga. Creyó que Bea le decía "es Juanjo" y "me voy a ir". Cruzó los dedos mentalmente porque necesitaba hablar con alguien.

Tras unos segundos, Bea accedió.

–¿Dónde nos vemos?– Dijo con un suspiro.

Llegó a la cafetería antes que ella y optó por pedirse una manzanilla con una galleta de chocolate para ver si conseguía relajarse algo. Se sentó en una de las mesas de la esquina, harto del tic nervioso que se apoderaba de su pierna.
Su cabeza no paraba de dar vueltas.
Ahora estaba tan avergonzado de sí mismo. ¿Quién era él para enfadarse por algo así? Martin era libre de llevarse a casa a quien le diese la gana. Pero a su vez, ¿no podría haber esperado a que él no estuviese en el piso? No costaba nada tener un poco de sentido común y, lo único de lo que estaba seguro, era de que él nunca se habría llevado a ninguna chica a casa mientras él hubiese estado. Las paredes seguían siendo una mierda. Pensó en si se hubiese despertado por la noche. Habría preferido la muerte.
¿Estaría enfadado Martin con él? ¿Le habrá contado ya lo que había pasado a sus amigas?
¿Y qué más da lo que pensasen de él sus amigas?, se dijo. Tampoco tenía que caerles bien, le tenía que dar igual. Nadie iba a darle un premio por ser simpático. No le podía caer bien a todo el mundo. Además, le pegaba tan poco ser gay. Aunque, a decir verdad, Juanjo nunca se había planteado que Martin pudiese serlo. Solo sabía que haberse encontrado a una chica habría sido mucho más agradable. Seguro que no lo habría mirado por encima del hombro mientras se preparaba el desayuno en una cocina que no era suya.

Bea interrumpió sus pensamientos sentándose en la mesa con un café y un cruasán. Ni siquiera se había dado cuenta de que había entrado en la cafetería.

–Venga, novedades Martin.

–¿Cómo sabes que esto es sobre él?

–¿Me equivoco?– Juanjo negó.– Pues venga.– Le dijo haciéndole un gesto con la mano, animándolo a empezar.

Nunca había visto a Bea reírse tanto de él. En su propia cara. Y lo único en lo que ahora podía pensar era en cuando se lo contasen a Álvaro. Si Bea, que era la madura de los tres, había reaccionado dando incluso golpes en la mesa mientras se reía, estaba perdido.

–Bea, por favor, ya está.– Le pidió sobre sus carcajadas, aún avergonzado.

–Pero, ¿cómo se te ocurre? Le habías dicho que te daba igual que se llevase a alguien a dormir.

–¡Pensaba que se iba a llevar a alguna de sus amigas! Yo no sabía que iba a encontrarme con un modelo de Calvin Klein, Bea. De haberlo sabido le habría mandado a la mierda cuando me lo dijo anoche.– Bea volvió a reír y a Juanjo solo le quedó rodar los ojos.– Te lo digo en serio, ¿cómo vuelvo a entrar yo ahora al piso? Hola, Martin, sí pues me parece que eres un guarro y la próxima vez que te traigas a un tío pídele, por favor, que no use una de mis tazas.

am i homophobic? - juantin Where stories live. Discover now