quince - epílogo

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–Lleváis liados un puto mes.– Álvaro andaba de espaldas por los pasillos de la universidad, con una de sus libretas bajo el brazo y la atención fijada en su amigo. Juanjo se encogió de hombros.

–Tampoco es que Paul y tú fueseis muy rápido en oficializar nada.

–Amor, lo nuestro fue complicado. Éramos amigos, no queríamos estropear la amistad..., lo típico. Pero fueron máximo dos semanas. Ni de coña un mes.– Paró en seco, haciendo que Juanjo frenase sobre sus talones.– Además, dentro de nada hace como un mes desde que te declaraste, ¿no?– Juanjo sintió la sangre subiéndose a sus mejillas.

–Es hoy de hecho, sí,– confirmó. Álvaro dio unos saltitos emocionado.

–¡¿Qué?! Por Dios, Juanjo, tienes que aprovechar el momento. ¡Es perfecto! Pídeselo ya.

–Dios, eres tan pesado.– Dejó caer la cabeza hacia atrás en un gesto exagerado al que Álvaro contestó con un bufido.

–Y tú tan aburrido.– Juanjo le enseñó su dedo corazón a la vez que lo escuchaba reírse.

Martin y él habían pasado un mes juntos. No juntos como tal, pero para Juanjo era más que suficiente. Se esperaban para cenar y Martin siempre encendía una vela de vainilla que ponía en el centro de la mesa. Ponía los ojos en blanco cuando Juanjo se quejaba de que algún día iba a quemarlo todo por culpa del romanticismo, pero le sonreía y le daba un beso a pesar de que era la misma broma que le hacía todos los días. Juanjo sentía su corazón crecer tantísimo que todavía no entendía cómo aún no se le había escapado del pecho.
Dormían juntos la mayoría de noches, algunas veces se quedaban dormidos en el sofá después de que Martin pusiese una peli francesa sin tener en cuenta las quejas de Juanjo, aunque siempre lo despertaba con una sonrisa y lo ayudaba a levantarse para seguir durmiendo en la cama.
Estaba tan acostumbrado a dormir con Martin que no entendía cómo habían desperdiciado tanto tiempo evitándose.
Sus pulsaciones se aceleraban cada vez que el vasco le mandaba un mensaje, aunque solo fuese un "buenos días" y un corazón; o cada vez que llegaba a casa y escuchaba ruidos o voces en la cocina, sabiendo que él iba a estar esperándolo. Había sido ambicioso y ahora incluso se llevaba bien con Ruslana, aunque la pelirroja le había dejado claras una serie de amenazas por si hacía daño a su amigo.
Era demasiado orgulloso como para admitirlo en voz alta, pero era evidente que ya llevaba un tiempo enamorado. De hecho, creía que lo había estado desde la noche en la discoteca.

Las palabras de Álvaro le ocuparon la mente toda la mañana, un mes de prueba era bastante tiempo como para que Martin decidiese si quería que fuesen algo más. Él, por su parte, tenía claro que lo quería todo con Martin, pero le aterraba que una parte del menor pudiese rechazarlo. No es que fuese dependiente, sino que el vasco ahora jugaba un rol fundamental en sus días y era algo que no quería perder por nada del mundo.

mi martinxu:
juanjiii hago yo la cena hoy
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Su sonrisa fue involuntaria cuando el primer mensaje fue seguido por otro lleno de emojis de flores. Álvaro lo miró con una ceja levantada, inclinándose desde su silla para leer la pantalla. Bufó.

–Pedazo de maricones.– Le susurró.– O le pides salir o ya me las ingeniaré yo para que de hoy no pase.

–A lo mejor sí que tengo que pedírselo...– Murmuró. Su amigo se giró de golpe, provocándole una risa burlona.

–¡Por fin!– Exclamó alzando la voz.– Anda que no te ha costado.– Varias chicas de la fila que tenían delante se giraron para pedir silencio, las mejillas de Álvaro tiñéndose de rojo.– Homofobia. Mejor no vamos a la siguiente. Tenemos que planear.

am i homophobic? - juantin Where stories live. Discover now