ocho

3.8K 217 28
                                    

Se separaron en cuestión de segundos. Juanjo con la respiración agitada y Martin aún con los ojos cerrados.
El mayor desapareció antes de que el otro pudiese decir nada.
Corrió a su habitación cerrando la puerta tras él, dejando a Martin en el pasillo y sin girarse para comprobar si había provocado alguna reacción en él.
Solo pudo recuperar el aliento cuando se apoyó sobre su puerta cerrada, siendo consciente de lo que el beso significaba. Su cabeza no paraba de dar vueltas, de reproducir la conversación que había tenido con Bea en su mente, dándose cuenta de que todas las piezas encajaban y maldiciéndose por no haberse dado cuenta antes. Ahora todo era tan evidente.
Desde su malhumor injustificable causado por los chicos que Martin traía a casa hasta su interés por conocerlo, su deseo por que fuese simpático con él y por que hablasen algo más que de asuntos del piso.
Se pasó una mano por la cara, suspirando.
Su mente creando ya miles de situaciones posibles, empezando por Martin tocándole la puerta y exigiéndole explicaciones, las cuales no tenía, o recogiendo sus cosas y abandonando el piso en ese mismo instante, lo cual, a lo mejor, no sería tan malo.
Le apetecía gritarse. No sabía estarse quieto. Todo había vuelto a la normalidad, parecía que volvían a ser amigos, si es que en algún momento lo habían sido, y le había parecido buen momento para darle un beso y dejarlo plantado. Sin explicaciones. Sin nada. Lo había dejado en el pasillo después de que él le hubiese dicho que estaba mal por culpa de un tío. Genial. De puta madre. Pero tampoco tenía explicaciones para él mismo. ¿Qué le iba a decir a sus amigos? Sí, teníais razón, por lo visto creo que Martin me lleva gustando desde que lo vi entrar por la puerta del piso, pero como soy tonto y supuestamente hetero he tardado un año en darme cuenta.
Se tiró en su cama dirigiendo su atención al techo.
Cerró los ojos e intentó hacer el menor ruido posible, como si así pudiese desaparecer un momento, pero volvió a pensar en Martin y en si podría escuchar lo que estaba haciendo si se quedaba muy callado. No tuvo éxito. No escuchaba nada. Barajó la opción de salir, pedirle perdón, o, en su defecto, preguntarle si le había gustado el beso. A él sí, pero no se veía lo suficientemente preparado para hacérselo saber. No sabía si se arrepentía. Al menos se había dado cuenta de algo, pero ahora iba a volver a huir de una situación que él mismo, haciendo cosas sin pensar, había provocado. Gruñó girándose y quedando boca abajo en la cama, y tras minutos dándole vueltas al mismo tema, acabó quedándose dormido.
Fue despertado por el sonido insistente de su teléfono; una llamada grupal de sus amigos. Prefería la muerte.
La aceptó de mala gana, siendo consciente de que eran pasadas las once de la noche y lo único que le apetecía era seguir durmiendo. Álvaro fue el primero que habló.

–Juanjo.– Lo saludó alargando las vocales de su nombre, en un tono burlón.

–Sois unos cabrones, me habéis despertado.– Farfulló.– O me decís qué queréis pronto o me salgo de la llamada.– Bea silbó ante su tono.

–Y eso que íbamos a disculparnos.– Murmuró.

Juanjo se incorporó en la cama, acercándose el móvil que tenía tirado sobre la cama y quitando el altavoz.

–¿Qué? ¿Disculparos por qué?

–Es verdad que hemos sido un poco pesados con el tema de Martin.– Su amigo hizo una pausa.– A ver, contigo no tanto, pero entre nosotros hemos sido bastante conspiranoicos.

–Yo esta tarde he sido un poco insistente. Te lo admito. Pero sigo pensando que estás siendo muy intenso y tiene que haber alguna razón detrás, entiéndeme.

–Entiende también que tenemos demasiado tiempo libre.– Añadió Álvaro.

A Juanjo le apetecía llorar.

–Respetamos mucho que seas hetero también, aunque nos rompas un poco la estética del grupo.– Bea dejó escapar una carcajada.

–Álvaro tiene razón, pero te queremos igual.

–Chicos, no estoy enfadado por que me dijeseis eso.

–Ya, pero si seguíamos insistiendo es muy fácil que te hubieses enfadado, así nos quitamos la disculpa, que cuando pillas el cabreo es imposible hablar contigo.– Ojalá su mayor problema en ese instante fuese enfadarse con sus amigos porque quisieran emparejarlo con su compañero de piso.

–Bueno, disculpas aceptadas. Me voy a ir a dormir si me lo permitís.– Casi pudo escuchar a ambos suspirar aliviados.

–¡Espera!– Intervino Bea.– Álvaro tiene novedades.

–A ver, novedades como tal, no. Paul y yo vamos a salir a cenar mañana.– Juanjo frunció el ceño.

–Muy bien, ¿quieres que nos acoplemos o algo o...?

–De verdad, me creo que te hayamos despertado porque no pillas ni una, ¡en plan cita!– Juanjo suspiró. Ya había tenido bastante de citas y enamoramientos por más de otro año.

–Me alegro mucho, que lleve cuidado que nosotros tenemos muy mala leche y nos da igual que ya lo conozcamos. Lo estaremos vigilando.– Álvaro rio y fue de lo último de lo que hablaron antes de colgar. Ni siquiera se había atrevido a confesárselo a sus amigos, no sin antes haberlo procesado él mismo.

Lo primero que sintió a la mañana siguiente fue la misma presión en el pecho que la semana anterior, cuando no se hablaban. Estaba harto, y más harto aún de que ambas situaciones hubiesen sido provocadas por él y su impulsividad. Deseaba ser más consciente, pensar en cómo sus acciones iban a afectar a los demás antes de hacerlas. Y no dejarse llevar por el pánico. Porque ahora estaba así, con miedo de salir de su habitación pero siendo consciente de que tenía que ir a la biblioteca para organizarse antes del inicio de las clases. Ya tenía mensajes de Álvaro y Bea diciendo que ellos ya estaban allí, preguntándole si antes de llegar podía comprar cafés para los tres. Juanjo se pasó una mano por la cara. Sería rápido. Cogería una manzana para comerse por el camino, a lo mejor algunas galletas. O mejor, no cogería nada y se lo compraría de la cafetería, de todas formas tenía que pasar por una sí o sí. Saldría a la cocina a beber agua, para luego meterse lo más rápido posible al baño y salir del piso cuanto antes. No tenía por qué encontrarse con Martin. Aún era temprano. A lo mejor estaba durmiendo. A lo mejor él ya había empezado las clases y ni siquiera estaba en el piso. Suspiró una vez vestido, rezando a quien sea por no encontrarse al vasco.
Pensaba que había completado la misión con éxito, ni rastro de Martin. Hasta que salió del baño y se dio de bruces contra él. Martin lo agarró por los hombros para evitar su caída. Juanjo sintió cómo le recorría un escalofrío.

–Juanjo.– Le dijo con un hilo de voz.– ¿Puedes hablar un momento?– El otro ni siquiera se atrevió a mirarle. Negó con la cabeza para luego decirle:

–Llego tarde. Me están esperando.

Martin apartó las manos de sus hombros como si se hubiese quemado, apartándose también para dejarle irse.

Fue la escena que se repitió en su mente durante todo el día, consciente de que cuando volviese al piso tendría que enfrentarse a él otra vez, y sintiéndose culpable porque no había sido capaz ni de hablarlo con sus amigos.
Volvió a casa más tarde de lo normal, haciendo el esfuerzo por alargar el día lo máximo posible, pensó incluso en dormir en la residencia de Álvaro, pero al día siguiente tenía clase y no llevaba ninguno de sus libros consigo, así que no le quedaba otra.
Escuchó su móvil vibrar en el bolsillo de su pantalón tan pronto como pisó el portal. Se estremeció al ver los mensajes. Definitivamente la había cagado.

Número desconocido:
Juanjo, hola
Visto 22:47
Soy Ruslana, Álvaro me ha dado tu número
Visto 22:47
¿Sabes si le pasa algo a Martin? No me ha cogido el teléfono en todo el día y no ha venido a clase
Visto 22:48
Sé que no empezamos muy bien pero habla con él y me dices porfa, estoy preocupada
Visto 22:48
No quiero que le pase nada y últimamente estaba teniendo movidas con un chaval
Visto 22:49

Tomó aire y subió al piso.







///////
8k sois las mejores!!!!! muchas gracias <3

am i homophobic? - juantin Where stories live. Discover now