CAPITULO VIII

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En algún momento de nuestras vidas, todos empezamos diciendo mentiras. A medida que el tiempo avanza y envejecemos, nos convertimos en expertos en mentir por cosas pequeñas. Mi mentira más repetitiva solía ser decirte que estaba bien y mostrarte una sonrisa, mientras por dentro me consumía el dolor y la agonía de este amor unilateral.

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