Capítulo 3.

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Príncipe Zachary.

10 de junio de 1881.

Eliot tiene los ojos rojos, sus puños cerrados.

El salón real está en completo silencio.

Mientras la reina y la princesa Anya viajaban de vuelta a su palacio, luego de un extenso día en una casa de refugiados, víctimas de los rebeldes que quedaron luego de la guerra civil. Los rebeldes atacaron sus carruajes, dejando a los guardias y al cochero muertos junto a la reina. La princesa Anya sobrevivió aparentemente por un milagro del señor, ella llevo a su madre al palacio. Aunque se dice que la princesa estaba repleta de sangre, de pies a cabeza.

Anya está con un velo color negro sobre su rostro. Sin embargo, su expresión corporal me dice que no está del todo bien.

Después del funeral y el reino despedirse de su eterna reina, vi a la princesa irse con la cabeza en alto. Trate de no seguirla con mi mirada.

—Creo que le hace falta compañía —el susurro de mi madre hace que pierda de vista a la princesa.

—Tal vez.

Mi madre choca su hombro con el mío con una pequeña sonrisa.

La observo, puede que ya sea el adulto que mi padre siempre espera, o eso me gusta creer, pero imaginar perder a mi madre de tal manera, mi dolor y despecho sería inmortal. Esa sería una de las razones por las cuales no quiero casarme o enamorarme alguna vez, ya tengo suficiente debilidad por mi familia y mi reino, como para enamorarme y así los enemigos tomar provecho de esto.

Inhalo y exhalo encaminandome por donde vi irse a la princesa. Y después de cruzar por el pasillo veo un camino largo. Inspecciono mi alrededor y una doncella cabizbaja camina hacia mi.

—Discúlpeme, señorita. —Me acerco a su paradero.

La doncella me mira sonrojada.

—No tiene que disculparse alteza. ¿En que lo puedo ayudar?

—¿Sabe hacia donde fue la princesa?

Ella asiente y me indica hacia donde ir.

Corro hacia el lugar y contemplando una gran puerta abierta. Al adentrarme los estantes de libros me reciben, junto a unos murmullos casi lejanos.

Doy pasos silenciosos hasta detenerme al ver un chico con la princesa frente al ventanal abierto.

Me parece familiar su rostro, lo que deja ver la luz de la luna.

—Anya —dice el nombre de la princesa con mucha confianza, tomando su mano.

—Te dije que no —su respuesta es rotunda y firme, aunque me impresiona que él no lo capte.

Ella sigue sin darle una mirada de vuelta, solo ve a través de la ventana.

—Éramos mejores amigos ¿no recuerdas? Tu misma me lo decías.

—Entonces escúchate. —Se levanta de su asiento mirándolo con desprecio—. Éramos amigos.

—Anya...

—Ella dijo no. —Intervengo—. ¿Qué parte de la oración no entendió?

El chico se sobresalta.

»Y otra pregunta. —Doy pasos hacia el chico—. ¿Por qué se dirige hacia su alteza real con tal ligereza?

Se muestra firme ante mí, pero no sabe cómo responderme.

—Vete. —Me sorprende escuchar la palabra de la princesa.

El bosque de Westfell.Where stories live. Discover now