Capítulo 5.

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Príncipe Zachary.

15 de marzo de 1885.

—No podemos enviar esas armas. —Mi padre me mira fijamente.

Siempre hace lo mismo, me pone a prueba en este tipo de decisiones que me formarán como un «rey».

—¿Y qué sugieres tú? Debemos cumplir con Avanya.

—Enviemos el nuevo prototipo.

Mi padre suspira y se pasa los dedos por la frente terminándose de sentar en una de las sillas.

—No podemos...

—Son armas al fin y al cabo. Este prototipo ya lo hemos probado y no ha teñido daños colaterales; además, tenemos la cantidad justa para enviarla. —Apoyo mis manos en el gran mesón de la sala de estrategias en donde solo estamos él y yo.

—El rey Radcliffe no estará contento.

—Puedo ir yo mismo a llevárselas en persona. Eso no lo hará desconfiar o enojar.

Y teniendo en cuenta que soy alguien de su agrado, podría decir que hay favoritismo hacia mi, pero esto lo guardo para mi.

Mi padre asiente con mucha atención. Y el atisbo de una pequeña sonrisa aparece en su rostro.

—A veces me sorprenden tus decisiones. —Niega con la cabeza—. Está bien lo haremos; pero dirás eso tú mismo al consejo.

—Sabes qué no tengo ningún problema al respecto —digo caminando hacia la puerta.

—Lo sé, te encanta molestarlos.

Le sonrío y salgo de la sala, por curiosidad me asomo por una de las ventanas que da hacia el jardín del oeste del castillo. Me sorprende ver tan temprano a Anya caminando en el. Sin embargo, sigue en línea recta hacia el bosque.

—¡Anya! —Grito, pero me ignora.

Corro por los pasillos del castillo, bajo las escaleras lo más veloz que puedo, tropiezo con el personal del castillo hasta llegar al jardín.

—¡Anya! —Corro hacia ella tomándola del brazo. Se sobresalta escapando un grito de sus labios—. Anya, ¿Qué pretendías hacer?

Su pecho se mueve con rapidez por sus respiraciones fuertes.

—Yo... yo estaba... iba...

—No puedes ir al bosque ¿lo entiendes? —Busco sus ojos que estan perdidos en el bosque—. Por algo le dicen el bosque prohibido.

Por fin sus ojos de un ámbar oscuro conectan con los míos, reaccionando al instante de mi mano en su brazo, se zafa de él e intenta irse.

—¿Por qué ibas al bosque? —Le cuestiono.

—Si iba o no, ya no es tu asunto. —Intenta caminar con el pomposo vestido.

—Anya, hablo en serio... —entonces recuerdo las cosas que dijo cuando se perdió—. Todavía crees en las voces del bosque —afirmo.

Ella se detiene exhalando.

—Alteza —no lo dice de forma dulce—, yo sé lo que vi y...

—Oh por Dios. —Río—. Anya eras una niña, todos tienen ese tipo de fantasías, no puedo creer que en realidad pensaras que era real. ¿Creí que habías madurado ya?

Los labios rosados de Anya se fruncen, sus cejas gruesas igual.

Da tres pasos hacia mi con la espalda recta hasta estar frente a frente.

El bosque de Westfell.Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora