Capítulo 9.

127 11 1
                                    

Princesa Anya.


19 de marzo de 1885.

Sus labios eran suaves, pero sus movimientos eran bruscos, sus manos acariciaron mi espalda; no sabía que con su simple toque me haría desear tener sus manos sobre mi de nuevo. No recordaba que un beso podría ser tan arrebatador, con Thomas los besos fueron dulces y tiernos, él me gustaba, me encantaba, le di todo de mí, pero aún así no le importó.

Aunque es un alivio que mi relación efímera con el duque no llegara a oídos de mi padre, sino el tratado con Westfell estaría en peligro; sin embargo, puede que sí lo esté debido a que mi virtud en realidad es inexistente, y es, bueno, era, importante que mantuviera mi virtud para el príncipe, porque ningún rey quiere que su esposa haya sido profanada por otro hombre primero que él. Me las ingeniaré para que Zachary no se percate que fue así.

Suspiro abrochando el brazalete en mi muñeca, mientras caminando hacia el jardín para merendar con la reina Kindred.

—Buenos días su majestad. —Hago mi reverencia y me planto en la silla frente a ella.

—Buenos días, princesa Anya. —La reina me sonríe con gracia—. Le pedí a Zachary que nos acompañara hoy, pero no recordaba que se iba a Avanya.

—Oh, ¿ya lo hizo?

La reina asiente.

Comienzan a servir el té, mientras uno de los mayordomos del castillo planta una taza de café frente a mi.

—¿Esta es...?

—Si. —Ella me interrumpe—, es el café que siempre tomabas en Avanya. —La pequeña cuchara hace contacto con su taza—. Recuerdo que tu amabas ese dulce café, y cuando nos visitabas siempre lo pedías. Le pregunté a tu hermano sobre si sabía la receta del café y no tuvo problema en hacérmelo saber.

—Oh...—mi sonrisa es sincera—. Gracias.

El café dulce de almendras es mi favorito. Descubrí esta leche en una de mis lecturas sobre los romanos y los griegos, muchos de ellos hacían leches vegetales, de inmediato lo amé.

Llevo la taza a mis labios y la espuma acaricia mi paladar, sabe tal cual a como lo tomé la última vez.

—Debo decirte esto.

Mis hombros se tensaron al escuchar su tono de voz.

—Nunca imagine que el reino de Westfell te acogería con tal amor en el festival de primavera. El reino ya te ama, y no te has casado aún con Zachary.

Esta vez mi sonrisa no se completa del todo. Casarme con Zachary... sigue siendo la peor idea que se les había ocurrido.

—Para mí ha sido toda una sorpresa, estoy muy agradecida de que Westfell me haya recibido de una forma hermosa llena de alegría y amor.

Tomo una de las galletas y la sumerjo en el café.

—Westfell siempre te recibirá con los brazos abiertos. —La reina toma su taza de té.

El bosque siempre te recibirá con los brazos abiertos.

Me sobresalto y mi mirada se dirige hacia el bosque.

—Es una suerte que no te pasó nada cuando entraste. —Las palabras de la reina Kindred llaman mi atención—. Recuerdo una historia sobre una princesa que desapareció en el bosque. Por los relatos y libros, sé que la princesa le encantaba ir al bosque, y teniendo en cuenta que es el bosque del castillo, nadie que no fuera parte de la realeza podría pasar el tiempo allí, una vez la princesa desapareció todo un día, jamás la encontraron, y una madrugada el bosque se incendió. Cuando los soldados quisieron entrar para saber si había heridos, no volvieron a salir. Y desde ese momento el bosque está prohibido.

El bosque de Westfell.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora