Capítulo 10

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Chaeyoung miró a Mina e hizo una mueca. Esperaba que su esbelta compañera, que corría sin esfuerzo a su lado, no la viese quedarse sin aliento. «Correr. Odio correr. Una estúpida forma de ejercicio. Terrible para los pies. Una muerte para las rodillas. Que me den una bici, o mejor aún... patines.» 

Mina la miró de reojo y sonrió con un gesto encantador.

–¿No es estupendo?–

–¡Oh sí, fabuloso! Me encanta.– Chaeyoung confiaba en parecer contenta. De ninguna manera iba a dejar que la agente del FBI pensase que no podía aguantar. Antes correría descalza. Y, para demostrarlo, apuró ligeramente el paso.

–Hay trabajos peores –comentó Mina respirando con toda naturalidad. «Y peores compañías.» Le gustaba su misión con el Servicio Secreto más de lo que había pensado en principio. Echaba de menos la dominante sensación de urgencia que se notaba en todo lo que hacía el FBI, aunque sólo fuera una escucha telefónica rutinaria, pero no podía negar que Kim y su equipo habían organizado muy bien la operación. Y también tenía que reconocer que Son Chaeyoung era una interesante combinación de recta dedicación y sorprendente ingenuidad. 

No podía evitar preguntarse si su compañera, tan deliciosamente natural, carecía realmente de noción sobre su atractivo o sobre lo que podían pensar de ella otras personas. Mina se recordó que no debía mirar el culo de Chaeyoung y que tenía que fijar la vista en el objetivo principal, el cual, por casualidad, también tenía un hermoso trasero. 

En ese momento, Chaeyoung hacía lo mismo, pero sin obtener las mismas valoraciones. La comandante y Karina iban unos metros por delante, y ninguna de las dos sudaba lo más mínimo. Entre ignorar el dolor de sus pantorrillas y dar la impresión de que le entusiasmaba aquella locura, su primera responsabilidad del día consistía en vigilar a la multitud. «Otra tarea casi imposible, pero mucho más asequible que fingir entusiasmo durante sabe Dios cuántos kilómetros.» Todo el equipo de seguridad tenía fotos de las personas que estarían cerca de Jimin durante la carrera: fundamentalmente, organizadores de la misma, representantes de organizaciones contra el cáncer y varios dignatarios políticos.

 Cuando Chaeyoung localizaba a alguien que no reconocía, transmitía por radio una descripción verbal a Daniel, que se encontraba en la furgoneta de comunicaciones que seguía a la masa de corredores. Casi siempre Daniel hacía una identificación inmediata. Si había más preguntas o motivos de preocupación, Chaeyoung le enviaba una imagen desde su unidad manual. Daniel y otros agentes reclutados de la oficina local para aquel suceso particular llevaban en el lugar desde el amanecer, fotografiando a las personas que llegaban al parque, y enviaban imágenes de todos los desconocidos, a través de vínculos de ordenador, a la División de Vehículos a Motor, el directorio de las Fuerzas Armadas y los archivos policiales del Estado. Chaeyoung no lo sabía a ciencia cierta, pero suponía que el FBI hacía lo mismo desde su propia furgoneta. Habría resultado más eficaz combinar su capacidad de investigación, pero el FBI no había permitido el acceso a sus bases de datos. «Para que hablen de la cooperación entre agencias. Bah, nada nuevo.» No todo era rutina. La consideración de Karina como sujeto de alto riesgo dictaba precauciones adicionales. Chaeyoung notó el peso de su pistola en la funda de rápida disposición que levaba sobre el trasero y rezó una pequeña oración de gracias cuando cruzaron por el puente en dirección al lugar destinado. Miró hacia adelante, más feliz que nunca al ver el Ilsan Lake Park


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Minjeong se mantuvo a la derecha de Jimin, sólo un paso por detrás de ella, un punto de ventaja desde el que podía ver a cualquiera que se acercase por la derecha, la izquierda o por detrás. Sin embargo, a quien veía en aquel momento era a Shin Ryujin inclinándose para decirle algo a Jimin mientras reposaba la mano, en un gesto casual, sobre la parte baja de la espalda de la joven. Tal vez fuese un ademán amistoso, pero a Minjeong no se lo pareció, por la forma en que la joven doctora había mirado a Jimin durante los últimos kilómetros. Kim había visto a ella con otras mujeres anteriormente. Diablos, la había visto tener relaciones sexuales con otras mujeres. Pero entonces era diferente. No había disfrutado especialmente viendo sus casuales intercambios sexuales con desconocidas, sobre todo porque siempre había creído que Jimin era excepcional y no podía dejar de pensar que se merecía algo más que acoplamientos anónimos. Pero eso no era cosa suya, y había logrado quitárselo de la cabeza y trabajar haciendo caso omiso de aquello. Seguía sin ser cosa suya, pero ahora el problema consistía en que llevaba la impronta de la piel de Jimin marcada en sus terminaciones nerviosas. Se había entregado a ella, la había tomado y conocía el placer de abrazarla cuando carecía por completo de sus defensas habituales. 

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⏰ Última actualización: Feb 28 ⏰

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