NO HABÍA VISTO COMO...

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¿Es esta la vida real?

Ahogarme en miedo jamás había sido tu más grande cortesía.

Temblando.

Aquí me encuentro, perdiendo el control de mi propio cuerpo, de mi piel, de mis huesos, mis ojos arden, se sienten pesados y secos, mi corazón palpita tan rápido y fuerte; el sonido que produce procura arrebatarme la cordura. ¡Lo siento en mi pecho, en mis oídos! atorado, afanado, dolido; es lo único que mis sentidos captan y es... tan escalofriante e irritante.

No es lo peor de todo...

No, el fuego avanza a mi alrededor, consumiendo todo, ardiendo con tal intensidad que parece que nunca hubo nada más, solo fuego.

Ardiente, hambriento, descontrolado.

Una sensación de angustia se apodera de mí, atormentándome, intento despegarla de mi piel, arrancarla a tirones. La resignación me presta unos segundos, segundos en los que observo cuanto puedo con la esperanza de encontrar una salida o al menos algo con lo cual mantenerme a salvo, es difícil, todo luce tan borroso, amarillo y rojo...

― ¿Qué hago aquí? ―me pregunto, en un susurro que apenas y logro escuchar por culpa de mi ruidoso corazón.

Gotas tibias resbalan por mi mejilla, no estoy llorando, soy consciente de ello, las quito y continuo mi búsqueda de una salida, ¿Qué importa que sucede? Lo que necesito es salir de aquí... lo sé, mis nervios lo gritan. Noto entonces los árboles, estos arden cada vez más, mi visión se adapta al brillo enrojecido y furioso del fuego, aunque mis ojos pesan y se nublan, todo esto es tan extraño, el bosque se quema, se consume con lentitud y...

¿No debería haber humo?

¿Por qué se siente el calor tan lejano? como si no me encontrara en medio, sino... a kilómetros del lugar. Un círculo de espesas llamas me rodean y no es que me queje, pero debería tener calor.

― ¡Charlotte! ―escucho entre el silencio y los latidos― ¡Charlotte! ―me llaman otra vez... el sonido se escucha lejano, sin duda alguna con un timbre agotado, lastimado.

Necesito concentrarme.

¡Pero no lo consigo!

Palpita.

― ¡CHARLOTTE!

Esta vez lo escuché con más fuerza, su voz está ronca, adolorida, parece desgarrarse, tal vez de tanto gritar, mi cabeza duele, hay un latido fuerte en mi cien; similar al que no parece dejar de hacer mi corazón ... palpita, palpita, palpita, por mí cordura que si no se calma tendré que sacármelo. Tomo un poco de aire y siento otra gota resbalar por mi mejilla, la ignoro y continúo buscando, debo encontrarle o eso creo, no estoy segura.

¡¿Dónde está?! ¿Quién es?

Por más que miro no logro localizarle. Intento hacerme camino, mis pies pesan, hay lodo ¿rojizo oscuro... existe el lodo en ese color? me agacho, unto mis dedos y lo esparzo en ellos es... esto es... luce como sangre, ¡SANGRE! Trastabillo y caigo sentada en un charco ¿está herido? Mi corazón se detiene por fin, No, me respondo y este vuelve a su constante latido, con más fuerza que antes, como si intentara guiarme, es demasiada sangre, está por todos lados, mis manos tiemblan, un nudo muy grueso se forma en mi garganta, doy un paso más, pero estoy atascada, es difícil, por más que trato y tiro no puedo salir de este repugnante charco, no lo entiendo, otra gota cae, esta vez en mi nariz y su oscuridad me invita a mirar hacia arriba, cuerpos oscilantes de todas las personas que conozco cuelgan inertes, ahogo un grito y giro sobre mí misma un par de veces, sin poder creerlo; algunos se queman, puedo ver como se derriten con una lentitud antinatural, otros sangran, la sangre brota de ellos como si de una quebrada se tratara, pronto, una lluvia de sangre comienza a cubrirme.

Me siento asqueada, confundida, sucia...

― ¡CORRE! ―grita él esta vez y se escucha aún más desesperado.

Me abrazo cuando mi cuerpo entero vuelve a temblar.

Esa voz...

En cuestión de un segundo por fin lo encuentro, está herido, encadenado, rodeado de fuego y a punto de quemarse, alcanzo a ver sus muñecas sangrar por el intento de zafarse de las cadenas que lo retienen, él parece querer salvarme, yo quiero salvarle, ninguno de los dos lograra alcanzarse.

Lo noto en sus ojos, la esperanza le ha abandonado, su luz se ha ido y el nudo en mi pecho sangra.

¿Por qué? Caigo de rodillas al charco, exhausta, confundida. Mis manos son sujetadas con fuerza, el terror se apodera de mí, pero resulta ser más grande el dolor que siento de verlo así, las lágrimas comienzan a brotar, indicándome que esto es real y que por desgracia no habrá nada que pueda hacer, mi corazón y mi alma sienten que le perderé.

No puedo perderle.

—Corre —me suplica él mientras las lágrimas descienden por sus rojizas y heridas mejillas.

Grito con todas mis fuerzas, desesperada y ahogada en el miedo y el dolor. Logro liberar mis manos, mientras la silueta de una mujer se dibuja tras él, le ignoro y me enfoco en él, debo salvarlo y como si algo se hubiese apiadado de mí, la energía vuelve a mí de golpe y se filtra por mis poros, me arrastro como puedo hasta él... pero... es demasiado tarde, se quema, arde en inmensas llamas.

No logre salvarle

                                   🖤

Hola, Hola, iniciamos con la publicación de esta primera parte del bosque bromista, es un borrador ya que no me resigno a seguir mejorandole. si pueden darme anotaciones o consejos se los agradeceré. 

Draco, el bosque bromista.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora