ÁMAME, AUNQUE SEA UN LEVE PARPADEO.

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El momento correcto podría perderse,

Mostrarle el camino, podría ser inapropiado.

Miro mi reflejo en el espejo, he usado un maquillaje leve y no me siento cómoda con el vestido que escogió mi tía, no tengo deseos de salir o pensar, pero un compromiso es importante y ya le he arruinado suficiente la noche a mamá, me siento agotada física y mentalmente. Barajo la posibilidad de tomarme una pastilla, aún tengo medicamentos por ahí... no... no es buena idea.

Cierro los ojos y me concentro en mi respiración un momento.

Al salir de la habitación mamá me espera, intenta sonreír, pero no le sale, eso me hace sentir peor así que le abrazo, sin decir nada.

—Solo demos inicio a la noche ¿sí? —me pregunta—, veamos qué pasa.

Sonrió. Ella mira al suelo con una expresión cargada de tristeza y aprieto sus manos.

—Todo estará bien, lo prometo.

Ambas nos sonreímos y vamos a la sala a esperar por los invitados. O debo decir... los nuevos residentes del hotel Lady Blaze.

En el momento en que llegan me sudan las manos, han tardado más de lo que debían, Diego el botones entra con las maletas de los tres hombres y las deja a un lado de la puerta, luego sin entenderlo un mapache llega corriendo tras él, asustándolo.

—¡Un perrito! —Chilla Kara asustándonos y el PERRO no mapache, se acerca a ella moviendo su larga cola.

En eso entran Connor y los dos chicos detrás de él. Supongo que debe ser igual de incómodo para ellos. Así que sonrió y todas nos acercamos a saludarlos y darles la bienvenida a su nuevo hogar, mamá se ve un tanto preocupada cuando es mi turno de darle la bienvenida a Connor, lo note por la forma en la que se aferró al brazo de Mildred. No le sonreí como a Mak y As, pero hice mi mayor esfuerzo por darle la mano y mentir diciendo que sería un placer tenerlos en la casa.

Ya en la mesa, luego de que cada uno llevara su equipaje a su nueva habitación y de morder mi labio inferior con fuerza al ver que Connor pasa directamente a la habitación de mi madre, todos sonríen y cuentan anécdotas de infancia, descubro que Mak y As no se llevaban en un principio pues el segundo sentía celos del primero, según Connor la culpa fue de una tierna niña de ojos grises que vivía en frente y por la cual el pequeño Asier albergaba uno que otro sentimiento.

Por otro lado, mi pequeño dragón decidió contar mi pequeño enredo con los mapaches y los perros, ya que de pequeña solía confundirlos, algo que incluso hasta hoy no he logrado arreglar del todo. Sinceramente de pequeña solo les confundí una vez, pero al ver lo mucho que a mis padres les divertía continúe haciéndolo, el problema fue que se adhirió a mi mente y ahora, por mucho que intento, no logro diferenciarlos. Cosas del Karma supongo.

Escucho a mamá reír y miro en su dirección, se ve tan feliz, me hace bien verle así, y la forma en la que Connor le mira es realmente tierna, tanto que me resulta empalagosa. No me acostumbrare tan fácil, aun así, lo intentare. Se lo debo.

Estoy siendo una niña inmadura y celosa, mamá merece ser feliz, es solo que algo no me gusta, Connor parece demasiado perfecto para ser real.

Todos hablan y ríen, mi tía observa a la pareja con ternura, agradecida, están rememorando algo del pasado, no presto demasiada atención, me concentro más en el físico de Connor, tengo la idea de que no es tan guapo como mi padre. Lo es y debo aceptarlo. Su cabello es corto, lleva un peinado alternativo, su rostro es algo cuadrado, ojos llenos de dolor, cambian cuando ve a mamá, brillan y se dulcifican de una forma enternecedora. Se ve fuerte, un cuerpo musculoso sin exagerar, una barba incipiente, que le da carácter. No puedo negarlo parece adorar a mamá, la cuestión es, ¿Por qué aun así se ve tan roto, tan lleno de dolor?

Draco, el bosque bromista.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora