Capítulo 3. Detestable desconocido

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Si alguien le preguntara a Bellamy cómo terminó en esta situación, no tendría una respuesta clara

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Si alguien le preguntara a Bellamy cómo terminó en esta situación, no tendría una respuesta clara.

—¿Vas a ayudarme o solo viniste a presenciar el espectáculo? —preguntó el chico del Corvette negro.

No, mentía; sí sabía perfectamente cómo había terminado en esa posición. Sin embargo, tras escuchar la petulancia en el tono de voz del chico frente a él, lo único que sentía era un profundo arrepentimiento. Le recordaba demasiado a Anthony Jackson; la sonrisa socarrona, la pose con las manos en la cintura y en general esa actitud de que todo le valía un pedazo de mierda.

«Es exactamente a este tipo de personas a las que todo les importa demasiado», pensó.

Bellamy entornó los ojos y sacudió la cabeza.

—No voy a ayudarte —contestó con indiferencia—. Solo es un neumático pinchado.

El otro chico bufó, enarcando una ceja.

—¿Entonces por qué te detuviste justo aquí?

Bellamy mordió el interior de su boca. Su presencia no tenía una justificación a menos que su intención fuese pretender ser un buen tipo y ayudarlo. Así, sin más, solo parecía un raro.

«Deja de sobrepensar esto», se reprendió a sí mismo.

—Quería ver el coche —se excusó.

No era una mentira del todo. Siempre encontraba placer en ver un buen automóvil, pero la verdad es que no estaba ni de cerca tan interesado en la carrocería como en el conductor. Quería saciar su curiosidad, descubrir quién era el que iba detrás del volante del coche inalcanzable.

Hasta ahora, resultó ser toda una decepción.

—No esperarás que crea que diste una vuelta prohibida, te detuviste aquí y te bajaste solo para ver el coche, ¿o sí? —Levantó una ceja—. ¿Acaso planeas asaltarme o algo así?

Bellamy amplió los ojos y se apresuró a sacudir la cabeza.

—¿Qué? ¡Por supuesto que no! —exclamó—. ¿Cara de qué me ves?

—¿Con total sinceridad? —inquirió—. De un chico lindo que finge conducir una camioneta de una florería para asaltar a otros. Es un buen modus operandi, muy original.

«¿Este tipo es estúpido?» Pensó Bellamy, ignorando por completo el cumplido.

—No voy a asaltarte —reiteró de mala gana—. Si no quieres creer que solo me detuve para ver el coche, es tu problema.

—Presiento que no me estás contando toda la verdad —canturreó el azabache—. Vamos, puedes admitirlo, tu intención era ayudarme.

—No voy a ayudarte.

—¿Por qué?

Bellamy comenzaba a molestarse. ¿Quién se creía este tipo? Claro que no iba a ayudarlo, no tenía razones para hacerlo a menos que le apeteciera ser cordial, cosa que, indudablemente, no era el caso.

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