Capítulo 6. Mismo rumbo

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Bellamy nunca había deseado tanto poder callar su mente durante al menos un minuto, ponerla en blanco como muchos decían

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Bellamy nunca había deseado tanto poder callar su mente durante al menos un minuto, ponerla en blanco como muchos decían. No había nada que pudiera hacer; su futuro estaba en manos de su padre y del dueño del equipo. Su único trabajo era no meterse en líos, comportarse y ser un chico de veintiún años modelo.

Pero a Bellamy O'Neill no le iban los moldes.

No podía sacarse de la cabeza la carrera de Danger Zone. El equipo Lynx, con sus tres talentosos conductores completando esos enrevesados circuitos y ganándose la admiración del público. No iba a admitirlo en voz alta, pero sentía envidia porque sabía que esas ovaciones, más allá de sus talentos y su triunfo, eran porque, al igual que él, podían sentir lo temerarios que eran y cómo dejaban todo en la pista. Bellamy, en cambio, cuando corría nunca se había sentido tan... libre.

Suspiró, tal vez era la décima vez en la mañana, pero era inevitable no sentir una frustración tan profunda.

—Oye, mocoso —llamó Eva de pronto. Bellamy volteó a verla, dejando de lado un momento la regadera con la que regaba las plantas—. ¿Por qué tan cabizbajo?

Bellamy no pensó que fuera tan notorio y de inmediato se irguió e incluso frunció un poco el entrecejo.

«No les muestres tu lado más vulnerable o te devorarán como aves carroñeras», decía su padre.

—No estoy cabizbajo —aseveró.

Eva no le creía y lo demostró al levantar una ceja y bajar la mirada para ver las flores que regaba. Las señaló con un dedo.

—¿Entonces por qué estás ahogando a esas pobres plantas?

Bellamy amplió los ojos, volviendo su atención hacia la tarea. Había regado de más las flores y ahora la maceta estaba rebosante de tierra mojada y agua.

—Mierda —masculló.

—Evitemos más tragedias y dame eso. —Eva le quitó la regadera—. ¿Acaso no dormiste o algo? Te ves agotado.

—Siempre duermo. Es una rutina —replicó con desinterés. Todavía no podía deshacerse de sus buenos hábitos, tampoco quería, pues tenía planeado volver a ser un piloto de carreras, el mejor.

—Claro, cierto, eres un deportista saludable —bromeó Eva—. ¿Y no te gustaría salirte del margen al menos una vez? Eres muy joven, para mí eres básicamente un niño.

—Tengo veintiún años.

—Pruebas mi punto. —Suspiró con un dejo de melancolía—. A tu edad yo era lo opuesto, un poco rebelde incluso.

Bellamy mordió el interior de su boca. Solo podía pensar en las carreras ilegales, en sus jóvenes conductores que se divertían en lugar de verlo como una responsabilidad. ¿Acaso era posible amar algo sin sentir un mínimo de presión?

Danger ZoneWhere stories live. Discover now