II

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El mánager SeJin les consiguió un vuelo privado esa misma tarde, por lo que Jimin y Jungkook fueron los primeros en dejar la casa sumidos en un particular silencio. Aunque los demás miembros de la banda no estaban al tanto de los planes de Jimin, estos los despidieron con miradas de afecto y preocupación a partes iguales, casi como si presintieran lo que se les avecinaba.

Marcharon arrastrando cada uno su equipaje sin mirarse a los ojos; los chicos eran un manojo de nervios tal que la más mínima interacción podría romperlos. Todo el trayecto hasta el aeropuerto, la revisión de pasaportes y el chequeo general evitándose. Una vez en el avión y ya en el aire, con todo el mundo sumido en sus asuntos, Jungkook tomó una dificultosa respiración. Su pecho estaba resintiendo el cómo se sentía.

Y es que estaba aterrado; verdadera, sincera y completamente aterrorizado.

Puede que su miedo hacia el padre de Jimin estuviese un poco infundado dado que él no había recibido siquiera una mala mirada proveniente del señor Park, sin embargo, el gran quid de la cuestión recaía en la diferencia abismal que significaba presentarse ante él como uno de los amigos de su hijo, a presentarse como su novio.

Con los padres de Jungkook ya al tanto de su relación con su hyung y apoyándolos a ojos cerrados. No habían tenido que pasar por algo como una presentación formal ni nada por el estilo, solo se necesitó de una llamada emocionada por parte de su hijo contando las buenas noticias tras su viaje a Tokio y ya estaba. Ellos lo habían presentido, ¿podía ser que con los padres de Minie pasara igual?

La mano pequeña de su amado se deslizó en la suya en su forma delicada de llamar su atención.

—Estás muy callado —Jimin hizo notar, él entrelazó sus dedos posicionando sus manos unidas sobre el reposabrazos que los dividía.

Jungkook se mordisqueó los labios hasta sentir que picaban.

—Tengo miedo de lo que pueda decir. —dijo con la boca seca.

Jimin asintió como si lo entendiera, él siempre lo hacía, con su relación más real de lo que ellos mismos se daban cuenta solo bastaba una palabra para leer al otro.

—Mi hermano dijo que mis padres estarán en casa cuando lleguemos —movió su celular con la mano libre donde se había estado mensajeando con Park JiHyun. Era el único al que podía poner sobre aviso acerca de su visita. —Le dije que no es necesario que se acerquen al caos del aeropuerto.

—Bien. —Estuvo de acuerdo Jungkook, volviendo a pellizcar la piel de la boca. Esta vez probó el sabor metálico de la sangre. Inquieto, se recostó en el asiento mirando hacia el techo sin saber qué hacer. —La conversación que tendremos será suficiente, no queremos que estén abrumados más de lo prudente.

El silencio reinó de nuevo sobre ellos. Estirándose, doloroso y cargado con hiperconsciencia.

Jimin se movió en su lado, volteando su cuerpo completo hacia su menor.

—¿Estás molesto? —preguntó con voz suave.

Jungkook entornó los ojos.

¿Qué? ¿por qué?, quiso preguntar, pero eso no es lo que en verdad quería saber. Así como Jimin lo entendía a él con una mera mirada, Jungkook también lo entendía de vuelta leyendo su estado de ánimo y su tono inseguro solo hablaba de una cosa. Está tan aterrado como yo.

Puede que Park Jimin fuese una superestrella mundial ahora, puede que fuese irresistiblemente guapo para sus fans, pero en el fondo de él, seguía siendo aquel chiquillo de mejillas regordetas que un día fue rechazado por no cumplir con los estándares de belleza ni de éxito en la vida.

—¿Crees que no deseo decirle lo nuestro a tus padres, Minie? —preguntó en cambio.

Jimin no contestó.

Jungkook cayó entonces en cuenta, se inclinó hacia él, la sombra de la culpa en sus facciones.

—No es eso Jimin-ssi, —aseguró, pero la mirada baja de Jimin no le creía. —puedo jurar que no es eso, cariño. Solo no estoy seguro sobre esto.

Eso hizo al mundo de Jimin girar.

—¿No lo quieres acaso? —Se atrevió a preguntar. —¿A mí?

Maldiciendo bajo, Jeongguk alcanzó la barbilla de Minie con sus dedos para sostenerle la mirada, la de Kook era tan clara como todo en él, sus sentimientos puros en aquellos ojos que contemplaban por primera vez la vida sin posibilidad de mentir.

—Eso es lo único que sé de todo, —Se sinceró. —¿no es suficiente?

Lagrimas no derramadas se juntaron en los ojos de Jimin, aun inseguro. Harto más allá de lo que se sentía capaz de expresar ante la situación.

Jungkook se debatió, su mirada moviéndose entre los ojos de Jimin y su rosada boca. No se habían besado ese día y en ese momento se hizo insoportable la noción de ello. Estaban ante un dilema, uno que tenían que enfrentar juntos. Necesitaban del ancla que les proporcionaba el otro, de la contención que encontraban en sus labios y cuerpo. Jeon tomó una decisión; sí, puede que Jimin lo tomara por sorpresa con decidir el momento de contarle a sus padres su relación, pero él no estaba forzando el mantenerlo en las sombras nunca más.

Se apoderó de la boca de Jimin con la suya, besándolo con ganas, miedo, ansiedad y rabia fluyendo de él. La única emoción que correspondía a Minie era la primera y se la demostró moviendo sus manos hasta encerrar su rostro entre ellas. Jimin hizo un ruidito de sorpresa, que se vio rápidamente reemplazado por insistencia, fijó una de sus manos en la nuca de Jungkook no permitiéndole alejarse, le chupó la lengua con hambre, sintiendo como todo volvía a tener sentido solo de tener claros los sentimientos de su amante.

Ciertamente no era el beso más escandaloso que habían compartido, estaban divididos por los asientos pequeños, esforzándose al máximo para alcanzar el cuerpo del otro. Aunque era deseoso y exigente, era también contundente. Una reclamación y una respuesta a la vez. Los chicos se aferraron entre sí, incluso cuando escucharon los murmullos y exclamaciones de sorpresa de parte del personal de staff y guardaespaldas que los acompañaban.

Alejando su rostro hacia atrás, Jungkook observó el color que había vuelto al rostro de su hyung. Él no necesitaba mirar alrededor para saber que eran el centro de atención de todo el mundo, pero su mundo era Jimin y eso es lo único que importaba.

—Jimin—ssi —Besó la nariz de Minie, su frente y la comisura de sus labios antes de volver a alejarse. —Contigo es todo o nada. Y si tengo que elegir, siempre lo querré todo, aunque me duela. Aunque me duelas toda la vida.

Recostando su cabeza en el hombro de Kook, Jimin sonrió para sí mismo; esta vez tranquilo, tanto que su cuerpo fue capaz de conciliar el sueño por el resto del vuelo, ya sin aprensiones.

Jungkook se mantuvo despierto, jugueteando con las manos de su hyung, mucho más pequeñas que las de él, con sus dedos gorditos adornados por anillos de su colección. Iban a estar bien, saliese como todo saliese. Al menos ya no tenían que hacer más de un anuncio, porque la empresa se enteraría en cosa de minutos una vez que estuvieran en tierra firme. Justamente así, cuando bajaban del avión, el mánager SeJin se topó con la mirada de los chicos, brindándoles un asentimiento con una discreta sonrisa. 

Aquel beso bajo la lluviaWhere stories live. Discover now