2- La bruja de los libros.

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Me pasé horas conectada en internet haciendo búsquedas en google sobre la reencarnación, transmigración, encarnación o como se llame. Ninguna de las respuestas fue lo suficientemente satisfactoria. Chasqueé la lengua. Necesito saber qué fue lo que viví. No morí, así que no se trata de una reencarnación. En cambio, mi alma fue enviada al cuerpo de otra persona. ¿Quién hizo esto y por qué?

También es extraño que la única forma de regresar haya sido declarar mi amor a Ares.

¿Por qué?

Es como si hubiera sido una…

¿Condición?

El sonido del timbre me sacó de mis pensamientos.

—Si es el estúpido de Evan otra vez lo echaré a patadas —mascullé, poniéndome de pie.

Llegué a la puerta y la abrí.

La persona delante de mí era la que menos esperaba…

—Eli…

Eli era la paciente de una de nuestras psicólogas en el hospital. Siempre me tuvo aprecio y fue recíproco. Es una chica de dieciocho años con problemas para comunicarse, pero conmigo siempre resultó ser extrovertida y un tanto afectuosa.

La pelinegra me miró estupefacta. Pude discernir cómo sus ojos se cristalizaron. Su mirada pasó de sorpresa a culpa en un instante. Me abrazó y comenzó a sollozar en mi pecho.

—Melissa… —la oí sorber su nariz—… estás de vuelta. ¡Lo siento, lo siento mucho, no creí que te sucediera eso, perdóname…!

—Espera, espera Eli —cerré la puerta una vez la invité a pasar.

Nos sentamos en mi sofá. La chica siguió llorando durante un buen rato, disculpándose y arrepintiéndose de lo que hizo. No hace falta preguntar pasa saber la verdad. Es demasiado raro que se aparezca precisamente en esta situación: fue ella quien me envió al otro mundo.

El silencio rodeó la sala cuando sus llantos cesaron.

—¿Por qué?

Tenía muchas preguntas. ¿Cómo pudo enviarme a ese mundo? ¿Cuánto tiempo planeaba mantenerme allí? ¿Por qué volví una vez confesé mis sentimientos hacia Ares? Pero la principal pregunta era esa: ¿por qué me enviaste a ese mundo?

—Melissa, me ayudaste mucho —admitió—. Fuiste como una hermana mayor. Las sesiones con mi terapeuta no me ayudaron más que tu comprensión. Cuando hablábamos de libros, me sentía muy feliz a tu lado. Eres de las pocas personas que lograron sacarme de mi jaula.

Volvió a abrazarme. Acaricié su sedoso cabello oscuro.

—Te quiero mucho, de verdad… —se aclaró la garganta—. Y cuando la chispa de felicidad desapareció de tu mirada solo se me ocurrió enviarte a ese mundo para que hicieras lo que quisieras.

—¿A qué te refieres?

—Yo fui quien te recomendó “Bajo los rayos del sol” —asentí—. Cuando me enteré lo que te ocurrió con tu pareja, inmediatamente pensé en ese libro. Sol Hayden amó profundamente a Carlos, pero una tercera persona se lo arrebató, todo por su envidia y celos.

—Eli…

—En muchas ocasiones solemos crucificar a las villanas como Sol, porque pensamos que la protagonista siempre está en lo correcto, pero no es así; las protagonistas también son humanas y nunca son perfectas, cometen errores, hieren y lastiman. No podemos ponernos del lado de ellas solo porque tienen el papel protagónico.

—Yo soy una villana Eli —me gané una mirada de reproche por parte de ella—. En la historia de Evan y esa mujer, yo fui la piedra en el camino, fui la mujer que no pudo hacer feliz a su pareja, fui la traicionada; pero como también fui la que lloró, sintió odio y posteriormente tomó represalias, todos me clasificaron como malvada.

La Villana Merece un Final FelizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora