7- ¿La intrusa y la... protagonista?

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Un cosquilleo incómodo acarició mi espalda. Me desperté de mi profundo sueño. Había tenido una pesadilla, por suerte ya no la recordaba, pero sabía que tendría que lidiar con ellas si seguía en este reino. Y, claramente seguiré aquí hasta que pueda hacer algo con respecto a su situación.

Miré el cuerpo de la pequeña a mi lado. Mila dormía plácidamente sujetando mi mano. Algunas veces, cuando se quedaba dormida, sentía cómo la apretaba y sabía que estaba teniendo pesadillas sobre lo acontecido.

Un toque en la puerta hizo que me levantara lentamente. Si Mila despertaba del buen sueño que estaba teniendo, no me lo perdonaría.

—¿Pasa algo? —susurré al alcalde George cuando abrí la puerta.

—Tenemos que hablar sobre lo ocurrido hace tres horas, sabes que no podemos dejar esto así.

Miré de reojo a Mila. Si despertaba y no me veía sería…

—No te preocupes —George me dedicó una sonrisa amable—, traje a alguien que ayudará.

Detrás de él la pequeña figura de Jacob se manifestó, con toda la esplendorosa emoción de una persona que se siente victoriosa.

—Mila confía en mí, creo… El punto es que, si despierta y yo estoy aquí, estará más tranquila —se adentró con cuidado en la habitación—. Tú ve a planear cómo les patean el trasero, yo haré guardia aquí.

Hizo una especie de saludo militar que a saber de dónde lo sacó. Curveé mis comisuras hacia arriba y seguí al alcalde hasta su habitación, donde teníamos las reuniones de estrategia.

Ahora que habíamos derrotado a un grupo de soldados que venía a cobrar impuestos, somos una especie de rebeldes. Lo más seguro es que en tres días o tal vez dos venga otro grupo de soldados para verificar que todo está en orden. Es seguro que, para esa otra vuelta, vendrán más que esta primera. Por lo tanto…

—El nuevo plan —anuncié a los presentes—, tendrá dos momentos. El primero será nuestra defensa. Rob, sigue enseñándole a todos los que puedas el uso de la espada y las armas de fuego. Quiero que cada persona en esta aldea capaz de ponerse de pie sepa utilizar un arma.

—Incluso yo estoy sorprendido de lo rápido que avanzan —comentó Rob.

—Hasta los niños quieren unirse a la batalla —agregó Mateo.

—Los niños deben mantenerse alejados de esto. A menos que… —me detuve cuando procesé la situación.

Desvié mi mirada al alcalde.

—¿Hay magos en esta aldea?

George palideció.

—Alcalde, me gustaría que, si trabajaremos juntos, usted sea capaz de confiar en mí.

Se mordió el labio inferior.

—Tenemos cinco magos.

¿Cinco? Son más de los que esperaba, teniendo en cuenta que los magos son esclavizados. Pero, tiene sentido que los oculten, de ser así.

—¿Quiénes son? —pregunté.

George posó su mirada en su esposa, quien bajó la cabeza.

—Camila es una. Nuestro hijo también lo era, por eso… —alejó esos pensamientos de la cabeza—. Hace un mes recibí un disparo en la pierna, el cual logró infectarse, ella estaba tan desesperada que, de la nada, la herida se curó.

¿Utiliza magia santa? Eso es perfecto.

Como ahora es que empieza a manifestarla y nunca la ha entrenado, su cabello no ha adquirido la tonalidad plateada. Por eso los soldados no lo han notado.

La Villana Merece un Final FelizWhere stories live. Discover now