24- El cuarto príncipe.

202 25 6
                                    

Antes de darme cuenta, ya Dante había tomado mi brazo y lanzado al suelo. No tiene piedad. El duque comenzó a entrenarme desde hace cinco días. Según él, aprendo rápido, pero Dante no cree en principiantes, acaba conmigo sin compasión. Como ahora…

—Lo dejaremos por hoy.

Me extendió la mano y me ayudó a ponerme de pie.

—Iremos al reino de la lluvia para reunirnos con el rey Ares —espetó, ofreciéndome una toalla para limpiar mi sudor—. Según tu acuerdo con Willer, debes hablar con Jamie y convencerlo de participar también.

—No te preocupes, lo haré al estilo de Melissa Crane de ser necesario.

Apretó los dientes.

—Solo no provoques otra guerra.

Así que iremos al reino de la lluvia… La última vez que vi al rey, tuvimos una discusión. Ahora estoy más calmada, creo ser capaz de encararlo y aclarar las cosas de ambos. Es cierto que estoy enamorada de él, pero debo recordar que él quiso mucho a Sol, sería muy egoísta de mi parte pedirle que la olvide de la noche a la mañana.

—¿Estás bien?

Miré fijamente a Dante.

—Más o menos —admití.

Se formó un silencio nada cómodo.

El pelirrojo se aclaró la garganta.

—¿Te gustaría… compartir tu malestar conmigo?

Esbocé una sonrisa.

—Fui un poco dura con Ares cuando nos vimos por última vez —suspiré.

El duque se mantuvo en silencio, esperando que continuara.

—Debes estar al tanto de los sentimientos que Ares una vez tuvo hacia Sol. Ares y yo tuvimos una conexión especial al conocernos, ¿sabes? Y creo que hemos avanzado demasiado rápido… no sé… sospecho que me vio como un objetivo fácil, alguien a quien podía usar para reemplazar a Sol.

En cuanto terminé de hablar, esperé pacientemente recibir una respuesta, como un acusado esperando el veredicto del juez.

—El rey Ares es un hombre maduro —al fin alegó—, puede cometer errores, sí, y puede no saber expresarse bien al estar contigo; no lo veo capaz de hacerle daño a nadie, por mucho que todos afirmen que él es un hombre sádico, tiene buenos sentimientos.

—Creí que lo odiabas, es decir, Sol parecía estar enamorada de él, y tú querías a Sol —lo más duro de esto es que yo fui esa Sol.

—Lo que yo sentía hacia ella era una obsesión salida de mi miedo a ser repudiado —confesó con la cabeza baja—. Y sería toda una bajeza no reconocer las virtudes de una persona por dejarse llevar por el odio. Volviendo al asunto anterior… es cierto que la señorita Sol lo marcó, y puede que él nunca sea capaz de olvidarla, pero con el tiempo ella solo será el recuerdo de un primer amor; los sentimientos cambian a medida que maduramos y conocemos nuevas personas; dudo que los suyos sean la excepción.

Humedeció sus labios.

—Además, tú no puedes reemplazar a Sol, son muy distintas.

Lo dudo, éramos la misma persona.

—Define distintas.

—Tú eres más espontánea y alegre. Y tienes un gran corazón.

—¿Y Sol no es así?

Resopló.

—Es desagradable comparar personas, todos tenemos virtudes. Confórmate con saber que eres interesante y que seguramente Ares sí está gustando de ti. Lo creas o no, uno de los métodos más efectivos para dejar de querer a alguien es que esa persona te rompa el corazón; empiezas a ampliar tus horizontes, dándote cuenta que existen más personas en el mundo.

La Villana Merece un Final FelizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora