《9》

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___¿A qué se debe esta gratificante casualidad? ___Una voz varonil sonó detrás de mí. Su eco retumbo hasta la entrada del oscuro callejón.

Me giré asustada y vi la sombra del hombre, en cuestión de segundos su sombra se duplicó, eran de diferentes tamaños. Los dos extraños se posaron frente a mí. Yo retrocedí, y en posición de defensa recosté mi espalda contra la ladrillosa pared.

___¿Quiénes son ustedes? Y no entiendo a qué te refieres ___le dije al que habló. Mi voz se escuchaba temblorosa. No supe en qué momento las manos me empezaron a sudar.

El otro hombre soltó una risita petulante, ___Puedo ser capaz de percibirlo, el olor particular del miedo.

___O mejor aún ___espeta el primero___, el olor particular del miedo femenino.

Sentía mi corazón en la cabeza, este emitía punzadas agobiantes, un nudo enorme se me formó en la garganta. Intenté buscar la forma de esquivarlos y salir corriendo, pero estaban acorralándome contra la pared.

___¿Qué color le asignarías a ese olor? ___le preguntó el primer sujeto al segundo___. Yo le asignaría un color celeste contaminado de exquisitas manchas de grisáceo.

___El color celeste representa el cielo, mas bien sería el blanco, el que representa su pureza ___corrigió el otro.

___¿Y quién dice que el solo el blanco representa la pureza? ¿Acaso el negro no lo puede? ___le respondió el primero.

___Cada quien asigna un sentimiento a cada calor como le competa; en mi escala de colores tengo al celeste como el color de la pureza ensimismada. El gris hace que se tiñe de un miedo que me resulta exquisito.

Por un instante olvidé que lo que debía sentir en ese momento era miedo, y pude percibir que, la forma de ser de estos hombres, era tan peculiar, era diferente y única en comparación con la forma de ser de los hombres que yo ya conocía.

Eran una especie de hombres malos, pero a la misma vez obsesionados con la lírica. Eso me nublo el juicio e hizo que, por un momento alabara su especie.

Entonces, desde mis adentros seguí su juego, y me pregunté qué color le podría atribuir a ese hecho. El único color que se me venía a la mente era el marrón.

Marrón, porque estaría teñido de verde, que es la curiosidad. Un sentimiento que me orilló a acabar aquí. Y el otro color sería el negro, por el miedo que ellos habían generado en mí.

Debía sentir miedo, me concentré en el hecho que estaba ocurriendo, y en el sitio en las condiciones en las que me hallaba. Dispersé de mi mente la satisfacción que me estaban generando, y me puse a pensar todos los escenarios posibles y subsecuentes.

Tal vez eran asesinos y me matarían cortándome la garganta o asfixiándome, por el posible de hecho de que tendrían complejos psicópatas. Solo con el hecho de imaginarme muriéndome por falta de aire me agobié.

Quizás querían abusar de mí, de forma sexual, cabía la posibilidad de que quisieran amancillarme de una forma violenta hasta sentir que era de su propiedad. La idea me debía perturbar.

¿Qué otra cosa quisiesen, ellos, hacerme? Tal vez solo amenazarme a muerte para que les dé el dinero del pasaje que llevo en los bolsillos de mi kimono, y cuando cumpliesen su objetivo de robarme, dejarme ir.

Esta última idea me martirizaba menos así que la tenía que descartarla si lo que debía sentir era miedo.

Miedo, vamos Hale, no es tan difícil.

Los hombres se me acercan aún más y establecen unos cuantos milímetros entre mi cuerpo y el de ellos, su fuerte olor a sudor varonil penetra mis fosas nasales y de alguna forma llega hasta mi paladar.

Está demasiado oscuro y eso me impide verles la cara.

___¿Qué.... ___la voz se me ahoga___ qué quieren de mí? No me hagan daño por favor.

El primer hombre se suena la garganta despacio.

___Algo sencillo, ¿Cuánto dinero llevas por aquí? ¿Eh? ___dice, y me mete su mano al bolsillo de mi kimono para sacar el dinero.

Todo apunta a que mi tercera teoría era la más acertada, hasta que sus cabezas se encuentran entre sí, como si ambos estuviesen planeando algo.

___La mentalidad femenina siempre usa sus encantados con el fin de evitar cualquier riesgo posible ___le dice el segundo al primero.

Entendí que me pedirían algo a cambio con tal de que no se llevaran el dinero de mi pasaje.

___¿Qué quieren a cambio? ___les pregunté, inquieta, La frente me empezaba a sudar al igual, o casi más, que mis manos.

___No hay algo tan fascinante como lo es la mentalidad femenina siendo sometida a un capricho masculino. ___recitó el primero con sutileza. A pesar del miedo que debía sentir, sus palabras y forma decir tal cosa me dejaron sorprendida.

El segundo se aclaró la garganta y me lo dijo___: Queremos que pruebes de la fuente que distingue al ser masculino del femenino.

___Queremos que empapes cada pupila de tu paladar del sabor distintivo del hombre ___agregó el otro.

Tardé algunos segundos el digerir lo que me daban a entender, y llegué a la conclusión más lógica, con todo lo que estos hombres retorcidos me decían me estaban pidiendo que, a cambio de no robar mi dinero, les practicara sexo oral.

Caminar muchos kilómetros hasta mi casa no era buena idea, tal vez me encontraba a otros malhechores en el camino que me hicieran algo peor.

Con el fin de sobrevivir mi juicio estaba nublado. Se había activado el hemisferio misterioso de mi cabeza, ese que pocas veces había explorado...Así que me obligué a ceder ante su pervertida petición.

Perversa Filosofía [Un Relato Retorcido] Where stories live. Discover now