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La brisa fresca de la noche abraza mi rostro por segunda vez cuando atravieso el marco de la puerta para salir al patio, agarrada de Senn. Todos tienen su mirada fija sobre Renn y Dell, entonces me dedico a no verlos yo tampoco para que no sean dignos de mi atención.

Aunque, evitar verlos es algo que me resulta difícil si los ocho estan como han llegado al mundo.

Senn me ubica a un costado de la hilera. Al lado de Octavo, un chico que tiene el semblante enternecido y cuya zona intima está siendo tapada con sus manos entrelazadas.

Renn y Dell somos los únicos con ropa ¿Qué tan especial era yo como para estar así, como ellos y no como el resto. Porque está claro que ellos tres son muy exclusivos.

Veo a Senn sacar una bata y una capucha, de una bolsa que hay en algún lado del patio, para luego ponérsela y lucir igual que sus otros dos compañeros. Después se ubica justo a lado de Renn, de igual forma: dándonos el frente.

—Muy bien queridos y queridas, estamos aquí para presenciar un acto sagrado de inauguración. Como muestra de lo creyente que soy de mi Dios… —dice Renn, es el Padre. Ya se está empezando a encasillar en donde le compete— vamos a iniciar una oración de agradecimiento. Agradecer por las cosas, por la naturaleza misma de la humanidad, por cada rincón que conforma la anatomía humana tan bella y pura de vosotros. Que estos sean lamidos por el mismo hombre, que este se disfrute del lujo de regocijarse sobre ellos, y que este sea el pan más esencial para saciar todo tipo de hambre. Amén.

Todos, incluso Dell y Senn, responden con euforia—: ¡Amén!

La maniática sonrisa del Padre Renn hace acto de presencia, está casi escondida por dentro de su capucha.

Dell da un paso delante, y enseguida se quita la capucha para decir—: Como fiel líder que he sido de mi ciudad, quiero mencionar lo gratificante para mí que es poder dirigirlos, y quiero hacer mención especial de que, aparte de agradecer al Dios de Renn por sus esculturales siluetas, también es importante agradecerles por el poder, el poder de gobernar, de hacer mandatos,  de que los puros lo cumplan tal cual un amo ordena a sus súbditos.

—¡Amén!

Dell regresa a su sitio, y luego es Senn quien dio un paso adelante, se quita  su capucha y alza sus manos dirigiéndolas hacia los chicos, y también hacia mí.

—Quiero deciros que también nos compete agradecer por la sabiduría, que es el sol que nos mantiene energéticos, incluso por las noches como la presente, es importante recalcar que el don del saber es lo que nos mueve, el conocimiento de la vida misma y de su enigma, el saber de la conducta humana, nuestra especial doctrina que busca establecer, de manera racional, los principios más generales que organizan y orientan el conocimiento de la realidad, así como el sentido del obrar humano.

—¡Amén!

La respuesta ante todo lo que ellos recitan es inmediata. De mis labios, hasta ahora, no ha salido ningún “amén”, estoy intrigada, más bien, ansiosa para que se dé el siguiente paso. La ceremonia, semejante a un rito de iniciación.

De pronto, mi vista se dirige hacia Octavo, el chico  cuya zona intima tiene tapada con sus manos. Hay algo que me llama la atención en él, algo que me orilla a no obviar su extraña presencia.

Vuelvo la mirada hacia el frente, los tres hombres ahora se encuentran sentados sobre un sofá extenso hecho con un material aterciopelado, algo bastante prestigioso.

Frente a ellos están dos mujeres esbeltas, altas y con atributos prominentes, ambas de pie. Visten unos tacones rojos carmesí y encajes de ropa interior demasiados provocativos. Puede descifrar que son ellas: las dos prostitutas.

___Primero que nada pueden referirse a mí como lo que ustedes quieran, cariños míos ___dice una con aires de regocijo. Luego extiende sus brazos hacia nosotros___. A vosotros los llamaré tal y como los llaman nuestros superiores.

La otra voltea hacia Dell, Senn y Renn y hace un además de reverencia.

___Esperamos que sus majestades se encuentren disfrutando de sus actos más impuros ___dice esta última___. Desde luego sus actos impuros nosotros los digerimos como actos puros, algo sagrado.

Una de ellas entra rápido al pórtico de la casa y trae de regreso una almohadilla extendida sobre sus palmas, en esta hay una enorme tijera de acero.

___Primero que nada ___dice la mujer que no tiene nada en sus manos___, ¿Qué han visto sus ojos sobre esa deslumbrante almohada?

Octavo levanta la mano. Cuando una de las mujeres lo señala, hace un ademán de referencia igual al de ella, y habla después de sonarse la garganta.

___Veo la curiosidad y el ingenio del hombre hecha un objeto. ___responde el chico.

___Excelente participación, querido Octavo ___exclama entre risas la mujer___ Pero el ingenio del hombre incluso puede ir más allá de lo que probablemente sea un objeto.

Senn abre la boca para recitar___: Me atrevo a decir que veo a dos mujeres en esa tijera, dos mujeres entrelazadas y desafiando lo que los pobres llaman la naturaleza anatómica que limita la sexualidad entre el hombre y la mujer.

Las dos mujeres se echan a reír con picardía cuando Senn se lame los labios con su alargada lengua.  De repente, siento que ambas me encuentran ida en la lengua de Senn, y me señalan al mismo tiempo. Por él rabillo del ojo puedo observar que ahora todos me están observando a mí, que dejé de serles invisible de un momento a otro.

___Tú, La Silenciosa, ¿Qué has visto? ___me preguntan al unísono.

Trago grueso, y trato con todas mis fuerzas de no entrar en pánico para pensar con la cabeza fría: si todos tienen su propia percepción sobre las cosas, yo voy a tener la mía.

___Me atrevo a decir..  ___repito las palabras que  Senn usó para dar su opinión ___ que es más fácil mostrarlo que decirlo.

Espero que me pregunten cómo yo voy a mostrarlo, pero se quedan callados. El silencio me da el pase a que yo proceda.

Me doy cuenta que mis piernas piensan primero que mi cerebro cuando ya estoy caminando en dirección hacia la almohada que sostiene la prostituta. Una vez que llego, tomo la tijera que pesa más de lo que parece y camino hacia donde se encuentra el puente.

Antes de atravesar el puente me giro y veo que nadie se ha alarmado, todos siguen en su lugar observándome. Caminando hacia el extremo que da paso a la salida les digo___: La tijera también puede ser un objeto de salvación en el momento mas desesperante que una chica débil e indefensa pueda tener.

Cuando llego al extremo que me distancia de todos, cortó los cordones gruesos que sostienen el puente, y este se derrumba, impidiendo que ellos me sigan.

Luego me pierdo en la vegetación del bosque.

Perversa Filosofía [Un Relato Retorcido] Where stories live. Discover now