Capítulo 9

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El café caliente combinaba muy bien con la mañana fría de ese día, pensó Cristina sentada sobre la cerca del corral circular donde ejercitaba a su caballo. Había pasado toda la noche pensando en Aurora y su reacción con Dionisio, con tristeza se imaginó miles de escenarios en donde la joven atravesaba vejaciones por parte de algún hombre. Lo había observado con terror, al punto de desmayarse. No sabía si era una conversación que Aurora quisiera tener con ella, pero estaba claro que la joven necesitaba superar algún trauma, y ella estaba decidida a ayudarla.

- Buenos días, Cristina.

- Tú, ¿otra vez aquí? – Dionisio sonrió y se subió en la cerca a su lado.

- Cristina, Cristina... ¿No has considerado que si te despiertas de mal humor es porque algo te falta?

- Mi mal humor apareció el día que llegaste de nuevo a esta hacienda. – Dionisio soltó una carcajada y tomó la taza de las manos de Cristina, para dar un sorbo frente a la mirada incrédula de su exmujer.

- Este café lo hiciste tú. – Le devolvió la taza y miró al frente hacia el caballo. Cristina miró la taza de café con el ceño fruncido.

- ¿Cómo supiste...?

- Hay cosas que no se olvidan, Cristina. – Dionisio la miró con intensidad a los ojos, para bajar un instante a los labios de la mujer y regresar de nuevo a mirar los verdes femeninos. - Aunque tú insistas en lo contrario.

- ¿Qué haces aquí de nuevo?

- Me fui ayer por todo el alboroto que hizo la niña esa. Pero te lo dije, Cristina. Es mi intención permanecer en la hacienda.

- ¿Irene no tiene nada que decir de eso? - Cristina se bajó de la cerca para emprender el camino de regreso a la casa, y Dionisio la imitó.

- Sobre Irene, hay algo que debes saber. No estamos juntos.

- Tampoco tienes que decirme mentiras.

- Es la verdad.

- Ella dijo que era tu mujer.

- Pues mintió.

- ¿Por qué mentiría?

- Es una historia larga de contar y que estoy seguro que no quieres conocer. – Cristina afirmó dándole la razón. – Irene es una buena amiga, a la que aprecio y a la que vas a tener que acostumbrarte.

- ¿Disculpa? No puedo creer el nivel de cinismo de tu parte.

- Alguno de los dos tiene que hablar con la verdad. ¿No te parece?

- Sigues hablando como si entre nosotros hubiera una relación. Te recuerdo que Héctor es mi novio.

- Solo estás con él porque te sientes amenazada por mi regreso.

- ¡Pero que arrogante te has vuelto! – Cristina emprendió la marcha, pero Dionisio la detuvo y la volvió hacia él, pegándola a su pecho.

- Parece que todo lo que soy, ahora te resulta desagradable.

- No veo porque te extrañaría. ¿Pensaste que después de diez años seguiría enamorada de ti? – Dionisio miró los ojos de Cristina en busca de la verdad.

- Diez años... a veces pienso que el tiempo no pasó igual para los dos. – Él se quedó mirando los labios de Cristina que de repente se habían secado y ella se los mojó con su lengua en un movimiento rápido. De manera instintiva, Dionisio la acercó aún más, haciéndole sentir el calor que ahora emanaba de su cuerpo, una prueba inequívoca de que el tiempo no había acabado aún con lo que sentían en sentido físico. Pero, ¿qué pasaba con el corazón?

Oscuro FrenesíWhere stories live. Discover now