Capítulo 14: Bastardos sin honor

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Arco Sol de primavera.

Farid Surem

No podía parar de pensar en lo arriesgado que era lo que estaban haciendo, ni en todo lo que su acompañante tuvo que dejar atrás para seguirlo. No solo se estaba arriesgando a morir con él si las cosas salían mal, sino que también había dejado a sus pequeños desamparados.

Artemis siempre respondía afirmativamente cuando le preguntaban si los amaba. "Por supuesto que lo hago" decía y sus cejas se contraían por un instante. Si bien, Farid no tenía duda de ello, pues era fiel testigo de la vida que les proporcionaba y que podía compararse con la de los príncipes, poniendo a su cargo a los mejores cuidadores, vistiéndolos con ropas finas y siendo rodeados de comodidades al igual que sus madres, era muy evidente de su pesar. Parecía no sentirse digno de contar con ellos, ni de ser llamado 'Padre' en cuanto comprendieran de quien eran hijos.

Él mismo lo observaba de cerca de vez en cuando y podía percatarse de que prefería estar lejos de sus retoños, no por falta de afecto, más bien, por vergüenza y culpa.

—¿Has pensado alguna vez en qué hacer si alguno de tus hijos comienza a mostrar magia acelerada? —preguntó Farid mientras sujetaba con mayor precisión la bolsa de comida que descansaba sobre el lomo de su caballo.

Recordaba las incontables veces en las que la reina Artemina hablaba de lo difícil que era criar a los hijos de Zuxhill con la magia en su sangre. Un poder tan grande y caótico como ese implicaba un excelente control. A lo largo de la historia de los bendecidos con el don, en varias ocasiones resultó ser letal. Esto debido a que algunos magos desarrollaban la magia acelerada a temprana edad. Al no contar con la madurez suficiente ni un guía apto para manejarlo e instruirlo, el desorden terminaba desembocando en la muerte de otros seres, desde los plebeyos y sirvientes hasta un miembro de la propia familia del portador. Sin embargo, esto siempre significaba algo negativo, variaba y dependía del temperamento de cada niño. Quiénes contaban con un carácter estable y eran responsables, eran capaces de desarrollar sus habilidades y sacarles el máximo provecho sin afectar a los demás. Era impredecible, lo que lo volvía altamente preocupante.

Artemis suspiró.

—Lo he pensado mucho, pero no logro saber cómo es que podré dividirme para mostrarle a cada uno qué es lo correcto y qué no. Todos son casi de la misma edad.

Pese a que el príncipe Zen siempre había destacado por su desvergüenza, al decir estas palabras un ligero rubor tiñó sus mejillas blancas.

—Quizá si le pides ayuda a Aramis él podría... —dijo Farid y no pudo terminar luego de ver cómo Artemis negaba con la cabeza.

—Aun cuando él aceptara ayudarme, son tantos que temo que puedan salirse de control —Artemis bajó la mirada—. No soportaría ver que alguno de ellos condenara su alma a tan temprana edad por no tener un buen guía.

—Él lo ha hecho sin que tú se lo pidieras —respondió Farid—, los visita de tanto en tanto, cuando sabe que tú estás metido en los burdeles o perdido en tu habitación aprendiendo y practicando hechizos. Les lleva regalos y en ocasiones lo veo cargándolos mientras les sonríe y les habla con ternura.

El príncipe Zen hizo un gesto de incredulidad.

—Me es difícil creer que él quiera a algo que vino de mi —mencionó volviendo a una postura seria—, ya ni siquiera recuerdo la última vez en la que comimos juntos mientras reíamos recordando las penurias del otro.

—Él te sigue queriendo.

Artemis rio.

—Que hermosa manera de hacerlo —dijo para luego reír más fuerte.

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⏰ Last updated: Jan 24 ⏰

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