Capítulo I

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Su cuerpo ágil y fuerte se sintió pesado y torpe. Habían pasado años para ver aquellos bucles de tonos rojizos. Su rostro no se miraba, solo su perfil y parte de esos carnosos labios, tenía una capa gris que cubría casi toda su cabeza. En su feroz mirada había mucho más que el rencor que le tenía, había dolor y uno muy profundo que le tocaba el alma.

Era ella definitivamente. Lo supo cuando al fin ladeó un poco más su mirar, esos ojos azules llegaron hasta los suyos, negros como la noche. Por un instante los sonidos se alejaron. Las circunstancias en las que se encontraban pasaron a segundo plano. Solo estaban ellos dos, ignorando la pila de cadáveres que los separaban. Ella musitó algo, él también. Sin embargo, había algo diferente. Él era el mismo, pero ella definitivamente no.

"Volveré por ti..."

Esta historia inicia con una despedida y una promesa que no pudo perdurar lo suficiente.

La opresión en su pecho era muy grande. No pudo evitarlo, después de tantos intentos su padre al fin logro someterla. Se casaría, lo haría y no sentía absolutamente nada por su esposo. Quizá un poco de miedo, por su imponente presencia, pero solo eso. Él tampoco quería casarse eso era seguro.

— Lo siento —Sus lágrimas amargas desgarraban su piel, eran como agua hirviendo que salían desde lo mas profundo de su alma— Ya no puedo esperarte más... lo siento tanto.

Mañana sería el día de su boda. Todas las novias eran felices, pero la felicidad era un concepto muy alejado de lo que venía sintiendo, desde hace tanto tiempo. No la avergonzaba admitir que era una mujer infeliz. Sin embargo, su única luz para salir de la desesperanza se había desvanecido.

Las cortinas en su habitación se mecían sin cesar, el aire nocturno tocó su alma y lloro aferrada a un deslucido trozo de tela. Era lo único que le quedaba, a partir de mañana su vida ya no le pertenecería. Ahora compartiría su tiempo y su espacio personal para alguien más. Tenía tanto miedo de convertirse en su madre, de ser como ella. Su padre le había quitado la voluntad y acataba cualquier mandato que le imponía. Era infeliz, seguro ella también lo sería.

La mañana siguiente se asomó, todo parecía moverse sin cesar, escuchaba las voces a lo lejos y sentir que la tocaban. Eran sus damas suponía, en un momento dado volvió en sí. Estaba de pie, delante un gran espejo vestida de blanco. Sus ojos se inundaron de lágrimas y no eran de felicidad.

—Luce muy hermosa mi lady —habló la única dama que tenía. Su padre había permitido tenerla, desde hace unas semanas. Nunca tuvo una, ni siquiera en la época donde deberían cortejarla.

Su vestido fue hecho a toda prisa, tuvieron que arreglarlo mas de una vez, puesto que no le quedaba. Su madre tuvo que ajustar su corsé hasta dejarla apenas respirando. Sus pechos se miraban demasiado expuestos, por la apretada que estaba. Su complexión pequeña, pero voluptuosa había sido una de sus mas grandes inseguridades. Aun asi, el vestido era hermoso, finamente elaborado, entallado a sus grandes curvas con una pedrería exquisita. Su corazón seguía latiendo en agonía, no quería ser esa mujer en el espejo. No quería estar vestida de blanco.

—Traedme el velo —ordenó su madre. La mujer mas bella, pero triste que había conocido.

Le trajeron una caja bastante grande de forma rectangular. Cuando la abrieron, nadie pudo contener la sorpresa de lo bello que era. Un diseño poco usual. Empezaba con la simulación de unas flores, hechas con diamantes hermosos y brillantes. La tela transparentosa, cubierta con cristales magníficamente colocados. Cuando su madre se lo colocó mientras las demás criadas le ayudaron a estirar cuidosamente la tela, sintió un peso enorme en su cabeza. Muchas en la habitación resaltaron lo hermosa que se veía, que nunca la habían visto lucir tan bella, incluso la compararon con una princesa, cosa que era inusual ya que era la hija excluida del Duque de Browsher.

El listón gris ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora