Te amo, pagas mi alquiler.

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El calor de enero nunca se parecía a ninguno, no importaba cuántas semanas durara el verano, a veces terminaba en marzo como correspondía o se extendía incluso hasta fines de mayo, pero nunca se volvía atrás, en enero quedaban los rayos más potentes de un sol cada vez más violento gracias a la contaminación ambiental.

Enzo cerró la laptop del escritorio y miró el reloj, faltaban unos veinte minutos para cerrar la oficina pero al ser gerente del banco tenía la libertad de irse un poco antes y eso hizo sin pensar, solo quería llegar a casa y tirarse bajo el aire acondicionado.

Cuando salió a la calle se lamentó de dos cosas, por un lado y principalmente de llevar un saco tan pesado; no dudo en sacarselo y colgarlo de su hombro sosteniendolo con su dedo índice.
Por el otro lado se insultó internamente por dejar el auto estacionado tan lejos, tenía que caminar al menos dos cuadras hasta allí a pleno sol,hacia tanto calor que podía asegurar estar quemandose las suelas de los zapatos en el asfalto.

Cuando llegó desactivó la alarma del auto pero antes de subir vio un puesto de flores y entre los ramos exhibidos vislumbró uno majestuoso de margaritas amarillas y naranjas; sin pensarlo dos segundos lo compró,a Matias le gustaban esas flores.

Con el ramo en la mano y la transpiración chorreandole la nuca llegó al departamento.
era tarde, casi las cuatro pero sabía perfectamente que el pendejo dormía todavía, cuándo se es joven y no se tiene ninguna responsabilidad ocurren esas cosas.

Puso las flores en agua, se descalzo y se dirigió a la habitación desabrochandose la camisa, podía sentir el frío del cuarto y casi saborear la siesta que iba a dormir junto a su chico.

Como si lo conociera de toda la vida, Mati estaba profundamente dormido,
vestido con una remera gigante y realmente infantil.

Enzo se acostó a su lado y lo miró.
de pronto el sueño y el sofoco se esfumaron de su cuerpo, ahora quería despertarlo a besos, hacerle el amor durante horas y llevarlo a pasear después al sitio que él eligiera.

Pero no lo hizo, se quedó allí esperando que sus ojos se cierren levemente después de un agitado dia en el banco.

Antes de caer en algún sueño liviano, Mati se removió y sin despertar, lo abrazó.
era como si tuvieran un imán, algo que los unía innegablemente, un reloj exacto que activaba alguna alarma que decía: Enzo trabaja para poder pagarlo todo y Matias duerme, pero cuando Enzo regresa casa, Matias lo ama incluso si está dormido.

porque ese era el acuerdo: Matias lo amaba y él, pagaba su alquiler.

Te amo, pagas mi alquilerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora