Las señales siempre estuvieron allí

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Entonces pequeña tortuga — siseo el desconocido mientras a su espalda se materializaban una docena de armas de distinto calibre, todas apuntando a Raphael mientras que el bastón que apuntaba a su cara cambiaba hasta convertirse en un cañón — cuéntame más sobre ese Lou que tienes prisionero.

Ninguna de las tortugas más jóvenes se atrevió a moverse, tenían, y con justa razón, que cualquiera provocación terminaría con su hermano convertido en una pupa irreconocible. El mutante frente a ellos tenía toda el aura de ser alguien con quién no se debía jugar jamás.

Estoy esperando — siseo el mayor y el retumbar de su fría voz helo la sangre de los presentes.

Háblame sobre mi hermano — el morado mayor acercó su rostro al de Raphael mostrando sus dientes afiliados.

¡Espera! — la aterrorizada voz de Leonardo rompe la tensión y hace que el mayor dirija su mirada hacia él. La sorpresa fue mayúscula para todos al ver un par de ojos convertidos en rendijas que los miraban con colores distintos, marrón rojizo a la derecha, celeste a la izquierda.

Heterocromía... — murmura Donnie entre asustado y fascinado.

Habla rápido — la paciencia no parecía ser una cualidad en el mutante mayor.

¡No es un prisionero! Lo encontramos herido y lo llevamos a casa, ha estado viviendo con nosotros estos últimos días — Leonardo se apresura a explicar, aunque la desconfianza brota en oleadas del aura del más grande.

Nos dijo que se llamaba Lou para mantener su identidad en reserva — agrega Donnie — pero estoy seguro de que es Leo... tu Leo — la respiración del genio residente es agitada; la tortuga de azul y su hermanito naranja se miran cuando Donnie hace la declaración, equivocada, de la identidad de Lou, pero no alcanzan a intervenir para aclarar las cosas cuando su hermano genio vuelve a hablar — tu... tu eres Donatello ¿Verdad? El hermano mayor de Lou, podemos llevarte con él — el tono de Don intenta ser agradable pero el temblor en la voz lo delata.

Claro que van a llevarme con él — responde el Donnie mayor con el mismo tono frío de antes, aunque endereza el bastón hasta dejarlo recto a su lado, las armas de energía morada no desaparecen, eso sí — dependiendo de su estado veremos qué hago con ustedes — amenazó.

Raphael, que era el único al que apuntaban las armas del mutante más alto, levanto sus sais ante la amenaza. No permitiría que un desconocido viniera a intimidar a su familia y saliera indemne. El Donatello mayor lo miro poco impresionado y volvió a apuntarlo con su bastón.

Muy valiente pequeño — sonrió de medio lado — pero no necesito pelear con ustedes ahora, quiero ver a mi hermano — apretó un botón en el bastón y algo salió disparado de la punta lanzando al joven hacia atrás. Sus hermanos, aterrados de que le hubieran hecho daño, jadearon y se lanzaron a defenderlo sacando sus armas, pero se detuvieron en seco cuando escucharon al de rojo gruñir enojado.

Era una bola, literalmente, Raphael era una pelota con brazos, piernas y cabeza y se mecía de un lado a otro al no poder levantarse por sus propios medios agitando los brazos. Si no fuera por lo tenso de la situación los tres estallarían en risas, aunque a los dos menores se les escaparon unos poco discretos resoplidos divertidos.

A.D.A — menciona el mayor con un tono de orgullo en la voz — acrónimo para Agente de Adhesión, que ya no está en beta, gracias — deja el bastón apoyado en suelo y hace una rápida reverencia — y ahora existe un producto para deshacerlo, no queremos que el pequeño gruñón se quede atascado allí para siempre — Raphael sigue luchando contra lo que lo tiene atrapado aunque solo logra seguir meciéndose de un lado a otro sin poder ponerse de pie — tómenlo como una ofrenda de paz de mi parte, mis otras armas lo habrían volatizado — vuelve la sensación de frio y peligro que se aligero un poco al ver a Raph luchando contra la bola que lo contenía — y ahora, jóvenes, si son tan amables de llevarme con Leo se los agradecería.

La labor de salvar el mundo no termina ni siquiera cuando mueresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora