Capítulo 20:

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«Tienen mi aprobación»

DARIEN: 

Miré por milésima vez mi reloj de pulso, notando que no han pasado más de dos minutos desde la última vez que lo revisé. Pero es que estoy nervioso. Lo admito. Y la razón es simple; Hoy inevitablemente vendrán los hermanos de Serena. Y es que, debido a la insistencia que me demostró la señorita Mina en aquella llamada, digamos que no me quedó de otra más que cancelar todas las citas de uno de mis días más cercanos, como han de comprender, a espaldas de Serena, para poder verlos con "tranquilidad" en mi propio consultorio. Me lo pensé mucho la verdad, pero decidí que no podríamos estar más cómodos que aquí. Además digamos que, ni siquiera contemplé la idea de volver a viajar. Preferí perdirles que lo hicieran ellos porque yo ni de loco me arriesgaría a que otra cosa le pasara a Serena. Ya bastante tengo con no poder superar ese sentimiento de culpa que me da cada que recuerdo la crisis que tuvo cuando yo estuve ausente; Así que por lo mismo tuve que darle el día como descanso a Serena, y mentirle de nuevo para poder reunirme con ellos. Pero, he de admitir que, aunque sé que ahora mismo está segura, no dejo de sentir un inquietante y tonto miedo al no tenerla cerca. Aunque trato de convencerme de que ella está bien, y que solo me siento así porque ya me he malacostumbrado mucho a su presencia diaria que me hace compañía y me aligera los días; Estoy soltando una pesada exhalación, mientras echo mi cabeza hacia el respaldo de la silla, cuando escucho que la campanilla de la puerta de entrada suena. De inmediato me quedo tieso en mi lugar, mientras espero con impaciencia a que ellos lleguen hasta mi consultorio. Lo cual, no tarda mucho en pasar para que vea las sombras de sus cuerpos debajo de la ranura de la puerta.  

—¡Espera, Mina! —escucho que le susurra Samuel, al mismo tiempo en que veo que la perilla de la puerta se gira. —Antes de que abras, te repito de nuevo lo que te he dicho en todo el camino. Debes estar tranquila. Pero especialmente debes tener la mente abierta para cualquier cosa que puedas ver y descubrir —escucho que la advierte. Aunque sé que por mucho que lo haga, la reacción de Mina no va a ser muy diferente a la de sus hermanos. Así que digamos que estoy "preparado" para ese momento.  

—¡Sí, sí! Te lo prometo. ¿Ya puedo abrir? —murmura un tanto irónica y ansiosa. Más no recibe respuesta, por lo que me imagino que él solo asiente. Así que lo siguiente que sucede, es que la puerta por fin se abre casi de par en par. De inmediato me asombro grandemente por el gran parecido que tiene con su hermana. Aunque, si soy sincero, si las comparo se siente como un aura muy distinta las diferencia. Así que, cuando esos ojos celestes, tan parecidos a los de su Serena, se conectan con los míos, percibo como me observa primero con incredulidad, después con repulsión y enfado. —¡¿Qué haces tú aquí?! ¡¿Dónde está Serena?! —exige de malos modos. Más no me lo tomo personal porque sé que su odio no va dirigido a mí. Así que, lo más calmadamente que puedo, me pongo de pie, antes de aclararme la garganta. 

—¡Buenos días, señorita Mina! —saludo a aquella mujer tan parecida, que se distingue por algunas cosas mínimas, pero escucho que ella resopla.  

—¡Maldito infeliz! ¿Vas a fingir educación cuando yo sé perfectamente cómo eres? —«¿Qué tanto sabe ella de mi tan odiado y despreciable hermano? ¿Qué tanto le hizo para que ella reaccione de esta manera?»  

—¡Mina, por favor tranquilízate! Recuerda lo que te dije —le habla Samuel, a lo que ella se gira a verlo y suelta una risita irónica. 

—¿Quieres que crea que un tipo idéntico a ese imbécil está tratando médicamente a mi hermana? ¡Por dios, Samuel! ¡No seas tonto! ¡Eso es absurdo! —al ver que él no sabe cómo responder, yo intento dialogar una vez más.

—Créame, sus hermanos tuvieron exactamente la misma reacción. Me costó trabajo hacerles entender por qué sucedía esta "casualidad tan absurda", y seré sincero, es algo tedioso, especialmente porque he tenido que explicárselos de manera individual, pero es algo que sé que debo hacer porque me prometí a mí mismo que haría hasta lo imposible con tal de ayudarles. Y gracias a mi persistencia, es ahora que, su hermana, ya lleva un tiempo tomando terapia. Y su hermano ha descubierto algunas cosas que sucedieron mientras ustedes creían que ella había muerto. Así que, usted dígame. Sabiendo esto, ¿Me piensa dar una oportunidad igual que como ellos lo hicieron, o simplemente me va a juzgar, creyendo ciegamente en que soy otra persona? —la desafío, esperando a que su respuesta sea positiva. 

ENSÉÑAME A VIVIR SIN MIEDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora