Capítulo 32

8 1 0
                                    


La cabeza me daba vueltas, no podía moverme, pero era consciente. Estaba tumbada bocarriba y unos gritos atornillaban mi cabeza.

—¡Tenemos que hacer algo! —exclamó Leo muy cerca de mí preocupado.

Pude sentir la caricia de su mano contra la mía.

—Iré yo —sugirió Nathan decidido.

—Nathaniel, es muy peligroso —advirtió Thomas, que también se encontraba con nosotros—. Tal y como habéis dicho hay guardias alrededor del campamento, si te encuentran te matarán.

—Te acompaño —dijo Leo mostrando su apoyo.

—Salimos ahora.

Ambos sonaban realmente nerviosos y aturdidos por la situación.

Al parecer, tardé bastante tiempo en despertar. Durante todo ese tiempo estuve en parte algo consciente de lo que pasaba a mi alrededor, aunque no sabría diferenciar lo que fue real de lo no. Había estado escuchando a Thomas muy cerca de mi tomándome la temperatura. Según él, era muy alta y durante la ausencia de Nathan y Leo, él estuvo a mi lado cambiando las toallas con agua fría que se calentaban rápidamente en mi frente.

Pude abrir los ojos lentamente cuando un haz de luz comenzó a molestarme en la cara. No podía incorporarme, pero al menos ya no me sentía febril ni mareada.

—¡Emma, has despertado!

Leo había estado durmiendo al lado de la camilla en la que me encontraba. Miré a mi alrededor, solo estaba él.

—¿Qué ha pasado?

Quería levantarme y salir de allí cuanto antes, pero me fue imposible.

—Tal y como me temía, el arbusto con el que te cortaste contiene un potente veneno —me explicó con paciencia con una de mis manos entre las suyas.

—¿Cómo es que sigo viva?

—Nathan y yo fuimos a buscar una muestra del dichoso arbusto para que Thomas pudiera elaborar el antídoto. Y parece que lo ha conseguido.

Sonrió feliz al ver que había hecho efecto.

—Siento haber sido una molestia.

Me disculpé.

—Sigues algo atontada, no sueles ser tan dócil —bromeó besando mi frente—. Por ahora descansa.

Leo se fue de la enfermería dejándome sola. Tras varios minutos conseguí levantarme. Quería salir de allí. La ansiedad me estaba consumiendo. Al levantarme, me agarré a una mesita, con tan mala suerte de que esta llevaba ruedas y tiré todo lo que tenía encima montando un gran estruendo.

—Tranquila.

Nathan me agarró entre sus grandes brazos al notar mi estado. No sabía de dónde había salido, pero estaba allí a mi lado.

—Es demasiado pronto para que salgas a caminar tu sola.

—¿Me acompañas entonces? —pregunté aún con la mirada en otra parte.

Nathaniel me miró tiernamente y me ayudó a salir de allí.

Caminamos por unos minutos hasta que mi cuerpo me pidió descansar. No sabía qué clase de veneno había recorrido mis venas, pero me estaba pasando factura.

—Deberías descansar, no estás en condiciones de pasearte como si nada —sugirió Nathan.

—Lo sé, pero siento impotencia —respondí molesta.

CASSIOPEIA Parte 1 -COMPLETA-Où les histoires vivent. Découvrez maintenant