Capítulo 47

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Reanudamos nuestro camino durante unos minutos, pero tuvimos que detenernos a causa de unos disparos. Nos escondimos detrás de una roca lo suficientemente grande como para que no nos vieran. Asomamos nuestras cabezas por encima de ella, estábamos tan cerca de la aldea que podíamos ver lo que sucedía en ella. Tal y como nos habían asegurado los guardias, algunas familias estaban encerradas dentro de jaulas rodeadas de un gran lago y otras estaban contra una pared. El líder de Nerona había disparado a un hombre en mitad de la cabeza, la que parecía su mujer, se encontraba tendida al lado del cuerpo de su difunto esposo. Unos niños, de no más de diez años, lloraban desconsolados tras la mujer. Los aldeanos encerrados en celdas de metal lloraban y gritaban sin parar. Teníamos que pararles, al lado de aquel líder apareció una figura que se me hacía extrañamente familiar, se trataba de Alexander. Tal y como nos habían advertido algunos hombres de mi aldea allí estaba y no podía dejar que se saliese con la suya. El líder de Nerona tenía un aspecto bastante particular, tenía una barba pelirroja que le llegaba hasta la mitad del pecho, un bigote del mismo color igual de frondoso y nada de pelo encima de la cabeza. Esa clase de persona, que si pudiera elegir, elegiría no encontrármelo nunca, pero esa vez no tenía opción alguna, teníamos que liberar a las familias que sí querían cambiar su vida y viajar a Cassiopeia. No había que matar a nadie, simplemente dejarles ir, pero esa idea no iba a convencerles, así que no nos quedaba más remedio que pasar a la acción. Por suerte, Nathaniel y yo estábamos completamente armados, cada uno llevábamos una pequeña pistola con sus correspondientes recambios, una espada bien guardada y mi arco. En cuanto Alexander y ese hombre se fueron, nos acercamos y nos sumergimos lentamente en el lago hasta llegar a las celdas. Unos cuantos hombres se encontraban delante de ellas, encima de unas rocas haciendo guardia. Teníamos que ser muy sigilosos, pero dentro del agua era difícil y pudieron sentir nuestra presencia rápidamente. Nathaniel agarró su pistola y comenzó a disparar contra ellos, su puntería era increíble, a pesar de que tuvimos que escondernos detrás de otra roca para evitar las balas de nuestros contrincantes. En cuestión de minutos aquellos hombres quedaron reducidos y sus míseros cuerpos cayeron al agua sin vida. Conseguimos abrir las celdas a la fuerza, eran bastante endebles, se notaba que no estaban hechas para humanos, si no para animales. Las familias salieron disparadas de las celdas en dirección a la nave, por donde se habían ido los guardias, intentamos que no hicieran mucho ruido, pero fue imposible. Aquellas personas estaban muy nerviosas, algunas incluso histéricas, no paraban de gritar, lo cual fue muy desafortunado ya que más hombres armados aparecieron ante nosotros y comenzaron a disparar. Nos escondimos detrás de una de las paredes de metal de las celdas, pero otros no tuvieron tanta suerte y fueron alcanzados por las balas. Por suerte, la mayoría consiguió salir de allí y ya estaban de camino.

—¿Estás bien?

Todavía nos encontrábamos dentro del agua.

—Sí, estoy bien —respondí pesé a que por muy poco no me había alcanzado una de las balas.

—Bien, ahora hay que salir de aquí, no tenemos nada más que hacer.

—Se acabó lo que se daba —advirtió Alexander detrás nuestra apuntándonos con su pistola.

A los pocos segundos el otro líder apareció a su lado también armado, no podíamos mover ni un musculo o nos dispararían. Nos hicieron salir del agua con mucho cuidado y nos llevaron hasta la orilla con sus pistolas apuntándonos.

—Mierda.

Maldije nuestra suerte.

—Tú y tu maravilloso vocabulario —respondió Alexander entre risas.

—Te arrepentirás de esto —repliqué.

—Yo que tú me quedaría calladita.

La voz del hombre de la barba roja era ronca, este seguía apretando su pistola contra mi sien. Tragué saliva y no dije nada más.

CASSIOPEIA Parte 1 -COMPLETA-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora