Capítulo 41

9 2 0
                                    


Sirah apareció con dos de sus hijos, uno de ellos Noir, que en cuanto me vio se acercó a mí y me lamió la cara, claramente necesitaba una ducha, le sonreí e invité a Lauren para que subiera conmigo. Enzo se subió en Sirah con su hijo William en brazos, y Tania y Julie se montaron en la pequeña dragona. En poco tiempo volvimos a Cassiopeia, la mayoría de los ciudadanos se acaban de instalar en unos apartamentos, todos estaban realmente felices con sus nuevas condiciones de vida. Nathaniel nos esperaba en la plaza, parecía que no se había movido desde nuestra partida.

—¡Julie! —gritó al ver a su hija de nuevo.

Esta corrió hacia su padre con lágrimas en los ojos.

—¡Papá! Te he echado mucho de menos —gimoteó Julie abrazando fuerte a Nathaniel.

Lauren y yo ya nos habíamos bajado del pequeño Noir y no podíamos dejar de admirar aquella escena tan familiar. Por un momento me acordé de nuestra familia, seguramente estarían preocupados por mi ausencia y tampoco sabrían lo que realmente había sufrido Lauren en aquel sitio.

—Enhorabuena, Enzo —felicitó Nathaniel a su compañero al acercarse a ver al recién nacido.

—Gracias amigo.

Tania se acercó sonriendo y cogió en brazos a su bebé.

—Es precioso —dijo Nathaniel con una tierna sonrisa mirando al bebé.

Lo que pareció una escena entrañable para todos los que la contemplaban se volvió una pesadilla para mí. Ver a Nathan embelesado con el recién nacido me recordó que yo no podría darle un hijo. Intenté quitarme de la cabeza aquel pensamiento. No me hacía ningún bien.

—Perdonad que me entrometa, pero vuestros apartamentos ya están listos.

Un hombre bajito y algo regordete apareció tras nosotros.

—¿Apartamentos? —preguntó Tania algo confusa.

—Nuestro nuevo hogar, me he encargado de todo antes de ir en vuestra busca —respondió Enzo a su esposa mientras comenzamos a seguir al hombre.

Nos detuvimos ante uno de los edificios blancos con grandes ventanales. Tania y Julie estaban asombradas por tanta modernidad, era la primera vez que pisaban Cassiopeia, habían oído hablar muchas veces sobre la ciudad, pero nada se comparaba con la realidad. Subimos unas pocas escaleras y cogimos un ascensor lo bastante grande para que todos nosotros cupiéramos dentro, este se abrió y el hombre nos invitó a entrar. El edificio tenía doce plantas, primero nos detuvimos en la décima planta.

—Señor Enzo, sus llaves —dijo el hombre ofreciendo un juego de llaves de plata a Enzo y a su mujer.

—¿Es para nosotros? —preguntó Tania emocionada.

En cuanto se abrieron las puertas del ascensor, una sala de estar completamente equipada apareció ante nosotros.

—Por supuesto, sin vosotros esto no habría sido posible, además esto solo es el comienzo, tenemos muchas cosas en mente a partir de ahora —respondió el hombre.

—No tienes por qué ayudarnos tanto, seguro que estas cansado.

Tania estaba comportándose como la perfecta madre sobreprotectora.

—Me gusta mi trabajo, aunque Krumm ya no esté al mando no significa que deje de hacer mis deberes —respondió él muy seguro de si mismo—. Por cierto me llamo Eric, llamadme si necesitáis algo.

—Muchas gracias, Eric —agradeció Enzo antes de que las puertas del ascensor se cerraran de nuevo.

—Siguiente piso, número once —Eric pulsó el botón con el número once grabado y este se elevó unos metros.

CASSIOPEIA Parte 1 -COMPLETA-Where stories live. Discover now