Tierra

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Había pasado al rededor de una horas hasta que finalmente Chuuya salió de la pequeña casa, aunque Shirase no demostraba estar incómodo, él se sintió mal por hacerlo esperar a fuera por tanto tiempo. Durante el tiempo que estuvo en la casa intento convencer a Kyoka y su abuela de mudarse con ellos al reino Portuario, sin embargo, ambas le dijeron que era imposible, ya que, la abuela trabajaba como boticaria y Kyoka era su asistente y aprendiz.

Aún mientras salían del lugar, Chuuya intento convencerla pero Kyoka con dolor en su pecho siguió negándose.

– Está bien, si es lo que deseas no puedo oponerme. – Respondió viéndose algo afectado.

Después de todo Kyoka era la persona que alguna vez fue su hermana pequeña, o al menos, el alma de esa persona.

– Gracias por comprender, Chuuya-Dono. – Le dijo sonriendo.

– Al menos dime Nii-san o algo, no me hagas llorar Kyoka. – Shirase observaba la situación sin entender nada de lo que sucedida, mientras a abuela solo sonreía con ternura. – Prometo que vendré a visitarte cada que pueda.

– Oh ¿A mi también me vas a visitar? – No esperaba que destra suyo estuviera el príncipe acompañado de varios guardias incluyendo a Atsushi.

Kyoka y la abuela le hicieron una reverencia saludando al príncipe, mientras Chuuya aún estaba en silencio viendo a esa persona ¿Eran tan desocupado?

– Es tarde Chuuya-san, como mi invitado debo asegurar su bienestar. – Le dijo mientras caminaba hacia él.

– No debe preocuparse por eso príncipe Osamu, en compañía de Shirase nada me pasará. – Comentó Chuuya.

Shirase infló el pecho con orgullo, viéndose extremadamente feliz por las palabras de Chuuya.

– Ah, el perro. – Murmuró Dazai.

Chuuya lo escucho y se sintió extraño, Tachihara también se había referido así hacia Shirase.

No obstante, estaba de acuerdo.

Para él, Shirase era como un pequeño cachorro mimado.

Se despidió de Kyoka y la abuela, prometiendo mandarles cartas y venir a verlas de vez en cuando. Entonces partió junto a Osamu y los guardias, nuevamente hasta el castillo.

A medida que Dazai y Chuuya caminaban de regreso al castillo, el aire estaba impregnado de una extraña química entre ambos. Aunque Chuuya intentaba ignorar cualquier atisbo de conexión, no podía negar que había algo entre ellos, algo que iba más allá de sus diferencias evidentes.

Dazai, con su habitual aire relajado, comenzó a entablar conversación de manera ligera. Sus palabras eran afiladas, pero también llevaban un matiz de complicidad que Chuuya no podía pasar por alto.

Entre risas y comentarios sarcásticos, Chuuya se encontró disfrutando de la compañía de Dazai, a pesar de sus intentos de resistirse.

Mientras tanto, a unos pasos detrás, Shirase observaba la interacción con ojos intensos. Aunque Chuuya no se daba cuenta, Shirase no podía ocultar su enojo ante la cercanía que tenía el príncipe hacia su adorado Chuuya. Por su parte Atsushi junto a los demás guardas simplemente estaban caminando atrás de ambos, ignorando el ambiente que se había formado.

Todos en el lugar podían notar que había una especie de ambiente dulce entre ambos, y aunque Chuuya trataba a Osamu con frialdad e intentaba no reír de sus bromas, era imposible.

Era más que evidente que algo especial se gestaba entre ellos.

Finalmente llegaron al castillo y Shirase simplemente se pegó nuevamente a Chuuya mirando con enojo a Osamu, como si quisiera dejar en claro que lo consideraba una especie de rival.

Renací como el personaje carne de cañón de un mal juego otome - Soukoku Where stories live. Discover now