Capítulo X

155 32 37
                                    

—Comparte el cigarro, egoísta —reclamó Aitana sentada en la cama de su hermano. 

—¿Tú no estabas dejando de fumar?

—Estaba hasta que llegaron los exámenes finales. 

—Deberías dejar esta mierda, hermanita. 

—Lo dice el tío que me ofreció mi primera calada. 

—Acto del que me arrepiento profundamente. 

—Lo que quieras, pero lo hecho, hecho está. Ahora sé un buen hermano y pasame el cigarro. 

—Toma, pesada —dijo Raoul, pasándole el cigarro. 

—Y ahora, ¿vas a contarme qué tal tu cita con el segurata buenorro? —preguntó Aitana soltando el humo. 

—¿Segurata buenorro?

—Es mi nombre en clave para Agoney.

—¿Por qué?

—Porque es segurata y está buenorro, ¿no es evidente? 

—No sé si quiero preguntar por el nombre en clave de Nerea. 

—Rubia caliente. 

—¿Todos los nombres en clave son cachondos? 

—No, tú eres el presi idiota que no le cuenta a su hermana cómo ha ido su cita. 

—Ha ido, no sé, bien. 

—¿Lo preguntas o lo afirmas? 

—No sé, Aiti. Ha ido bien, no ha sido incómodo. Incluso por un momento me pareció que… 

—¿Qué?

—Igual es una tontería, pero cuando cantábamos me ha parecido que me había cantado una estrofa a mi. 

— ¿Qué canción? ¡No puedes dejarme así!

—Las últimas frases de amigos del último disco de Pablo Alborán. 

 —Hay que buscar eso ahora mismo —exclamó Aitana cogiendo su móvil. 

—¿En serio tienes que buscar la letra? 

—Sí. 

—No te mereces ser llamada mi hermana. 

—Perdona por no ser una fan loca de Pablo Alborán como tú. 

—Pablo es patrimonio de España. Debería ser delito no escucharle. 

—Y que la gente todavía piense que eres hetero.

—Oye —exclamó, indignado. 

—Lo siento, hermanito, pero te han mandado a la friendzone. 

—¿Qué dices? 

—La canción se llama amigos. 

—Escucha la letra, anda. 

Bajo las luces de MadridDonde viven las historias. Descúbrelo ahora