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Recuerdo aquellos días de adolescencia, cuando Santi y yo éramos inseparables. Él era mi primer amor, mi confidente, mi todo. Juntos exploramos los rincones más profundos de la vida, descubrimos el amor, la pasión y la amistad. Éramos dos almas jóvenes unidas por un lazo inocente.
Pero como suele suceder en la vida, el destino nos separó. Al terminar la escuela secundaria, cada uno tomó caminos distintos. Santi fue a una preparatoria diferente, y aunque intentamos mantener la llama encendida, la distancia y las nuevas experiencias hicieron que nuestro amor se desvaneciera poco a poco.
Pasaron los años, y aunque la vida nos llevó por senderos diferentes, nunca pude lo pude olvidar. Su sonrisa, su mirada, cada momento compartido seguía grabado en lo más profundo de mi corazón.
Entonces, un día, el destino decidió jugar una carta inesperada. Me enteré de que Santi había participado en una película exitosa y que iba a asistir a los Premios Goya. Lo que no esperaba era que una de sus compañeras de reparto, Alfonsina, fuera mi hermana.
Recuerdo con claridad aquel momento tenso antes de los Premios Goya, cuando Alfonsina y yo tuvimos esa conversación que cambiaría todo.
Se acercó a mí con una sonrisa traviesa bailando en sus labios. Sus ojos brillaban con complicidad mientras me miraba, como si tuviera un secreto que no podía esperar para revelar.
― Lena, ¿sabes quién estará en los premios también? ― , dijo con un brillo juguetón en sus ojos, como si estuviera a punto de soltar una bomba.
― ¿Quién? ― pregunté, tratando de ocultar mi nerviosismo mientras jugaba con el borde de mi vestido.
― Santi ― , respondió ella con una chispa de diversión en su voz.
Mi corazón dio un vuelco en mi pecho. Santi. El nombre que había resonado en mi mente desde que me enteré que había participado en la película junto a mi hermana, el eco de un amor que nunca había desaparecido por completo.
Traté de mantener la compostura mientras mi mente se llenaba de recuerdos y emociones. Alfonsina notó mi reacción y no pudo evitar soltar una risita.
― Vaya, vaya... ¿será esto una reunión de antiguos amores? ― bromeó, pero su tono era cálido.
Mis pensamientos se agitaron como hojas en una tormenta. ¿Qué significaría este encuentro después de todos estos años? ¿Seguiría latente el amor que una vez compartimos Santi y yo?
La mirada juguetona de Alfonsina me animó a continuar la conversación. ― ¿Cómo está Santi? ― pregunté, tratando de sonar casual.
― Oh, está genial ― respondió ella con una sonrisa. ― Ha estado ocupado con la película y todo. Pero creo que está emocionado por los premios
Asentí con la cabeza, tratando de procesar toda esta información. Santi había seguido adelante con su vida, al igual que yo. Pero algo dentro de mí se aferraba a la esperanza de que tal vez, solo tal vez, todavía quedaba algo de lo que una vez compartimos.
Traté de sonreír, pero la verdad era que no estaba segura de cómo me sentía. La idea de volver a verlo después de tanto tiempo me emocionaba y aterraba al mismo tiempo.
― Estoy bien ― respondí finalmente, tratando de sonar segura de mí misma. ― Solo un poco nerviosa por todo esto
Alfonsina asintió con comprensión. ― Lo entiendo. Pero no te preocupes, estaremos juntas. Será divertido
Sus palabras me reconfortaron un poco, pero aún así, no pude evitar preguntarme qué depararía el futuro y cómo cambiaría todo una vez que nos encontráramos en los Premios Goya.
Cuando vi a Santi caminando por la alfombra roja, mi corazón latía con fuerza. Y cuando nuestros ojos se encontraron, el tiempo pareció detenerse. Allí estaba él, el chico que había amado con toda mi alma, de pie frente a mí una vez más.
Pero no fue hasta después de los Premios Goya que finalmente tuve la oportunidad de hablar con Santi. Nuestro encuentro fue tan esperado como temido, pero cuando finalmente nos encontramos, el tiempo pareció detenerse.
― Santi ― susurré su nombre con una mezcla de emoción y nerviosismo mientras nos acercábamos el uno al otro en medio del bullicio de la fiesta posterior a los premios.
―Lena ― respondió con una sonrisa cálida que iluminaba su rostro.― Qué alegría verte después de tanto tiempo. Te ves increíble esta noche
Mis mejillas se ruborizaron ante su elogio. ―Gracias ―, murmuré, tratando de contener las mariposas revoloteando en mi estómago.
Nos sumergimos en una conversación animada, recordando los tiempos pasados y compartiendo nuestras experiencias recientes. Santi me contó sobre la película y los premios que habían ganado, mientras yo escuchaba con admiración y orgullo.
―Debe haber sido increíble ―, comenté con una sonrisa genuina. ― Estoy tan feliz por ti, Santi. Te lo mereces
Él asintió con gratitud, sus ojos brillando con una mezcla de emoción y humildad. ― Fue una experiencia única ― dijo. ― Pero nada se compara con este momento, estar aquí contigo
Sus palabras me hicieron sonreír aún más, y por un momento, todo parecía perfecto.
Entonces, cuando la noche empezaba a desvanecerse, tomó mi mano con delicadeza y me miró a los ojos con determinación.
― ¿Te gustaría tomar un café conmigo mañana?― preguntó, su voz llena de esperanza.
Mi corazón dio un vuelco ante su propuesta. La idea de pasar más tiempo juntos me emocionaba más de lo que podía expresar.
―Así que... sí ― respondí con una sonrisa radiante. ― Me encantaría
Intercambiamos una mirada llena de promesas y posibilidades, y en ese momento supe que este era solo el comienzo de algo especial entre nosotros.
Con una sonrisa en los labios, Santi sacó su teléfono y me pidió mi número, prometiendo llamarme para organizar los detalles.
Mientras intercambiábamos nuestros contactos, sentí que el futuro se extendía ante nosotros, lleno de oportunidades y aventuras por descubrir juntos.
Y así, con el corazón lleno de esperanza y emoción, nos despedimos, sabiendo que el destino había vuelto a unirnos de una manera que nunca podríamos haber imaginado.
