O25

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La nieve había empezado a caer, haciendo que el hogar de los Jeon necesitara de su chimenea

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La nieve había empezado a caer, haciendo que el hogar de los Jeon necesitara de su chimenea.

El omega la veía tranquilo con una taza de té en sus manos.

Era tranquilo.

Los cachorros aún no despertaban, por lo cual aún no sabían que su mamá había regresado a la casa.

— ¿Cómo estuvieron las cosas en casa de JiMin? — llegó JungKook junto a él con una taza de café.

El omega se acurrucó a su lado, el alfa con su mano libre rodeó su cintura acercándolo.

— Bien, pero JiMin de verdad necesita salir de ese lugar. En la noche los estudiantes universitarios hacen mucho ruido, no tiene calefacción y su casero es asqueroso — el omega hizo una mueca agradeciendo a dios que el señor Choi lo acompañara cada vez que él tenía que pagar la cuenta — No sé cómo ayudarlo, creo que NamJoon podría ayudarme.

El alfa asintió y besó la frente de su omega.

— Si necesita un lugar donde quedarse un tiempo, puede usar la habitación de invitados — el alfa propuso viendo como el omega sonreía.

— Gracias, Kook. Lo sacaré de ese horrible lugar en cuanto pueda.

— Entonces, ¿no dormiste bien estos días? — TaeHyung negó y se acercó a la fuente de aroma de JungKook — Yo tampoco... Me hacías falta.

TaeHyung le dio un beso suave en los labios.

— Yo también te extrañé, alfa.

Los dos siguieron conversando de cosas triviales y bebiendo sus bebidas calientes.

Los dos de verdad necesitaban esto, necesitaban el tener un tiempo a solas, disfrutando la compañía del otro.

TaeHyung extrañaba los chistes absurdos de JungKook, y JungKook extrañaba la forma en que el omega le hacía ver las cosas de una forma más positiva y segura.

Se pudo escuchar a lo lejos como una de las puertas de arriba fue abierta.

YeonJun bajaba las escaleras con su rostro cansado y su cabello despeinado.

— Papá, iré a casa de Kai — al ver a su padre se dio cuenta de que su madre estaba ahí, con su lindo cabello despeinado, sus ojos brillando y una sonrisa en su rostro — Mamá...

El alfa corrió hacia su madre y lo abrazó, lo estrechó entre sus brazos y se llenó del dulce aroma a flores.

— Hola, bebé.

YeonJun se sentía muy sensible, así que empezó a sollozar.

JungKook acarició la espalda de YeonJun.

— Papá, ¿podrías dejarme solo con mamá?

JungKook asintió y le dio un beso en su cabeza acariciando los suaves rizos.

El omega le sonrió a YeonJun, quien tenía lágrimas pequeñas en sus ojos.

— Pensé que regresarías antes, pensé que te habías ido para siempre.

TaeHyung negó y acarició las mejillas del alfa.

— No, mi cachorrito... Yo nunca podría dejarlos, nunca te abandonaría. Necesitaba espacio, pero créeme que nunca... — limpió las lágrimas de YeonJun — me iría de tu lado, porque eres mi cachorro y si no estoy cerca de ustedes me duele.

El alfa se llenó del aroma de su madre consiguiendo calmarse.

La relación madre-hijo que había formado TaeHyung con YeonJun era especial, YeonJun lo escuchaba y le gustaba hablar mucho con TaeHyung de temas que aún no son tan comprendidos por los menores y que realmente no le parecen tan importantes para hablarlos a fondo con JungKook.

YeonJun adora a su madre.

Siempre lo hará, siempre adorará a la persona que a pesar de no haberlo cargado en su vientre lo ama incondicionalmente. No como YooJung que lo cargó en su vientre, pero desde el minuto uno lo odió.

El alfa acepta que no extraña a YooJung a pesar de que fue con quien más convivió, pero nunca la extrañará porque no era nada.

YooJung solamente era un fantasma en su casa y alguien que le recordaba constantemente que su existencia no era importante.

YooJung odiaba que YeonJun fuera débil.

Que fuera sensible.

Y desde cachorro lo educó a su manera para que fuera lo que ella quería que él fuera.

Con YooJung nunca pudo hablar realmente, y a ella tampoco le interesaba.

Pero cuando llegó TaeHyung pudo conocer lo que era el verdadero amor materno.

Que era ese amor incondicional y puro.

Que busca tu felicidad, que es suave y te mantiene siendo un ser amable.

JungKook era un buen padre, YeonJun nunca diría lo contrario.

Pero no era su madre.

No llenaba los zapatos de TaeHyung.

Minutos después, Sunoo identificó el olor de TaeHyung y corrió rápidamente hacia él, saltando sobre él en el sofá y llenando el rostro del omega de besitos suaves.

— ¡Te extrañé! ¡Te extrañé! ¡Te extrañé! — decía emocionado el cachorro, mientras TaeHyung sonreía.

— Yo también te extrañé, cachorro.

Pasaron el día como familia.

BeomGyu emocionado por al fin ver al omega.

El omega no estuvo solo en ningún momento.

Con los alfas siguiéndolo a todas partes y llenándolo de amor a cada paso que daba.

En la noche hicieron una pijamada todos juntos.

Con YeonJun contándole historias de terror a Sunoo, quien se acurrucó entre sus padres por miedo.

Fue la noche perfecta.

Y JungKook ya no se sintió vacío.

Ya no sintió esa tristeza que tuvo durante todas las noches sin su omega.

Solo podía pensar en la forma en que su hogar ya estaba completo con el omega allí.

Cuando todos ya estaban dormidos en el intento de cama gigante que habían hecho en la sala con sábanas y almohadas, JungKook admiraba el rostro de su omega iluminado solamente por la luz de la chimenea.

Sus pómulos marcados, sus labios rosas, nariz delicada y piel suave.

JungKook con cuidado de no molestar a Sunoo que estaba entre los dos, acarició su delicada mano.

JungKook se sentía completo.

Feliz.

Y espera que nunca se vaya ese sentimiento.

Yellow flowers and coffee cups ✧ KookTaeWhere stories live. Discover now