★ Capitulo 3 ★

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Alastor observó gran parte del barrio caníbal a través del enorme ventanal del segundo piso de la casa de Rosie

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Alastor observó gran parte del barrio caníbal a través del enorme ventanal del segundo piso de la casa de Rosie.

Su sonrisa seguía intacta pero sus ojos permanecían entrecerrados, denotando el cansancio extremo del que se estaba recuperando. Por suerte, sus piernas ya no le temblaban exponencialmente mientras intentaba
caminar como los primeros días cuando Rosie se dedicó frenéticamente a llevarle a la cama la mejor carne de venado podrida y luego ira vigilar a la pequeña criatura que había acomodado entre ellas.
Mantas en el sofá de la sala para luego regresar a él para ver que se había comido todo el plato ensangrentado, alegando que tenía que recuperar
fuerzas.

No habló de ese tema con ella.Después de todo, era cierto que se estaba recuperando lentamente. O al menos estaba tratando de acelerar el proceso para poder ocuparse de otros asuntos pendientes lo antes posible.

"He perdido la cuenta de cuántas veces he arreglado tu traje", mencionó la mujer, pasando con gracia la aguja y el hilo por el ostentoso traje del Radio Demon. "Yo diría qué cosas haces que arruinas tan seguido, pero ya sabemos que la gente no se queda muy tranquila a la hora de saber que serán parte de la cena... o del postre".

Sus sonrisas brillantes y de dientes afilados se extendieron aún más ansiosamente, como una respuesta terriblemente silenciosa que sólo ellos
podían entender.

"No he vuelto a tener el placer de atrapar usuarios durante mis paseos nocturnos por los callejones desde el día del exterminio pero esperemos que las cosas cambien pronto..." Sus palabras quedaron suspendidas en el aire interrumpidas por un ligero tartamudeo que pronto se convertiría en fuertes gemidos. Frunció el ceño, obligado a abandonar el balcón y su espléndida vista para regresar a su lugar frente a la mesa donde ahora Rosie hacía una mueca que parecia querer transformarse en una risa que escondía bajo su ostentoso sombrero.

Allí, sobre la mesa, había una hermosa canasta que alguna vez había sido utilizada para llevar sándwiches los días en que el exmarido de Rosie decidía que tendrían una romántica cita de picnic en la que no solo compartirían alguna que otra muestra de cariño sino
también la dulces dedos cercenados de doncellas y los sabrosos y explosivos ojos bañados en salsa de moras de algunos viajeros, y que ahora, improvisados, hacían de cuna.

★𝓝𝓸 𝓵𝓸 𝓺𝓾𝓲𝓮𝓻𝓸..★ //𝒜𝓅𝓅𝓁ℯ𝓇𝒶𝒹𝒾ℴ// 🍎📻Where stories live. Discover now