8. 𝑀𝑒 𝑠𝑎𝑙𝑣𝑎𝑠𝑡𝑒

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                                                                               Relata Abdiel

No recibo ninguna respuesta de Alana, sentía un miedo inexplicable no puedo permitir que un imbécil le haga daño, comienzo a conducir cada vez a más velocidad hasta que llegó a esa maldita fiesta, subo corriendo hasta el segundo piso, comienzo a registrar cada habitación, no la encuentro por ninguna parte, comienzo a gritar mientras las lágrimas caían por mi rostro

—¿Alana dónde estás mi amor, responde?—no escuchaba respuesta alguna ,Fui corriendo a la última habitación, trate de abrir pero no podía estaba cerrada, golpeó y en eso escucho

— Vete a otra pieza está ya está ocupada— Al escuchar eso me segué de rabia y lance una patada con todas mis fuerzas contra la puerta y se abrió de inmediato, lo primero que veo es a Alana inconsciente y desnuda en la cama y sangraba de su boca, y ese perro encima de ella, Comienzo a golpear a ese hombre con toda la rabia del mundo, era capas de matarlo con mis propias manos, Nunca había golpeado a nadie de esa manera pero por proteger a Alana soy capas de eso y mucho más, no podía dejar de golpearlo incluso ya estaba inconsciente pero no me importo, le desfiguraría la puta cara, en escucho una voz débil

—Abdiel detente por favor, no cometas un error— me dice mientras sus lágrimas caían por sus mejillas

No podía verla así, y tampoco quería que ella me viera golpeando a ese perro mal nacido

—Alana mi amor, ¿estás bien?—le digo cubriendo su cuerpo desnudo con mi chamarra

—Ahora que estás tú si—posa su mano en mi mejillas y vuelve a desmayarse.

Bajo con Alana en mis brazos, para poder llevarla a un hospital, en eso veo a una de sus amigas y le digo que llamen a la policía que arriba está el imbécil que había tratado de abusar de Alana que no dejarán que saliera, mientras yo llevaba a Alana al hospital, la deje en el asiento del copiloto, y me subí para conducir a toda velocidad hasta el hospital más cercano.
Están atendiendo a Alana, yo estoy sentado en una de las sillas en la sala de espera, las lágrimas salían sin mesura, lo único que pedía era que ese imbécil no la haya lastimado.

—familia de Alana Evans—dice la doctora.

— Yo doctora, dígame cómo está por favor

—La muchacha está bien, solo un pequeño golpe en el labio, pero nada grave, en cuanto al otro tema no tiene ningún indicio de abuso, así que usted llego justo a tiempo para impedirlo.

—Gracias doctora, ¿puedo verla o debe guardar reposo?

—Puede entrar a verla, es más se puede ir esta misma noche, para que pueda pedir que traigan ropa para la joven que al parecer llegó sin ninguna prenda de vestir— sin decir más la doctora de retira y yo voy directo a la habitación donde se encontraba Alana.

—¿Alana?—digo para ver si está despierta ya que tenía sus ojos cerrados

—Hola Abdiel, no sabes lo feliz que me hace tenerte aquí a mi lado en éstos momentos—a pesar de estar tan débil igualmente me regala una de sus sonrisas.

Me acerco a ella, para poder abrazarla, no pude aguantar verla así, comencé a llorar

—Pensé que te perdería Alana— le digo mientras continúo llorando

— Mírame Abdiel—me sostiene la cara con sus mano

—Estoy bien amor, gracias a ti— me besa tiernamente

Nos separamos rápidamente cuando escuchamos la puerta abrirse, eran sus amigas Sara y Estela

—¿Profesor Abdiel como está Alana?— Pregunta Sara

—Está bien chicas, pueden ayudarla a vestirse para poder llevarla a casa— les digo, para luego salir de la habitación y darles privacidad.

Unos minutos después salen Alana con sus amigas, corro hacia a ella para poder cargarla

—Alana te llevaré a casa—le digo con lágrimas en los ojos

— No puedo ir a casa, está mi hermano, no quiero que me vea así, ¿podemos ir a tu casa Abdiel?

—Por supuesto Alana, no te dejare sola está noche, te lo prometo—Nos despedimos de Sara y Estela, y comienzo a conducir rumbo a mi casa, sabía que era el momento de contarle que tenía una hija, sobre todo que ahora la Hiba a ver.
Llegamos a mi casa, la cargo en mis brazos mientras ella me abraza con tanta fuerza, Golpeó la puerta y abre Rosa junto a Lana

—¿Papá, quien es ella y que le ha pasado?—Pregunta mi pequeña

—Hija ella es Alana una amiga se siente un poquito mal y dormirá hoy con nosotros, ve a tu habitación hija Rosa te acompañará—digo mientras dejo a Alana en el sofá, y voy a buscarle una taza de café y algo de comer para que reponga las fuerzas que perdió luego de lo sucedido, siendo sinceros ver que es una chica tan vulnerable a los ojos de los hombres solo me incita a cuidarla aun más.

𝐸𝑙 𝑝𝑟𝑜𝑓𝑒𝑠𝑜𝑟 𝑑𝑒 𝑄𝑢𝑖𝑚𝑖𝑐𝑎Where stories live. Discover now