Capítulo 32.

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Capítulo 32

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Capítulo 32.

(Samanta).

—¿¡Qué!? —no lo podía creer—. ¿¡Aquí!? ¿¡En tu habitación!?

—¿En dónde más si no es aquí? —bufó y me mostró una expresión engreída, aunque lo notaba extraño, como si estuviera un poco nervioso y avergonzado por la petición—. Además, ¿no se nota? —expandió su brazo al referirse al lugar—. He preparado este espacio lo más cómodo posible —carraspeó y rascó su nuca al esquivar mis ojos—. Me esforcé mucho en hacer esto, en preparar todo —confesó.

—Entonces —tragué saliva al sentir mis mejillas calientes—, ¿fuiste tú quién preparó todo esto? O sea, ¿no mandaste a alguien del servicio?

—¿Acaso crees que el gran Sam Chaidez Telles no puede hacer algo con sus propias manos? —alzó su mirada azul cielo sobre mí—. Soy tu novio. Y el mejor, por cierto.

—Qué modesto... —enarqué las cejas y me crucé de brazos—. Y, ¿en dónde quieres que me coloque?

Sam engrandeció sus ojos de inmediato y sus mejillas se tiñeron por completo.

—¿Eso es un sí?

—Ugh, solo dime dónde tengo que colocarme antes de que me arrepienta —le gruñí y él me mostró una sonrisa de medio lado.

—Bueno, si tú lo dices —se encogió de hombros y me guió hacia el sillón donde siempre se sentaba a dibujar—. Abre tu bata.

—Espera, ¿qué? —tartamudee—. O sea, ¿literal?

—Sí, literal —enarcó las cejas, aunque sus ojos azules estudiaban atentamente mis expresiones faciales—. ¿En serio esperabas que te dibujara con la bata aunque por dentro estuvieras desnuda?

—Bu-Bueno, yo...

Sam comenzó a reírse con ironía al interrumpirme, frotando el puente de su nariz al volver a enarcar las cejas. Era ya más que evidente que estaba bastante nervioso.

—Cuando te hablé de que deseaba dibujarte desnuda, es porque quiero dibujar cada parte de ti.

—¿Cada parte de mí? —balbuceé y luego pestañeé—. ¿A qué te refieres con eso?

—Samy, juro que no haré esto si todo esto te hace sentir incómoda —remarcó al ver seriedad en sus expresiones—. En realidad, quiero que lo disfrutes, pero si esto...

—¿¡A qué te refieres con eso!? —insistí al arrugar mi expresión.

Sam resopló al poner los ojos en blanco y fue más específico al decir:

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