XV.

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La zapatilla plateada pisó la acera cuando la puerta se abrió y descendió su propietaria con un elegante vestido esmeralda de tirantes que tenía una caída libre hasta alcanzar el suelo

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La zapatilla plateada pisó la acera cuando la puerta se abrió y descendió su propietaria con un elegante vestido esmeralda de tirantes que tenía una caída libre hasta alcanzar el suelo. Sintió un ligero escalofrío cuando el aire sopló, quizá había sido mala idea llevar ese vestido, su espalda estaba descubierta, los tirantes continuaban hasta ahí y se unían en su espalda en forma de x, pero su piel podía apreciarse.

Pero Becky le había entregado el vestido y no había aceptado un no por respuesta, a su criterio debían verse fabulosas. Anya solo la obedeció y su madre había dicho que era un lindo regalo que debería utilizar. Quizá debió escuchar a su padre sobre traer un abrigo, pero su madre había dicho que arruinaría el vestido.

Su acompañante con un vestido azul oscuro con las mangas cayendo por sus hombros, su cabello suelto y una caída en v inversa hasta alcanzar el suelo. Tenía ciertos brillos por todos lados y Anya pensó que se veía realmente linda.

—Te ves realmente bien.

—Querida Anya, nos vemos maravillosas, de eso se trata.

Anya observó aquella residencia sumamente elegante de tres pisos, con muchos árboles rodeándola y varios guardias alrededor, monitoreando el lugar. Además de varios periodistas con cámaras en las manos, que esperaban ansioso que llegaran los actores. Algunas personas subían por las escaleras y traían vestidos de gala, ella sabía que eso era exclusivo.

—Vamos

Anya siguió a su amiga y subieron la gran escalera para alcanzar el acceso, donde Becky con una sonrisa enseñó su invitación y ambas ingresaron a un gran pasillo que tenía una gran alfombra roja, siendo conducidas a un gran salón donde un número moderado de personas estaban ahí, hablando entre ellos y riendo, mientras las copas pasaban de manos en manos. El salón detonaba exclusividad, elegancia y estatus.

Aún así la Forger se sentía afortunada de estar ahí y ser una de las primeras personas que podrían ver la película y más aún... sus ojos recorrieron la sala a pesar de que Becky le estaba hablando sobre algo que ella no prestó atención. Pero en ningún lugar pudo ver al hombre que le interesaba.

—No está Bondman.

Becky comprendió que todo lo que le había dicho no había sido escuchado.

—Debe aparecer pronto.

Y como si fuera una especie de invocación, el alboroto de la gente indicó que los actores habían llegado. Ambas se acercaron hasta la entrada, cerca del pasillo para verlo lo antes posible. Anya estaba que no cabía en su emoción de ver a aquel hombre que la inspiró tanto de niña. Los flash de la cámara se vieron a la distancia y un hombre saludaba a la prensa y se detenía a hablar con ellos. Pronto se liberó e ingresó a la residencia, con una sonrisa en los labios.

La gente alrededor aplaudió ante su llegada y antes de que el hombre pudiera moverse, había una chica enfrente suyo con un vestido esmeralda, una mirada de emoción y una sonrisa.

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