· T r e s ·

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🎶 A Place in this world 🎶 

"Tomorrow's just a mystery, but that's okay

(El mañana es un misterio, pero eso está bien)


—¿Cuál es el precio?

La chica de la agencia inmobiliaria lanza una mirada fugaz a Gabriel. Puedo apreciar que utiliza varios segundos para pensar cómo responder a mi pregunta. Entiendo su reacción. Este es el tercer apartamento que visitamos en lo que llevamos día y tiene el aspecto de ser igual de caro que los dos anteriores.

—Tres mil quinientos dólares al mes, más la fianza, más dos meses por adelantado.

Madre de Dios.

Y aunque ya me lo imaginaba, no deja de sorprenderme.

—Creo que seguiré buscando... —musito.

He ido con Gabriel a la agencia después de no encontrar nada por internet, con la esperanza de que quizás allí hubiese más apartamentos. Sin embargo tener a mi hermano es más bien contraproducente. Se ha encargado de hacerle saber a la agente inmobiliaria todas las cosas que busca él en un piso para : buena ubicación, buena luz, buenos vecinos, buen espacio, buenos muebles...

Empiezo a sospechar que su lista es tan exigente para disuadirme.

—Es una señal, hermanita. Tienes que quedarte con Finn y conmigo.

—Por mucho que os aprecie y también vuestra hospitalidad, eso no va a pasar.

Llevo una semana viviendo con ellos. Más tiempo del que me hubiese gustado.

Y ya no es solo por el hecho de que mi hermano controla demasiado mi vida, también está Finn. Y es gracioso, porque hace ocho años hubiese puesto velitas a la virgen para que me diera la oportunidad de vivir con él. Pero hace tiempo que he superado ese enamoramiento de instituto.

Además, sé que a él le incomoda mi presencia en su piso. No sabría muy bien explicar cómo me he dado cuenta. ¿Sabes cuando hay pequeños detalles que te hacen percibir algo más? Eso mismo me ocurre a mí.

Finn parece estar siempre alerta, no se encuentra del todo cómodo a mi lado y aunque él no ha dicho nada ni jamás lo hará, yo lo sé. Ayer, por ejemplo, mi hermano le preguntó por qué ya no caminaba en calzoncillos por la casa. Finn me lanzó una rápida mirada y se encogió de hombros. Está claro que es por mí.

—Eres una cabezota —se queja Gabriel.

—No más que tú.

Dejo que salga primero del apartamento y le doy una última mirada. La chica de la agencia guarda el teléfono móvil y al pasar a mi lado, susurra:

—Si estás interesada, tengo ofertas de apartamentos más baratos. Escríbeme.

Lo dice lo suficiente alto como para que yo la escuche, pero Gabriel no. Se ha dado cuenta de nuestra extraña dinámica con solo tres visitas.

—Gracias. Y lamento mucho haberte hecho perder el tiempo.

No dice nada, solo asiente. Era imposible negar lo obvio: no soy capaz de alquilar ninguno de los inmuebles que me ha enseñado hoy. Y aunque tengo parte del dinero de la venta de la casa, sin trabajo ni estabilidad me niego a derrocharlo en pisos que son extremadamente caros.

Nos despedimos de la agente inmobiliaria y Gabriel me pasa el brazo por los hombros.

—Se me ha abierto el apetito, ¿y si vamos a comer algo?

Un Inesperado NosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora